La Fundación de los hombres libres

19 May

Son innumerables las ocasiones en las que nuestra ciudad se enfrenta a cuestiones de calado que, según la acción -o inacción- de la ciudadanía se afrontan de una manera u otra.

El devenir de la sociedad está convirtiendo a nuestras ciudades en lugares de esparcimiento, pernocta y consumo, dando de lado a la conciencia propia que los territorios deben tener de la mano de sus habitantes.

Una sociedad apática es del todo beneficiosa para según quien, pero en líneas generales, resulta inútil para aquellos que consideramos necesario el discernimiento y los valores elementales de las generaciones y su papel en la vida de Málaga.

Así, a día de hoy, nos topamos con una ciudad que afronta grandes dilemas sociales y culturales a la que le costará trabajo encontrar en sus gentes un foro solvente para debatir al respecto de ellos.

Ante esta situación, siempre aparece un arma positiva pero poco atractiva para la mayoría por no estar revestida de fuegos de artificio ni colorines salidos de la pantalla de un móvil: la enseñanza.

Algo tan básico, elemental y al alcance de la mayoría -ahora- es despreciado por muchas personas por no resultarle del todo importante, sin saber que en ella reside el futuro esperanzador de nuestro pueblo.

Y ante esa confianza por que la educación fuera y sea hilo conductor de hombres y mujeres con criterio en este mundo, fue donde se situó la Iglesia de Málaga hace décadas para comenzar a fomentar la educación en todos los lugares posibles.

Así, nacieron los Patronatos que aglutinaban a los diversos perfiles de centros educativos que prestaban servicio a las generaciones futuras. Desde los colegios Diocesanos de Málaga y su bachillerato de Santa Rosa de Lima hasta las antiguas escuelas rurales que se convertían en la única esperanza para todos los niños y jóvenes que vivían en espacios deprimidos o inaccesibles.

Al leer estas palabras últimas -escuelas rurales-, cualquiera pudiera pensar en el Florido Pensil de Sopeña inspirado en la época de la Enciclopedia Álvarez. Épocas pretéritas que, lo analices como lo analices, hicieron que los jóvenes jamás cayeran en el olvido de la educación y formación sustentadas por unos valores básicos y fundamentales.

Y es ahí, una vez atravesadas las primeras décadas del auxilio formativo que emprende la Iglesia, el momento en el que sale a la luz la figura del organizador y creador de algo que, a día de hoy, convierten a Málaga y su Iglesia en ejemplo de entidad entusiasta en el ámbito de la educación: El Cardenal Herrera Oria y la Fundación Diocesana de Enseñanza Santa María de la Victoria.

“Primero hacerlo bien, y después al servicio de los católicos” era el lema que aplicaba a diario aquél que fue Abogado, Periodista, Político y Sacerdote llegando a ser Cardenal de la Iglesia Católica y durante diecinueve años Obispo de Málaga. Un perfil alto que entendía que la educación era fundamental pues, de nada serviría la palabra de Dios si no podía ser leída ni comprendida por los fieles. Y es de esta manera, a través de la formación y con el sustento ideológico del brillante Papa León XIII, como gracias a su empeño, consiguió crear más de 200 escuelas rurales en capillas e iglesias de toda la provincia de Málaga hasta convertir la educación en una necesidad tan fundamental como el agua o la luz.

Bien pudiera parecer que este tipo de hechos eran fruto inequívoco de los devenires sociales y políticos de la época y por lo tanto carecen de valor real. ¿Eso creen? Pues parece ser que no. Y es que a día de hoy -en una sociedad con carencias de valores y compromiso- la Fundación Diocesana de Enseñanza se ha convertido en la mayor empresa educativa de Málaga y su provincia con decenas de colegios, escuelas rurales y miles de alumnos guiados por centenares de profesionales de la educación con una solvencia suficiente como entidad para tener que vivir de auspicios ajenos.

Y ésta es una realidad que la gran mayoría de personas en nuestra ciudad puede llegar a desconocer. La Iglesia de Málaga gestiona a través de su fundación decenas de centros que consiguen educar con un nivel extraordinario a miles de niños que son el futuro de nuestra sociedad y lo hace con una solvencia y nivel extraordinario dentro y fuera de la capital.

Y es que a día de hoy siguen existiendo escuelas rurales en capillas o iglesias de la provincia de Málaga que sirven para aglutinar a niños de entornos desprotegidos por su lejanía para que encuentren en la educación el pasaporte para una vida libre y autosuficiente. ¿Sabían que sigue habiendo escuelas rurales donde alumnos de diferentes edades reciben clases gracias al compromiso de la Fundación Victoria? Seguro que no.

Y es por eso que es bueno conocer todas las realidades de un mundo poco valorado pero que, sin duda, resulta ser el más valioso en la vida de cualquier ciudadano. Es fácil fijarse en el destello colorido de lo efímero que nos proyectan a diario pues, gracias a él, muchos consiguen que no seamos consciente de lo mucho y bueno que se hace a nuestro alrededor desde diversos ámbitos pues no les interesa.

Pero la Iglesia en Málaga puede y debe estar orgullosa de una empresa que, a día de hoy, es ejemplo nacional en la gestión de entidades educativas de primer nivel de la mano de su Presidente, Don José Sánchez Herrera, al que con probabilidad hayan visto caminar por la calle como “un Cura más” pero que es el responsable del salto de calidad, proyección y nivel que ha adquirido la Fundación en las últimas décadas con ejemplos destacados como la implantación de Foovy, la mayor escuela de idiomas de la ciudad donde cientos de alumnos consiguen y certifican su nivel de inglés de cara a un lograr un porvenir digno.

¿Y todo eso es Iglesia? Por supuesto. O al menos así lo entendemos muchos. Pues pocas formas de evangelizar existen mejores que aportando al prójimo las herramientas suficientes para tener la libertad de conocimiento que nos dirija por el camino correcto.

Nuestra ciudad es ejemplo de muchas cosas buenas más allá de todo lo relacionado con los turistas y el sol y uno de sus ejemplos más ricos es el de la Fundación Diocesana de Enseñanza Santa María de la Victoria que ahora celebra su día.

Es momento de aplaudir y valorar a quienes apostaron y apuestan por grandes proyectos en nuestra tierra. Es hora de reconocer la labor de la Iglesia bajo las directrices de nuestro Obispo de manera discreta en proyectos sociales que benefician a la generalidad sin centrarse en el bombo y platillo y sí en el nivel conseguido. Toca aplaudir a los responsables que logran a diario que el proyecto crezca y que cientos de profesionales, jóvenes, preparados y solventes, hagan de las generaciones futuras de nuestra provincia personas libres, capaces y formadas.

Viva Málaga.

 

 

 

 

 

 

 

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