El río de Gudalmentira

1 Sep

Hace unas horas mal contadas nos topábamos con una grata noticia y es que nuestro Alcalde anunciaba que estaban trabajando en un proyecto para arreglar, por fin, el cauce del río Guadalmedina.

Y cómo será la cosa de extraña que, tras el anuncio, la mayoría de las personas que han conocido la noticia han optado por reírse y tratar con guasa el asunto.

Nadie se lo ha tomado en serio. Nadie ha salido a preguntar por el tema en condiciones. No hay una voz plural y general que alabe la noticia. Y resulta desolador pues, a día de hoy, uno de los puntos más grotescos y negativos que tiene Málaga es ese desastroso cauce seco que corta de un tajo la ciudad y proyecta esa imagen de dejadez, desidia y suciedad.

Pero así somos y así está la cuestión cuajada en surrealismo.

Málaga tiene un tumor enorme en pleno centro. Y se expande de manera irremediable pues la porquería solamente arrastra porquería y de lo contrario acaba contagiando a las partes más sanas.

El cauce del río seco, es un verdadero estercolero que proyecta la peor imagen posible de la ciudad: Suciedad, abandono, mobiliario completamente destruido, perros haciendo popó, muchachos dando clases particulares de pintadas con espray, ciudadanos jugando al vóley creando una estampa propia de cualquier recreo de un presidio, skaters partiéndose las corvas e incluso alguna pilingui despistada –o no- debajo de los puentes haciendo ofertas. Y todo eso, queridos amigos, sucede a pocos metros del CAC, de la Alameda y su remodelación, de la entrada del metro, del Corte inglés o de las purezas más señoriales como son la Virgen de los Dolores y la Esperanza.

¿Y qué opina de ello cualquier forastero? Pues no se lo explica. No entiende cómo la Málaga tan moderna de los museos y la apuesta cultural permite dicho desperfecto. ¿Cómo se pueden gastar dinerales en pintar partes traseras de edificios con cositas modernas o ratas asquerosas pero se tolera el estado de abandono del río con los cristales de la pasarela rotos desde hace años?

¿De qué sirve querer ser capital de la innovación si tenemos que poner macetas para que tapar nuestras vergüenzas con un sistema rudo e infantil?

Nadie sabe bien los motivos por los cuales no se toma la iniciativa ante algo tan demoledor como es el río. Y es de extrañar pues desde mil novecientos noventa y cinco lleva el Partido Popular en el gobierno del Ayuntamiento. Que se dice pronto y es, por cierto, de aplaudir pues será señal de que algo se hace bien. Pero no tiene sentido que en casi veinticuatro años de mandato no se haya solucionado algo de una importancia tan vital.

¿Motivos? No se sabe. Quizá el dinero. Quizá que se trata de algo de una importancia vital que va más allá de ceder un solar a una Cofradía o a una baronesa.

Pero el resultado es que aún no se han puesto de acuerdo Junta y Ayuntamiento para sacar adelante este proyecto. Pero incluso ahí llega la mentira. Y es que siempre se acude a los estamentos superiores para justificar que el asunto no avance.

Sin ir más lejos, mientras escribo estas líneas y tras el anuncio oficial, hoy ya se sacan los perdigonazos de los adláteres para anunciar que el ayuntamiento ya espera el oquei de la Junta para la vía verde del Guadalmedina.

¿Y qué se consigue con eso? Dos cosas fundamentales a día de hoy para sobrevivir en política sin hacer las cosas bien: intoxicar y confundir. Y es que de repente parece que el río es una cloaca por culpa de los gobiernos autonómicos o centrales. Y no. Puesto que si el río fuera una prioridad real del gobierno local ya llevaría arreglado bastantes años. ¿Pruebas? Muchas. Las más cercanas en Granada o Almería donde, de manera brillante, crearon hace ya un tiempo más que respetable un gran bulevar sobre el árido con peligro de inundación.

Y es por eso finalmente que, el ciudadano medio, acaba tomando a broma algo tan gravísimo y de urgencia como la reparación de nuestro río Guadalmedina. Pero al ser tan evidentes los infinitos recursos del Alcalde y sus gentes para marear la perdiz que el malagueño toma la calle de la sonrisa absurda y deja que pase la comitiva del truco y la trola.

Y así nos va. Y así le va a Málaga. Que tiene un centro que, al pasar la Alameda, provoca el bochorno de cualquiera al ver ese desastre tan absoluto y que, aún sin un gran proyecto de embovedamiento, bien pudiera ecnontrarse en un estado mucho más digno.

Pero cuesta trabajo pensar que tal cosa suceda. Porque hasta ahora no se ha dado el caso y el proceder siempre ha sido el mismo. Por eso, cuando se acercan las fechas electorales, comienza la maquinaria de la mentira a funcionar. Y se alegran las gargantas al soltar cuentos sin fin cargados de realidad y verdad necesaria para la ciudad. Y es tan así, que ahora ha vuelto el asunto del río a la agenda municipal. Por eso ya sacan noticias sus colegas diciendo que todo está a pique de un repique. Y que ahora sí que sí. Y que si al final la cosa no cuaja, no lo duden, será por culpa de los demás.

Y por eso nace la pena. La que sí sigue la corriente del seco Guadalmedina. Por eso todos nos reímos cuando se habla de ello. Pero realmente la carcajada lo único que hace es ocultar el lamento. Ese pesar que nace de cualquier malagueño responsable al observar a diario esa estampa fea y dañina para nuestra ciudad.

Acabarán cambiando el nombre al río. Y se bautizará como el río Guadalmentira. Pues es de lo único que se llena su cauce cuando llegan las elecciones. De lo demás…ya tal. O si no le preguntamos a CIEDES. Que seguro que están a tope con el asunto.

Lo dicho. Nunca subestimes la capacidad de esta ciudad y sus gobernantes para sorprendernos. Siempre. Repito. Siempre, podrán sorprendernos un poquito más.

Y quién sabe… igual el telesferico a Gibralfaro puede comenzar en el bulevar del Guadalhorce en su intersección con el puente litoral. Todo es ponerse. Ponerse a engañar.

Viva Málaga.

 

Una respuesta a «El río de Gudalmentira»

  1. No creo que nuestro “Guadalmentíra” tenga una solución fácil. Pero me jode que se rían de los ciudadanos, legislatura tras legislatura, unos gestores de lo público incapaces y una presumidilla y arraigada en la ciudad élite de técnicos, que no terminan de aportar soluciones viables y definitivas al río de nuestras vergüenzas.
    Don Francisco de la Torre Prados, ya nos ha demostrado que necesitaría otros 28 años con mayoría, para dejar el río como está.

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