España va a entrar en el libro Guinness por ser capaz de producir terremotos encadenados. Aunque los verdaderos seísmos diarios son los recortes salariales
Quien no tiene ni encuentra trabajo está condenado sin haber cometido delito, pero quienes sí lo tienen (empleados públicos) parecen que se les quiere cobrar su calidad de trabajadores rebajándoles el salario, una y otra vez desde hace cuatro años, y aumentando las exigencias del horario laboral. España mejora a la vista de los poderosos mercados, pero territorios como este que pisamos a diario, llamado Andalucía, sigue lejos de esa convergencia con aquella utopía del Estado del bienestar. Desde la administración autonómica se avisa ‘sangre, sudor y lágrimas’, las huchas vacías no dan para más. IU, el socio se mosquea.
Los presupuestos andaluces estarán ‘al límite’, anuncia la consejera de Hacienda. La junta recortará, aún más la inversión pública, casi ya inexistente y reducirá de nuevo los salarios de los empleados a su cargo. El recorte es tenebroso, 1.200 millones menos que en 2013, incluso tal vez más. El ajuste viene por la imposición del Estado central, que dará menos dinero y por las exigencias de la troika que fijó en 1 por ciento el déficit máximo. Se verán afectadas las partidas de las políticas activas de empleo, 20% menos; programas de educación, 13% a la baja. La inversión en obras de infraestructura nueva o su mantenimiento, vienen en deterioro creciente. El dinero de este año se redujo a niveles de 2004. Toda obra nueva está paralizada y seguirá así.
Estos malabaristas de los presupuestos andaluces dan por sentado que los empleados públicos tampoco cobrarán las tradicionales pagas extras de verano y navidad en 2014. La Junta maneja una nómina de 260.000 sueldos. Los sindicatos aseguran que estos asalariados han perdido, en cuatro años, un 30% de sus emolumentos. El horizonte es oscuro y tormentoso. La región, con una desempleo del 27% de la masa laboral, exige a sus empleados nuevos sacrificios. La paga extra del verano pasado se redujo en un 50%; y la de la próxima navidad está ya igualmente recortada a la mitad.
Si bien es cierto que los socialistas y sus socios comunistas en el gobierno andaluz, miran con lupa los números para recortar sólo lo indispensable en educación, sanidad y asuntos sociales, el dinero que hay es el que es. Sin embargo, las decisiones acerca de crear empleo no se vislumbran por parte alguna. El gobierno andaluz se enfrenta a seguir adelgazando, aunque la consejera, ha dicho que ya no queda grasa por ninguna parte. El régimen ha llegado a su final, la anorexia presupuestaria se impone como ley. La posibilidad de vender activos, unos pírricos 350 millones en inmuebles, no ha tenido éxito ninguno. No hay quien compre ni a precio de saldo.
Cuando no hay recursos todos los males se agravan y redimensionan. Los socios gobernantes empiezan a tirarse de los pelos. Las tensiones comienzan a sentirse en Sevilla, en medio de un gobierno liderado por una nueva cabeza, Susana Díaz, que ha tenido la osadía de señalar la soga en la casa del ahorcado y por micrófono abierto. Desde las consejerías lideradas por los comunistas de IU, se plantean fórmulas imaginativas para recaudar dinero. Por ejemplo, un impuesto revolucionario a las grandes superficies comerciales, unos 15 millones de euros anuales, destinados a promocionar a las pequeñas y medias empresas; aunque ellos lo llaman tasa, que no impuesto. Hablan de expropiar las tierras baldías no productivas, en memoria de la anhelada reforma agraria stalinista, que condenó a la miseria y el hambre a millones de rusos. Es que hay que leer la historia, y no sólo para recordarla, sino para escapar de los mismos errores. El eurocomunismo pasó por aquí de puntillas.
Pero de crear empleos directos, a ninguno de éstos se les ocurre nada. Con un millón y medio de parados ya les valdría proponer alguna idea al respecto. Gobernar en estos tiempos no es nada sencillo, y recaudar a base de más carga tributaria es el camino fácil. Ya uno de sus más mediáticos dirigentes, el del pañuelo palestino al cuello, ha demostrado que expropiar terrenos y asaltar supermercados es una práctica que el ideario andaluz de ‘tierra y libertad’ reivindica con orgullo. Pero esas peripecias no crean ni un solo puesto de trabajo. Los socialistas llevan esa carga al hombro con el desagrado de gran parte del PSOE, que pese a su corazón rojo son socialdemócratas de nuevo cuño. El fantasma a abatir se llama desempleo