Limasa o la felicidad, jaja

20 Mar

 

Si esto fuera Finlandia, país puntero en todo, las calles relucirían por la noche y por el día. Sin cacas de perros ni de palomas, ni basura rebosando en los contenedores

¿Será que les ayuda algo la magia de la Aurora Boreal, a que destaquen tanto y vayan limpios por la vida?
¿Será que les ayuda algo la magia de la Aurora Boreal, a que destaquen tanto y vayan limpios por la vida?

 

La ONU, que todo lo mide para beneplácito de la humanidad, dice que Finlandia es ‘el país más feliz del mundo’. No es una fakenews. Ese país helado aparece, en el Informe Anual de la Felicidad del citado organismo, en el primer lugar. España, con menos nieve y más fiestas, tampoco. Málaga no ayuda . ¿Será que una ciudad no suficientemente aseada no pueda calificar entre las más felices del planeta? Ya hasta las caras felices se puede computar con algoritmos inescrutables. Desde ahora, Finlandia –ese país de las Auroras Boreales– además de sus ya comprobadas virtudes punteras en lo social, económico, político y educativo, suma la felicidad plena. Han obtenido el galardón porque los finlandeses se declaran encantados de haberse conocido. Viven con un alto producto interior bruto, magníficas ayudas sociales, alta esperanza de cumplir edad prolongada, libertad y generosidad a raudales, ausencia de corrupción y alta calidad de vida para los inmigrantes. España no está en el Top Ten. Ocupa un modesto puesto 36 en ese ranking de la felicidad. Curiosamente, los cinco primeros felices son países norteños, donde la nieve se derrite de tanta felicidad. En este orden: Finlandia, Noruega, Dinamarca, Islandia y Suiza. 

En esta ciudad no somos tan felices, lástima. Uno de los problemas mal resueltos, pendiente de solución definitiva en Málaga, es el de la limpieza. No es la primera vez que juntamos letras sobre el tema. La mejor política es no ensuciar, para tener que dedicar menos recursos a limpiar. Pero entre ciudadanos poco educados y la empresa Limasa, que gasta mucho dinero, pero es ineficaz, la casa pública sigue sucia. Un reportaje en este diario, señala las sombras que persiguen a la compañía mixta (privada/pública) desde que se hace memoria periodística. Limasa, dice un informe de Hacienda, hizo fraude en sus cuentas en 2017. La empresa pagó lo que lo reclamaba la contribución del Estado, 469.432 euros. El contrato con el Ayuntamiento de Málaga, garantiza que la parte privada recibirá un beneficio anual del 2%, como mínimo, del total facturado. Esa cláusula costó a la ciudad unos 91.000 euros. Que podría ser aceptable, si la capital de esta Costa del Sol estuviera reluciente, como si fuera una ciudad finlandesa.

Son las cuentas de la propia Limasa. El dilema político, aún por dilucidar, es qué hacer con esa empresa. Privatizar solo parte de sus servicios, hacerla pública totalmente o dejarla como está. Mientras el Cabildo decide, tanto la oposición municipal, como los trabajadores, denuncian que los socios privados recibieron, además, algo más de 2 millones de euros, un aporte que consideran un ‘beneficio encubierto’. Así, la felicidad se derrocha entre las escobas que no barren a plenitud.

Los trabajadores no paran de reclamar prebendas. Se llama, ‘paga de productividad’. Eso no hace felices a los dueños. La presión no cede. La huelga siempre está en el horizonte, como una amenaza legal, pero que a nadie saca sonrisas de contento. Una o dos semanas sin recoger la basura, con las escobas colgadas de un clavo, no da para alegrías y el mal olor se extiende con viento en contra. Limasa está en constante conflicto laboral. Sostienen un permanente pago de bonos extras. En 2017, algo más de 923 mil euros. En 2016, otros 800 mil. Guarda en caja casi 3,5 millones para flecos por abonar, si la sentencia en los tribunales favorece a la plantilla, cosa que esperan. Por si fuera poco, tendrá que desalojar este año los terrenos que ocupan en La Térmica. No sin antes renovar el 40% de la flota de vehículos ya caducadas. Son unos 78, usados para recogida, limpieza y baldeo. Va a ser sustituida a un costo de unos diez millones de euros. No hay alegrías ni felicidad alguna en el horizonte de la limpieza en Málaga.

Hay que mirarse en ese espejo diáfano de Finlandia. Un país con solo cien años. Tiene ahora unos 5,5 millones de habitantes. Han conseguido la igualdad plena y una educación ejemplar. Una Arcadia feliz, donde la limpieza de sus ciudades no se menciona, porque brillan a la luz vaporosa de su clima limpio. Tal vez los directivos de Limasa deberían invertir en un viaje de estudios y adoptar sus experiencias en Málaga. En 1906, apenas naciendo como nación, las mujeres ya tenían derecho al voto. El permiso de paternidad es igualitario, se prolongan hasta en seis meses. La protección infantil es uno de sus sellos de igualdad. Desde la década de los años 30 del pasado siglo, instituyeron la caja-cuna: ropa, pañales, etcétera, que le da el gobierno a las familias de los bebés. El índice de pobreza es el más bajo del mundo. Su sistema educativo público el mejor del planeta, gratuito hasta el bachillerato y no hay universidades privadas. El sistema sanitario es similar al español. En fin, que si no fuera por el prolongado invierno polar, irse a Finlandia se podría pensar. A uno lo echa para atrás ese gélido cierzo tan del norte, que hiela las ideas. No obstante se declaran felices de lo que tienen, claro son finlandeses.

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