La batalla del PSOE está servida. Las huestes de los tres candidatos se han plantado en el campo. Las armas están mostradas. Los avalados velan sus armas
La pugna por alcanzar la secretaría general del PSOE es la más enconada de toda su historia. Si Pedro Sánchez, vuelve desde el NO es NO con el Sí es Sí; Susana Díaz, ha puesto todo el riesgo de su futuro político en una apuesta clara por la socialdemocracia y la igualdad de todas las regiones de España, sin nacionalismo excluyentes. Ese es el relato de quienes la apoyan. Los partidarios de Sánchez afirman que, con los avales obtenidos, está en la mejor posición para vencer. Con respecto al tercero en discordia, Patxi López sus apoyos apenas logran lo suficiente para no quedarse fuera de la contienda, aunque sin posibilidad alguna de obtener el cargo que pretende. Un soplo helado sube desde el abismo abierto en el PSOE.
Se abren interrogantes ante estos primeros resultados. Un aval no es automáticamente un voto final. Lo que se dilucida en este PSOE, roto por dentro, es la reconstrucción de un partido con vocación de gobernar a España nuevamente. Las vías son disidentes. Mientras el exsecretario fue descabalgado precisamente por amagar un cariño especial por los nacionalistas catalanes y vascos, así como un acuerdo imposible con Ciudadanos y Podemos, hizo sonar una alarma súbita entre la vieja guardia y el ala socialdemócrata. Hay voces que apuntan a la refundación de un socialismo, que ya no se sostiene en aquel apoyo histórico de Suresnes, donde se aparcó el marxismo inicial de la Casa Labra de Madrid y derivó hacia la socialdemocracia que imperaba en la Comunidad europea de los años setenta. Como quiera que sea esta contienda por gobernar al histórico PSOE, y gane quien gane, va a concluir con un partido fraccionado, que necesariamente tendrá que reconstruir su organización de cara a una realidad política, social y económica bien diferente.
Los resultados de los avalistas son significativos. Sánchez gana ampliamente en Cataluña, donde le saca a Díaz 5.000 votos (974/6.058) antes del conteo de los avales rechazados (lo fueron por irregularidades varias). Al igual que en Euskadi y Navarra, donde el exsecretario obtiene una clara ventaja. Por el contario, en Andalucía Díaz golea. Y supera a Sánchez en Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón. Contabilizando al final una diferencia de poco más de 6.000 avales a favor de la sevillana. Lo que se ve es que el exsecretario posee fuerza en los territorios marcadamente separatistas, justamente por lo que fue apartado del cargo que ahora quiere recuperar.
En Málaga (desde donde escribimos), uno de sus bastiones particulares, Díaz ha sumado 3.400 avales (más de la mitad del censo malagueño). Algo más del 5% del total obtenido. Para una provincia como esta es una cifra muy significativa. Que esos avales, y no sólo los de Málaga, se conviertan en votos contantes y sonantes, es otro cantar. Los respectivos comandos de campaña tienen hasta el 21 de mayo para lograr ese milagro. Si el ‘100%PSOE’ de Susana Díaz o el ‘Sí es Sí’ de Pedro Sánchez se imponga está por contarse. Lo que suceda será que el socialismo histórico español no será ya nunca el mismo. La refundación parece un camino plagado de escollos, que tendrá que sortear, una u otro.
El POSE se convertirá en lo que quiere Díaz: un partido de izquierda, el verdadero, como ella ha expresado: ‘A la izquierda del PSOE no hay nada’, en su frontal énfasis en contra de Podemos. Una organización socialdemócrata, que huye del marchamo nacionalista, que no defiende. Un partido que se mira sentado en Moncloa para gobernar a una España sin fisuras. No es tarea fácil. Tendrán que hilar fino y tejer la urdimbre española con guantes de seda. La palabra ‘patria’, que ahora esgrimen desde Podemos al PP, la definen los socialistas diciendo: ‘La patria de la izquierda es la igualdad’. No está mal como eslogan, para reconstruir a su partido y, al mismo tiempo, rehacer a esta Hispania descarrilada.
El tercero en liza, Patxi López ha aglutinado a muchos de los adláteres de Sánchez. Quienes le adversan dicen que es la prueba de que no tiene capacidad para unir voluntades. Y recuerdan que ya ha perdido dos veces contra el PP, y que ahora sigue perdiendo en avales. Habrá que esperar al próximo domingo 21 para saber si pierde por tercera y, seguramente, última vez. Si los posibles votos reales de López se dividen entre él mismo, Díaz y Sánchez es seguro. Es el canon previsible en este tipo de elecciones internas. Un tercer aspirante con tan baja cantidad de avales tiende a un voto esparcido.
Como quiera, y sea cual sea el resultado definitivo, ese domingo se avecina histórico. La perspectiva de un Sánchez ganador es mala, dado su escoramiento hacia los nacionalistas y a su improbable capacidad para sortear el atascadero que le tiene planteado Podemos. Y si pierde no es nada mejor, porque la ganadora tendrá que recoger a sus huestes para integrarlas en su proyecto refundador, tarea ingrata, lenta y, tal vez, imposible. En el horizonte parece asomarse un nuevo socialismo español, que se mira en el de Francia, absolutamente defenestrado del poder real.