Qué lástima más grande debe resultar llegar a viejo -ahora se dice maduro- y que no se te reconozca la labor de tu vida o que, yendo más lejos, uno se sienta manejado por agentes externos en beneficio de cualquiera menos del interesado.
Qué lástima y qué común. Pues es algo habitual observar cómo, quien en su momento fue, deja de serlo para convertirse en colillas. Parece ser que es ley de vida. Da igual si eres mecánico, médico o camarero. De fuera llegarán con más y mejor y, si tienes suerte, solamente tendrás que asumir que tu tiempo pasó. Pero la suerte no siempre llega. Y hay ocasiones en las que, además de asumir el paso del tiempo, debes presenciar que el que aprendió a comer en tu mano, ahora se ha hecho tan grande que te supera en todo sin pararse ni a despedirse.
En estos días estamos presenciando de manera desagradable cómo se encamina hacia el precipicio el alcalde de Málaga. Llega su final y a su alrededor se visualizan voces, comentarios y movimientos impropios de un fin acogedor y gentil.
De un lado, el candidato entrante, Bendodo, está cumpliendo con los mínimos de cortesía y respeto ante una figura clave como la de Francisco de la Torre al que, aunque sea por edad y bagaje, ya se le deben honores.
En el caso de la oposición, me refiero al PSOE y los naranjas, también se está presentando un plan de paso atrás para no interferir en algo tan delicado como la retirada de alguien que lleva una vida entera de servicio público.
Pero hay quien no obra de la misma manera y es que, en política, es común observar cómo la medida más importante para la gran mayoría es que no le falte el pan. Y ese pan se consigue de la manera que sea.
Es evidente que, con la marcha de Francisco de la Torre, serán muchos los puestos que quedarán vacantes para ser ocupados posteriormente por la savia nueva que se está cultivando en el paseo marítimo. Y eso debe ser angustioso. Sobre todo si no sabes hacer la o con un canuto.
Carrerillas. Chismes. Acusaciones. Zancadillas al que pase para que caiga. Huidas a la desesperada al lugar que sea para conseguir un sueldecito unos años más. Y todo ello, con el auto engaño más peligroso posible en política: el de la victoria asegurada. Sí. Porque se habla del alcalde nuevo con nombres y apellidos. Y es peligroso. Atrevido. Sin remedio. Porque las sorpresas existen y las naranjas ruedan en todos los sentidos.
Pero así son felices. Y así están agobiados en busca de la banca perdida. Y tras todos ellos. Detrás. Sentado. Pensativo frente al Rue del Percebe del paseo del Parque se sitúa De la Torre. Con ganas evidentes de seguir. Y se le nota a leguas. Porque se quiere presentar. Porque quiere seguir trabajando y en movimiento. Y sabe que, si se marcha, pasará de ser el Alcalde de Málaga a un señor mayor en cuestión de poco tiempo.
Y es un error pensar que ganará aún teniendo su trayectoria. Pero todo apunta a que sus resultados siempre serán mejores que los del compañero de equipo. Y en ese caso habrá un trasvase -clásico en política- para que coja el mando sin ganar el jovencito para poder demostrar desde el poder lo que puede hacer sin necesidad de enfrentarse a las urnas.
En cualquier caso, lo trascendente es que estamos viviendo un proceso común en cientos de miles de hombres y mujeres pero con una lupa enorme.
Están forzando que chochee alguien que está perfectamente para seguir asumiendo el mando de la ciudad. Están queriendo hacer ver que se tiene que marchar y no se dan cuenta que, a su edad, el alcalde le da mil vueltas a la mayoría de políticos municipales.
Pero ante esta situación que incumbe a todos por practicidad, interés y respeto, estamos observando una participación de alguien que, de ninguna de las maneras debiera ser foco de atención: la esposa del munícipe.
Sí. Suena ridículo, porque lo es, que tenga que aparecer la mujer del Alcalde pregonando a unos y otros con una coletilla zafia de que dejen descansar a su esposo. Estamos presenciando un esperpento que carece de sentido y que, en parte, tiene su responsabilidad en los medios que, por diversas razones e intereses, están dando micro a alguien que no procede que opine.
Roza lo surrealista que en el tablero de la política municipal tenga ficha y la mueva la esposa de un político ¿Hola? Pero no pasa nada. Parece ser que da lectores, oyentes y encima le hace el trabajo a un grupo de presión e interés en este asunto.
Pues vaya charlotada la que nos están colando con este asunto. ¿Se imaginan que fuera al contrario? ¿Qué pasaría si el marido de una política saliera en los medios diciendo lo que debe hacer su mujer? Lo estaban deteniendo en su casa los GEOS con cientos de personas en la puerta con palos y pancartas.
Pero se ve que no es igual si lo dice una mujer. Aunque el resultado sea igual de impropio. Porque todo este asunto se rodea de ridículos espantosos ante la mirada impasible y los arrestos de un señor que se ha ganado el prefijo sin la obligatoriedad del protocolo. Aún para quienes estén en las antípodas de sus pensamientos.
Toda callar. Esperar y guardar respeto. Todos públicamente. Por privado que cada uno manipule lo que quiera para buscarse las habichuelas. Pero basta de este circo. Porque pierde el Alcalde, Málaga y la clase política.
Las parejas de las y los políticos jamás deben participar en nada puesto que nadie las/los votó. Que después se van de las manos y acaban tomando relaxing cups.
Qué manera de hacer el ridículo. ¿Quién? Aquí mi señora.
Viva Málaga.