Huracanes

11 Oct

El huracán político español

Aunque por este mar sólo llegan a tormentas, suelen sorprender por su duración. El que tenemos encima cumple ya casi diez meses

Uno de verdad, mortífero por donde pasa, ya afloja su fuerza y se va diluyendo en su propio viento que lo alimentó. Se llama Matthew y se ha cebado con Haití esa media isla olvidada por los dioses. También ha castigado a la población más antigua de Cuba, Baracoa, fundada por los descubridores españoles hace 505 años. Por la costa Este de los EEUU, ha soplado ya como menos violencia, aunque también lo han sentido sobre sus cabezas. Ver las imágenes del rastro del huracán hace pensar en lo frágil que somos ante las furias naturales desatadas. También lo somos ante las que echan sobre nosotros las torpezas de los políticos, que piden votos para gobernarnos. Estos nuestros, los viejos veteranos y los púberes ansiosos, se han hecho expertos en desgobernar durante lo que va de este año. Esta semana se espera en los titulares el segundo cara a cara televisivo de Trump y Clinton. Una campaña americana inédita, pues puede dar como presidente americano a un multimillonario xenófobo o a la primera presidenta. A su manera viven también dentro del ojo del huracán.
Huracán Rajoy. Es persistente, como buen gallego. Se aferra al poder y lleva un año como presidente del gobierno de España a su peculiar manera, un interino veterano en resistir. Cercado en su fuerte apache particular, no se le ve cómodo, pero tampoco excesivamente inquieto. Echó las cartas de los votos, sacó cuentas e imperturbable mantiene su cara de póker. Sabe que lo más urgente es esperar, escucha los gritos de los bancos europeos y les dice que aguanten, que él es la mejor y única garantía de que cobren, tarde pero seguro. De frente tiene a dos enemigos principales: los separatistas y la neo-izquierda. Pero es un buen contador de votos y por eso dice que en la Cámara los diputados son los que son y su grupo tiene más que los demás, si se cuentan individualmente. Tiene la seguridad de un nuevo socio, frágil, pero ya en el saco. Está tan seguro de su reelección aún en minoría, que torea con frialdad de matador los titulares de la corrupción, que señalan día tras día a sus compañeros de partido, dentro de su propia casa y en el eje que va de Valencia a Madrid. Un huracán imperturbable que avanzan lentamente barriéndolo todo a su paso. Un clásico ya de las tormentas del Mediterráneo. Y es que en el Sur se cuecen estas tragedias, que tanto espantan a los del Norte financiero.
Huracán Sánchez. Fue un torbellino que se desinfló antes de tiempo. Surgió desde las bases socialistas con la mayor fuerza para convertirse en presidente. Ante la avalancha por su izquierda, reivindicó un discurso extremo. La izquierda soy YO. De aquella orilla marxista, devenida en socialdemocracia, rebobinó la película para recoger la bandera de los pobres de la Tierra. Se convirtió en adalid del cambio. Su enemigo se le señaló, como una aparición en un sueño premonitorio: la derecha de Rajoy. Todos contra él y surgió el emblema de su huracán particular: ‘NO es NO’. Un radical más extremo que los supuestos abanderados de la neo-izquierda del siglo XXI. Los que pescan en río revuelto, esos oportunistas de la Cataluña separatista lo escucharon venir. Los vascos igual, siempre atentos a Madrid. Pero este huracán tuvo escaso alimento en las urnas. Los votos nunca le acompañaron y esos vientos amigos se le volvieron en contra, frenaron su avance y le hicieron callar.
Huracán Fernández. Surge de la nada, como los vientos que se preparan al volver la esquina y te dan en la cara. La historia política es así. Te elige sin previo aviso. Te cae un mandato y debes estar preparado. Este lo está. Ha fijado el blanco para acertar. ‘El debate sobre la abstención (que permitiría a Rajoy formar gobierno) es táctico, no ideológico’. Ve con claridad que la permanencia del PSOE en el horizonte político pasa en este momento por evitar nuevas elecciones. Es una opción que les dará tiempo para recomponer a su partido, drásticamente golpeado por el huracán amigo de Sánchez. Nadie lo ha dicho con tanta claridad. ‘Abstenernos no es apoyar. Eso es un concepto muy primario de la política. La política no es poesía, es prosa. No es sentimiento, es razón’. Fernández juega peligrosamente dentro de sus filas. Pero parece interpretar el momento de su partido y de España en medio del torbellino que azota desde hace ya diez meses.
Huracán Susana. Es una formación que parte del Sur y que aún no se manifiesta como tal, pero que sopla sin aflojar el ritmo. Marca el rumbo y mantiene firme la mano en el timón. Posee la fuerza que le dan las urnas. El voto la quiere y ella les devuelve ese cariño. Es un huracán que mira al futuro y no distrae el rumbo. Está detrás de los vientos que abren camino. Si el huracán Sánchez volviera, si se diera la vuelta para coger nuevas fuerzas, tendrá que enfrentarse a esos vientos contrarios. No serán fáciles de vencer. El PSOE ha sido víctima de sus propios torbellinos. Controlarlos y hacerlos productivos es la tarea en la que tienen que estar. Un huracán que gobernó no tiene porqué dejar de soplar en la dirección correcta. España está acostumbrada a vivir entre huracanes y siempre de las cenizas ha sabido resurgir.

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