Para mantener la paz hay que prepararse para la guerra. Es lo que parece pensar Macron desde su jeep militar de los Elíseos. Una UE armada hasta los dientes
Carlos Pérez Ariza
Con el coronel, nuevo Zar de la santa Rusia, Vladimir Putin resoplando por el Este, la Europa de la OTAN se remueve inquieta sin el hasta ahora seguro apoyo del amigo americano. Macron se ha apresurado a exhibir su soldado volador, como un juguete bélico de la tecnología espacial, ahora que se conmemora los 50 años del alunizaje. Desde el Kremlin sonríen y recuerdan su Gran Guerra Patriótica, que arrasó al Berlín nazi. El francés quiere liderar un ejército paneuropeo por si los rusos y la quinta columna interna se ponen a tiro. Un soldado que vuela, drones y robots son las nuevas armas de la guerra del futuro. Rusos y chinos son capaces de desactivar los más complejos sistemas tecnológicos que hoy son el cerebro de los ejércitos. Dicen que ya controlan el repentino FaceApp, donde los cibernautas se retratan gratis. La guerra del presente se libra en las trincheras cibernéticas. Napoleón ya no es el emperador de la infantería. Mientras, Ormuz es un estrecho agresivo.
La nueva mandamás de la UE, Úrsula von der Leyen, hasta ahora ministra de la Defensa y mano derecha de frau Ángela Merkel, conoce bien al enemigo. Mira a su Comisión como una mesa geopolítica. Sabe que Europa está débil. La presión migratoria y el peligro que viene del Este, más los que viven dentro, han puesto a este viejo continente contra las cuerdas. No es, por tanto, fortuito que la ministra preferida de la canciller, esté al frente de la política europea. Este movimiento enlaza con el socio predilecto de estas dos mandatarias, Emmanuel Macron, proponiendo una fuerza militar propia. Alemania y Francia, unen sus fortalezas para plantar cara a los retos que carcomen a la Unión. Construir unas fuerzas armadas coherentes es un primer paso. Las implicaciones son amplias.
La incipiente España, un socio fiable por su economía, consigue colocar a su hombre en los asuntos exteriores. Josep Borrell, será el íntimo colaborador de von der Leyen en los asuntos de la diplomacia europea. Así que la troika por la defensa del occidente está a punto de iniciar sus operaciones. La nueva presidenta, verde, feminista, conservadora, defensora a ultranza del Estado de derecho, sabe que la democracia es un sistema complejo y, por eso, frágil. La idea de cohesión europeísta no ha sido suficiente para prevenir las derivas populistas a derechas e izquierdas. Los socios se rebelan, desde el Brexit al alzamiento griego y ahora la Italia irredenta. Sin olvidar los territorios separatistas internos, como Cataluña, entre otros.
El plan ruso en Europa está detrás de todo este panorama. Von der Leyen es clara. Lo ha declarado a un diario español: “Hemos asistido a conductas hostiles desde hace ya bastante tiempo. Desde violaciones de las normas internacionales (Crimea) a los intentos de dividir Europa todo lo posible. El Kremlin no perdona ningún tipo de debilidad. Desde una posición de fortaleza debemos mantener las sanciones actuales y, al mismo tiempo, seguir ofreciendo diálogo. También estamos mejorando en el desmantelamiento de los complots de desinformación y de las campañas de noticias falsas en las redes sociales. Nuestro privilegio, como democracias, es responder con transparencia, libertad de prensa y debates abiertos”.
Ante esa Rusia, cuya particular forma de democracia autoritaria corona a Putin, la idea de unas Fuerzas Armadas paneuropeas puede ser una respuesta de fortaleza ante los desplantes del ruso. Otra cosa será cómo ponerla en pie. Y no sólo por el costo, sino por las discrepancias usuales entre las tres Europas: Occidental, central y del Este. Por ahora, tenemos a la OTAN. Una de las respuestas a la Europa destruida. Fue creada en 1949 con la aún humeante Alemania divida en dos. Comenzaba la secuela de la IIGM, que se bautizó como Guerra Fría. La URSS y su ‘Cortina de Hierro’ respondieron con el Pacto de Varsovia. Aquello fue los ‘aliados’ occidentales contra la agresión comunista del Este, autoproclamados propietarios del triunfo contra el continente occidental nazificado. Las fuerzas militares equilibradas, hasta ahora, necesitan músculo.
Desequilibrado aquel Pacto, tras el derrumbe soviético y sus países satélites europeos, y el desapego de los EEUU de Trump a seguir financiando a la OTAN, los equilibrios necesitan restablecerse. Los movimientos bélicos de Rusia y la beligerancia de Irán, dan la alerta. Las últimas adquisiciones de Turquía de los sistemas rusos de defensa S-400, ha producido la negativa americana a proporcionar el pedido de aviones de combate, F35. Temen que los turcos faciliten datos técnicos de esos cazas al Kremlin. Esos misiles rusos, ahora en manos turcas, son capaces de derribar a cohetes enemigos y aparatos de vigilancia a 400 kilómetros y abatir blancos a 30 kms. de altura. La UE mantiene otro contencioso con Turquía por hacer prospecciones petrolíferas en aguas territoriales de Chipre. Han suspendido las conversaciones sobre la incorporación a la UE y han reducido toda asistencia prevista para 2020. El gobierno de Erdogan están más cerca de Putin que de von der Leyen. En ese panorama geopolítico, exhibir músculo militar es, por ahora, la respuesta de los dos grandes socios europeos.
La caida de la natalidad de europeos en la UE (sumada a la prolongaciòn de las expectativas de vida) … La invasiòn silenciosa del Islam hacia las principales capitales y ciudades europeas (a la que se agrega un desapego cultural progresivo) … El incremento de “nacionalismos locales”, junto con el renacimiento de una izquierda de cafetìn…
Ese y no otro el el caldo de cultivo sobre el que Putin sostiene sus estrategias geopolìticas para dividir y controlar “las tres europas”.
La creaciòn de un aparato militar europeo, sin la superaciòn de las tres debilidades expuestas en el pàrrafo supra, no hacen otra cosa que fortalecer la estrategia rusa.