Ahora que Violeta Friedman tiene una placa a su memoria en la plaza de la Judería de Málaga, es justo recordar hoy cuando hablamos de su lucha antinazi en Madrid
El 12 de noviembre de 1991, el Tribunal Constitucional dio recurso de amparo a Violeta Friedman tras una larga lucha contra su carcelero, León Degrelle, quien fue un alto jefe de las SS y actuó como verdugo en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, donde esta mujer estuvo internada y logró sobrevivir. Veintiséis años después se la homenajea con una placa situada en la antigua plaza de la Judería de Málaga. Conocí a la señora Friedman por teléfono desde la redacción de El Sol (Madrid). Merecía entrevistarla, porque le había ganado el pulso al nazi Degrelle, que vivía entonces en su resguardo privado de Fuengirola (Málaga). Un refugiado tranquilo desde la época del franquismo. Tras un pugilato judicial que, la sobreviviente de aquel campo de la muerte, jamás abandonó y logró ganar finalmente en 1991, se me encargó entrevistarla. Me habían advertido en la redacción que intentara esa entrevista, aunque la señora era muy reacia a darlas. La suerte, el azar o el Ángel de la Guarda, que siempre protege a los periodistas honestos, aquella mañana estuvo de mi lado. Voy a tratar de rememorar aquella intensa conversación con doña Violeta Friedman.
Doña Violeta se puso al teléfono, me identifiqué como periodista de El Sol, me dijo con su voz firme, en buen español y cortesía, que no daba entrevistas por teléfono. Le insistí en que podía ir a su casa, a un café, adonde ella dijera para hacerlo cara a cara. Se resistía, hasta que…ocurrió el ‘milagro’.
–Usted tiene acento de Caracas, ¿verdad?, dijo ella.
–Pues sí, nací en Málaga, pero he vivido en Caracas, unos 32 años, se puede decir que soy también caraqueño, venezolano.
–Pues qué casualidad, yo viví en Caracas y mis hijos nacieron allí. Y también soy venezolana. Además es usted de Málaga, donde lamentablemente se refugió el nazi Degrelle, ¿de qué quiere que hablemos?
Se había roto el hielo, la negativa a ser entrevistada, gracias a las coincidencias de reconocernos en dos ciudades de nuestras vidas. Fue una de las mejores entrevistas que hice para aquel mítico diario, que tan poco duró en el panorama de la prensa española. La otra fue en Salamanca al poeta peruano Emilio Adolfo Westphalen, que odiaba a los periodistas, pero esa es otra historia.
Tras la guerra mundial, la señora Friedman se refugió en Francia. Tras una corta estancia en Canadá de 1949 a 1951, se casó y se trasladó a Caracas, donde adquirió la nacionalidad venezolana. Allí nacieron sus hijos. En 1965, tras su divorcio, se instaló en España. Tras haber vivido en dos países de habla española, hablaba muy bien nuestro idioma. Cruzamos palabras del argot venezolano, que le traían tan buenos recuerdos. La entrevista se fue desarrollando en una cálida conversación amable, pese al duro tema que había que tratar. Este oficio tiene el intenso placer del contacto con las personas que protagonizan episodios de la vida, trágicos o agradables. Esas personas son la esencia de los sucesos de la vida real que merece la pena contar.
Violeta Friedman fue apresada por los nazis cuando tenía casi 14 años. Nacida en 1930 en Transilvania, en ese entonces Hungría, después Rumanía, fue capturada, junto a su familia, en marzo de 1944. Encerrados en Auschwitz-Birkenau, fueron gaseados, por orden directa del tristemente famoso doctor Mengele. Su hermana mayor y ella lograron sobrevivir. Se reencontraron muchos años después. En aquel campo de la muerte, conoció al SS León Degrelle a quien jamás olvidó. Al ir contando la historia de su vida, la señora Friedman, se silenciaba para recobrar el aliento suspendido al recordar aquellos días de dolor, humillación y muerte siendo tan solo una niña en medio del horror del exterminio que la rodeaba. “¿Cómo admitir la negación que hacía Degrelle del Holocausto, a veces en tono burlón e irónico, durante los años ochenta, cuando declaraba a la prensa española desde Fuengirola?”, explicaba en aquella entrevista. Ella decidió no cejar hasta darle caza. La placa desvelada la pasada semana en Málaga hace honor a esta mujer. Y está aquí porque su lucha fue contra aquel nazi fanfarrón, que vivió entre nosotros por aquellos tiempos.
En sus años en Venezuela, contaba, nunca realizó actividad antinazi. Allí había una comunidad bien integrada y respetada, que convivía en paz, sin querer recordar aquel horror. Al llegar a España, decía, se dio cuenta de que aquí la información sobre el Holocausto era muy pobre. “Al enterarme de que León Degrelle vivía en ese pueblo de Málaga, decidí pasar a la denuncia”, agregaba. Fue en 1985, cuando la revista Tiempo publicó una entrevista a Degrelle, donde negaba el Holocausto. Ella le demandó a él y a los periodistas de la revista. Empezó su larga lucha judicial, hasta que se le hizo justicia en 1991, fecha de aquella entrevista, que hoy glosamos. Ella me declaró que España había sido un ‘paraíso’ para los criminales nazis. Degrelle era su ejemplo. Había sido nacionalizado español bajo el mandato de Carlos Arias Navarro, un reconocido filo-nazi. Violeta Friedman falleció en 2000. La placa a su memoria, honra a esta mujer que nunca se rindió.