Cuba llama a España

25 Abr
Cuba toca la puerta de España

 

Cuba se perdió en 1898 y el dolor clamó al cielo. Fue un pésimo comienzo del nuevo siglo XX. Desde 1986 España se ha ido alejando de la isla y la UE redujo al mínimo sus relaciones diplomáticas

No es casualidad que el cubano canciller, Bruno Rodríguez, se haya dejado de caer por Madrid con la invitación oficial para que España vaya de visita a La Habana. El momento lo amerita, aunque el gobierno español ha estado ausente del proceso de apertura iniciado por Barack Obama. Es de rigor acercarse a España, que es como hacerlo con toda la UE. Ahora que el nuevo regidor de la Casa Blanca no mira hacia el Caribe y no cree en la política de abrir las puertas al comercio con Cuba, sin antes ver cómo esos comunistas cubanos se convierten en fervientes demócratas al estilo republicano. Además, el aparato del partido comunista cubano ve cómo la inmensa ayuda de su gobierno títere en Venezuela se agota y disminuye. De los 100.000 barriles de petróleo/día, sólo llegan ahora unos 30.000 y las previsiones son que puede disminuir aún más. El maná venezolano va dejando de caer. Y la situación de insurrección popular que enfrenta a Nicolás Maduro no augura nada bueno para la economía cubana, que fue salvada por la ayuda del difunto comandante Hugo Chávez. Pero a Cuba siempre le quedará España, y el Estado español debe recuperar el tiempo perdido.

Desde el régimen franquista (los dictadores se aprecian, sobre todo aquellos, gallegos ambos) se realizó un desembarco empresarial en la entonces revolución cubana, que asombraba a la inteligencia toda de la América Latina. La disidencia se fue ampliando y hasta la izquierda divina francesa abjuró del estalinismo versión tropical que impuso Fidel Castro. Convertido el Che en icono postmoderno y la isla sometida al bloqueo americano, el aparato cubano puso en marcha el asalto a Venezuela, tras la caída del bloque soviético, que era su único sostén económico. La real-politik se impone ahora. La Madre Patria, puede echar un cable a la depauperada economía de la patria de José Martí.

Actualmente hay unas 250 empresas españolas en la isla. Es indudable que necesitan el apoyo institucional del gobierno español. La expansión de nuevas oportunidades de inversión tiene en este momento su gran oportunidad. Es cierto que Cuba deberá facilitar los trámites, negociar el reparto de beneficios (ahora sumamente rígidos) y atraer a las empresas españolas de todo tipo. España también necesita seguir saliendo al exterior para exorcizar el prolongado período de crisis financiera. Se ha perdido demasiado tiempo. La política inflexible de la administración Aznar, similar a la que mantienen hoy los republicanos estadounidenses no dio resultado. Cuba siguió aislada y no permitió apertura alguna hacia una democracia real. Obama marcó el camino: rescate de la economía, libre mercado y ya llegará la democracia. Lo que no se sabe con este experimento es cuánto tiempo tardará en llegar la libertad a Cuba. La impronta castrista lleva ya más de medio siglo.
En todo este nuevo panorama de normalización de las relaciones diplomáticas y comerciales entre EEUU y Cuba, España ha estado ausente. Francia, que nunca se ha perdonado que la América Latina no hable francés en lugar de español, se adelantó y olfateó el cambio. François Hollande fue el primer mandatario occidental en pisar la isla tras el acuerdo cubano-estadounidense, y llegó a los seis meses. Otros le han imitado sin perder tiempo. El propio Barack Obama, el alemán Sigmar Gabriel, el presidente chino Xi Jingping, la representante de la UE Federica Mogherini y rematando las visitas, el propio Papa Francisco. España no. Distraída en el revuelto ruedo hispano, mirar hacia el Caribe era una diversión ajena. Desde 2014, cuando los EEUU anunciaron que querían ser amigos del gobierno cubano, España ha estado fuera de ese juego, a pesar de ser el tercer inversionista en la isla a nivel mundial y el primero europeo. Ahora, ante la visita del canciller cubano, la administración de Rajoy ha reaccionado. Más vale tarde que nunca, parece pensar el ministro español Alfonso Dastis. Pero la iniciativa ha partido de Cuba, no de España, no se puede obviar ese dato, Cuba siempre ha jugado en el tablero internacional, pese a ser un pequeño Estado aislado.

La visita oficial de España a Cuba debe programarse antes de febrero de 2018, fecha clave ya que Raúl Castro ha anunciado que abandonará el poder ejecutivo. Así que es probable que se concrete antes de fin de este año. Una de las principales fuentes de ingreso del paraíso comunista del Caribe es el turismo. En eso España tiene algo que decir y puede hacer mucho. De hecho las principales inversiones allí son en ese sector. Es el momento de incentivar e incrementar el desembarco en esos negocios. Cuba parece estar dispuesta a abrir la puerta de la economía de mercado, no le queda otra opción tras haber perdido el soporte soviético y ahora el bolivariano, ese experimento fallido del gran manipulador político que fue Fidel Castro. Si instaurado y desarrollado ese mercado sobrevendrá la libertad y la democracia, está por verse. Mientras tanto, España puede aportar su experiencia y hacer buenos negocios al mismo tiempo. Si eso hace que la clase media cubana se cree, consolide y crezca, seguramente querrán dejar atrás la pesadilla de ese Estado policial y controlador de la vida de los ciudadanos. Cualquier parecido con la Venezuela chavista no es casualidad.

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