Los Picasso de Vizcaya

18 Oct

Las impresionantes imágenes rupestres de Armintxe

Encuevados, pintaban a sus animales con la habilidad de ilustrados. Otra cueva española que sorprende por la perfección en el trazo y su antigüedad

Decía Pablo Picasso que cuando llegara a pintar como un niño, alcanzaría el más alto grado de su oficio. Se le adelantaron unos cavernícolas ibéricos. Hace 14.000 años, unos antepasados de esta península europea, recogidos del frío y los peligros de la noche, pintaban sus recuerdos para el futuro, sin saber que habría alguno. No tenían gobierno ni falta que les hacía. No tenían un lenguaje estructurado, pero sí dominaban la imagen y una técnica que, desde sus cerebros, pasó a la piedra para siempre. Unos espeleólogos, que insisten en recorrer cavidades interiores por Bizkaia (Vizcaya) han encontrado en la cueva de Armintxe, localidad vizcaína de Lekeitio, unas cincuenta pinturas a escasos 50 metros de la entrada de la gruta. La prensa le ha abierto un hueco en sus titulares, tiene trascendencia mundial. Entre tanta noticia política del desasosiego, que diría Fernando Pessoa, estas pinturas rupestres tienen el color y el sabor de, por fin, una buena noticia.

Hay otras inquietantes, como la que acaba de anunciar Raimonda Murmokaité, presidenta del Consejo de Seguridad de la ONU. Oficialmente estamos ante la Tercera Guerra Mundial, ya que se considera que si hay cinco países o más en acciones bélicas contra el Daesh/ISIS se puede declarar tal estado bélico. Le han declarado la guerra total EEUU, Rusia, Francia, Alemania, Irán e Irak, por los momentos. En realidad el prólogo de esta nueva guerra mundial fue el 11 de septiembre de 2001, cuando cayeron las Torres Gemelas de Nueva York. La crisis financiera se mascaba por Wall Street.
Por el patio político local, la abstención con condiciones se abre paso y ya el 12 pasado, en Palacio, en los corrillos habituales de ese día de fiesta nacional, era un secreto a voces la salida institucional y el NO a la tercera vuelta electoral. No obstante, el recreo del gobierno en funciones no ha terminado. Los catalanes insisten en su referéndum secesionista. Los vascos siguen en su laberinto para gobernar en precario y con la armas de la ETA escondidas, por si acaso. Desde Bruselas, los hombres de gris se están vistiendo. El podemismo, que ha asaltado el poder municipal, reniega de las instituciones militares y repasa la historia del genocidio perpetrado por sus antepasados hispanos en las tierras descubiertas por Colón, quien ya no es catalán como decían. Estos neo-posmodernos, cuyo castro-marxismo huele a humedad tropical antisistema, a quienes los procesos democráticos les produce urticaria, están a la baja en todos los sondeos. Respiran aliviados de que no vaya a haber una tercera elección en diciembre.
Por eso, los antepasados ibéricos que pintaron esas paredes de piedra protectora, dan una lección a estos hispanos actuales. Con esos dibujos nos demuestran un alto sentido de la organización y una cultura de la unidad. Nos gritan desde esos 14.000 años que esta tierra tiene historia. Que llegar, sobrevivir, hasta aquí ha sido un largo camino de construcción de una idea de espacio, de nación, que se concretó hace unos 500 y pico de años, cuando dos reyes unieron sus territorios y fundaron el primer país nacional de Europa, abriendo las puertas a la modernidad. Eso pasó por la empresa más arriesgada de aquella nación en ciernes: el presupuesto para un ‘loco’ llamado Cristóbal Colón. Juzgar hoy esos acontecimientos políticos fuera del contexto histórico es demostrar una ignorancia garrafal o responde a intereses perversos y basados en la destrucción de este orden democrático imperfecto, pero al que hay que corregir desde dentro. Empezando por reconocer que el sistema de partidos está corrompido en sus raíces. Que allí dentro se aprovechan algunos rápidos negociantes, pero que quienes mandan han hecho la vista ciega. Que, seguramente, cuando el patio nacional se calme, habrá que plantearse revisar el sistema electoral, para que los jefes electos no se perpetúen en el poder más allá de 8 años. Son tiempos de cambio de verdad y en profundidad, sin miedos, como cantó y canta aún, Bob Dylan, el premio Nobel más polémico de la historia de la literatura, desde que se otorga ese máximo galardón.
En este mundo de sorpresas, donde las novedades ya no sorprenden a nadie. Donde la neo-prensa de las RRSS mienten y vilipendian a niños y mujeres indefensas sin que la justicia sepa muy bien cómo actuar contra la inquina y la maldad. Donde ocurre que la mentira retuiteada se convierte en una probable verdad, cerrando el círculo abierto por el doctor Joseph Goebbels, como nunca imaginó. Aquellos seres de las cavernas españolas nos demuestran que hay un aliento para la esperanza, que un dibujo en la piedra puede salvarnos al recordarnos que no venimos de la nada. Que aquí hay más historia de la que queremos recordar. Conocer ese pasado nos hace más fuertes en este presente, que nos lleva de la mano de ocurrencias, en sobresaltos cada día, con una nueva bandera colgando de un ayuntamiento, con un decreto prohibiendo algo que a nadie importa o declarando que la casta debe morir para ser sustituida por otra peor aún.

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