Ha tenido que llegar la fiscalía para poner un poco de orden formal en algo que sabemos que es así desde primera hora. El asunto de los azulejos de cuarto de baño de colores con formas raras pegados por las calles de nuestra ciudad no es sino una campaña publicitaria y comercial para una futura exposición en el CAC con sus consiguientes dineros al bolsillo.
No es de extrañar pues se trata de una campaña publicitaria de lo más común. Poner un cebo en las calles sin dar mucha explicación y sin saber bien qué es, es algo más antiguo que las moñas de jazmines. Pasado un tiempo y tras el meneo social, un día aparecen y oh sorpresa.
La diferencia sustancial de este tipo de campañas de manera normal y la barbaridad de Francés es que, en el primer caso, se trata de una campaña clásica pagada con dinero en soportes creados para tal uso.
En el segundo caso y partiendo de la base de que se trabaja con dinero público, resulta impactante esa ocupación grotesca del espacio público y con la connivencia, presuntamente, del propio ayuntamiento malacitano. A estos términos hay que añadirle algo aún más llamativo y es que tienen los santos cataplines de colocar estas historias en edificios protegidos.
Si estuviéramos hablando de un perfil de ideólogo distinto podríamos asumirlo como algo atrevido, un pelín pasado de frenada pero con buena intención y con ganas de fomentar y menear la cultura malacitana.
Sabiendo del costal del que proviene la harina, no queda otra que asumir una vez más la capacidad que tiene este señor para hacer, dentro de unas líneas básicas, lo que da absolutamente la gana en esta ciudad, llevándose por ello además pingües beneficios.
Asusta pensar que alguien que cobra mucho dinero público por hacer una labor, pueda campar a sus anchas por Málaga para promocionar aún más sus asuntos y poder ganar más. Y es que resulta evidente que, a fin de cuentas, todo lo relacionado con Invader le viene de perlillas al cántabro pues, con el aparente permiso municipal aprovechando viviendas y edificios protegidos, está usando sus muros como espacios publicitarios para la exposición que hará en el museo que explota y que se traducirá en mucho merchandising para vender en su tienda posteriormente. Una maravilla.
Pero da igual. No pasa nada y todo se mantendrá como está. Los contratos se prorrogan por arte de magia y silencios que bien valen un museo. La ciudad continúa ciega ante el trajín de algunos en búsqueda del todo por el menos posible. Y además, siempre, con el callado aplaudo por eludir la crítica de muchos personajes relevantes que de tonto no tienen ni un pelo pero que sorprendentemente no dicen ni mu.
Y no lo entiendo. No me explico cómo hay voces públicas que son capaces de tratar con ligereza algo que canta y huele desde Periana hasta Nueva York. Pues se hace. Y se habla o escribe suave, suave, su su suave. Y se reconoce pero se pasa la tortilla al otro “Sí, sí, está mal poner un azulejo cutre en la pared de un BIC…pero que arreglen mejor la pared del BIC” ¿Hola? Sí. Málaga nos regala a veces estos azarosos comportamientos que nos dejan anonadados a gran parte de los seres que en ella habitamos.
¿Y por qué? ¿Cuál es el motivo para que cierto grupo de presión se posicione o solidarice con algo que es del todo cuestionado? Pues no se sabe y sigue en descubrimiento. ¿Qué sentido que los que buscan la libertad objetiva se posicionen descaradamente a favor de proyectos o personajes del todo opuestos a ese concepto? Nadie lo sabe. Aunque se pueden intuir posibilidades. Y es que esa misma situación se da con el drama jartible de la torre del puerto. Ese hotel gigante que debe tener algo tan maravilloso que muchos desconocemos pero que ilumina el semblante de más de uno.
Algo tendrá esa torre que enamora tanto. Pero dudo mucho que sea por interés espurio pues no tendría sentido ninguno proclamarse bandera de algo de forma tan descarada. En cualquier caso, y analizando ambos casos dentro del ámbito global local, habría que reflexionar al respecto de cuánto de bueno tienen este tipo de actitudes sobre Málaga.
¿Es bueno aplaudir a personajes de este calibre? ¿Es positivo callar ante gestiones tan complejas y opacas como las del CAC? ¿Tiene sentido posicionarse de manera descarada ante un proyecto tan relevante para la ciudad, pues cambiará su imagen para los restos, a sabiendas de que existe una división importante y dichos cambios deberían tener un mínimo de unanimidad?
¿Quién importa aquí? No lo sé. Nunca se tiene claro. Pero en cualquier caso el silencio ante lo injusto y el grito ante lo que implica a todos no resultan buenos ingredientes para cocinar una Málaga próspera.
Espero que el día que se inaugure el mamotreto desastroso en el puerto se descubra un azulejo de Invader en su fachada. Seguro que les hace mucha ilusión a todos. No es bic. Aunque parece un BIC.
Qué desastre…
Viva Málaga.