La cabalgata de los Reyes Magos suele ser comentada y criticada del día seis en adelante pero por lo general se acaba salvando de la hoguera pues, cuando aún rebosan los cubos de basura con cajas de cartón de los juguetes grandes, se presenta en la ciudad el cartel de la Semana Santa y eso hace que, de manera psicológica, al personal ya piense en capa y terciopelo, pero no de Oriente, sino de una madrugada de Jueves Santo.
Quizá esta falta de espacio para su análisis hace que, año tras años, pasen desapercibidas las carestías y necesidades de mejora de una fiesta de tan majestuosas posibilidades.
Dejando a un lado el aspecto más técnico y estético de la tarde del cinco de enero, este año nos hemos topado con una sorpresa inesperada en cuanto a los nombramientos de Sus Majestades. Como saben, son tres los reyes y tres los colectivos que, tradicionalmente, han sido los encargados de designar y preparar a Melchor, Gaspar y Baltasar. Las Cofradías se encargan de uno de ellos y suele recaer en un Hermano Mayor de alguna de las Hermandades agrupadas. Los medios de comunicación también toman la palabra y se elige a alguien del gremio para tales menesteres mágicos –aprovecho para presentar mi candidatura formal a Rey Mago alguna vez en la vida. Que me hace muchísima ilusión.-Y en último lugar aparecen los miembros de la Corporación Municipal que eligen a un concejal o similar para encarnar a un Rey.
En este último punto es en el que hemos encontrado la novedad este año. El modus operandi de los políticos a la hora de escoger personalidad para ser Mago es ir turnándose según la fuerza política de año en año y posteriormente, el grupo agraciado, elige a alguien de su equipo para que lleve a cabo tan magna empresa.
De siempre hemos visto a reyes y reinas de los Socialistas y los Populares, ambos más felices que arbustos pues tenían la suerte y el privilegio de hacer algo único y que se queda grabado de por vida.
Llegados a este punto se podría entrar a analizar el porqué de este privilegio hacia los políticos pero dejándose llevar por la lógica, todo hace pensar que, al ser ellos quienes trabajan en los aspectos de la ciudad y teniendo la responsabilidad sobre la Cabalgata, sean también protagonistas de la misma.
La polémica llega este año al ser el turno en el Ayuntamiento de los políticos del partido de nuevo cuño “Málaga ahora”. Una rebujina semi roja y anti capitalista que, si bien realiza cosas interesantes, deja de manera constante evidencias de que están a años luz de la realidad del ciudadano medio en innumerables aspectos.
Pues son ellos, los que han rechazado encarnar a Baltasar en la Cabalgata de los Reyes Magos argumentando una sarta de incongruencias sin pies ni cabeza que tienen como colofón que su puesto será para un señor anónimo cercano a su partido que, al ser negro, cumple según ellos el mayor de los requisitos para ser Baltasar.
A simple vista, pudiera parecer un guiño al resto de ciudadanos al abrir la puerta a que cualquier malagueño pueda acceder por sorteo a subirse a la carroza de Rey Mago y disfrutar repartiendo caramelos a todos los niños de Málaga.
No. Eso no. Ellos dicen que un negro. En una carta entregada al alcalde, anunciada hace ya tiempo, se tildaba de “antediluviano” que una persona se tuviera que pintar la cara de negro para encarnar a alguien de color –color negro- . En base a esa chorrada tan enorme ya se encadenaban como eslabones una serie de argumentos en torno al racismo, la xenofobia, los inmigrantes ilegales que están usando la prisión de Archidona -no como prisión, por cierto-, e incluso se tenía la valentía de aludir a la tradición para llegar a justificar que una cosa tan importante como ser Rey Mago se le haya dado a una persona cualquiera como usted o como yo.
Cacao maravillao. Sí. Así apuntaban en las redes sobre lo que tiene este grupo político en la cabeza en lo que a algunos asuntos se trata. Piden que sea un negro el que haga de Baltasar porque así es más fiel a la realidad pero seguidamente indican que puede ser hombre o mujer negra. Es decir, que Baltasara sí. Pero un escritor o empresario de toda la vida de la ciudad jamás debe ser Rey Baltasar porque es fomentar el racismo. ¿Puede ser más pobre el razonamiento? Pues sí. Aún se puede más. Porque este tipo de giros inesperados los lleva a cabo un grupo político de marcado carácter laicista selectivo y que, siempre que puede, intenta dar el perdigonazo a la Iglesia Católica –confesión religiosa de abrumadora mayoría aplastante en Málaga, Andalucía, España, Europa y la Humanidad- pero cuando le viene en gana entra por la puerta grande para decir quietoparao que voy a dar por saco.
Si la de los Reyes Magos y la Epifanía del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo es una tradición religiosa ¿Para qué se meten y ellos no quieren nada de eso? Me parece estupendo que den un paso atrás y declinen convertirse en reyes por un día pero, que no hagan la pirula de pasarse por los países bajos la tradición pero encima meterle mano poniendo a su colega de color –de piel y político- a que lo haga él.
Y lo peor de todo es que lo hacen usando como telonero al drama de este pobre señor que ha vivido las calamidades que cientos de miles de inmigrantes padecen en el mundo mientras los ricos miran hacia otro lado. Pero eso, nada tiene que ver con que intenten revestir una fiesta tradicional en un libro de educación para la ciudadanía.
Una vez más se intenta jugar al Magia Borrás con problemas graves de nuestra sociedad como son el racismo o el machismo y usarlos para llegar a equiparaciones del todo innecesarias. Si los Reyes eran hombres –que habrá que ver si aquello pasó tal y como se cuenta-, lo más normal es que sean hombres los que los representen. Si la Virgen María era mujer, lo más normal es que sea una mujer la que se ponga la túnica celeste. Y si el Rey Mago negro de la Cabalgata de Málaga es alguien del equipo municipal, lo más normal es que sea alguno de ellos los que lo encarnen o, al menos, alguien destacado de la ciudad como sucede en infinidad de capitales. Y si era negro y al que le toca no lo es, pues se pinta la cara y a volar. Pero insisto, que si el plan es democratizar la figura de Baltasar, adelante. Si en Cádiz son capaces de sortear las entradas del Falla sin problemas, aquí no los habrá para ser Rey Mago.
Pero hasta entonces lo más sensato es ser eso mismo, sensato y serio. Y dejar de jugar con la ciudad para generar ademanes de estupidez camuflada de igualdad que solamente generan desgana y vergüenza ajena. Nadie obliga a las tres concejalas del partido pro La Invisible –donde se cuelgan pancartas en árabe y horcas con la bandera de España- a ser Rey Mago. Pero su derecho acaba ahí. Y no en pasar, mover la sartén al gusto y seguir su camino porque no les interesa.
Al final, entre todos, acabarán consiguiendo que la Cabalgata sea privada al cien por cien y los Reyes actores. Así seremos “mejor”. Con menos papeles que una liebre. Y con una ciudad avocada al fracaso identitario.
Qué pereza más enorme escuchar siempre las lecciones de los mismos sobre ciertos asuntos que, por cierto, jamás aplicarán a las religiones –como la musulmana de su Rey Baltasar-, condiciones y tradiciones que ellos consideran amigas. Eso es trampa. Eso es de cobardes. La ciudad no se merece ese nivel tan bajo.
Pero ánimo. A por la siguiente tontería.
Viva Málaga.
Magestuoso.