Es muy difícil acordarse de Andalucía pues rara vez se olvida uno de ella. El 28 de febrero se celebra el resto del año y no le quepa duda a nadie que se puso ese día en el calendario porque es el más corto y se cobra antes –que eso sí que es de celebrar-.
Nuestra fiesta suele estar centrada en el ser humano y poco en el concepto. Aquí la Diada consiste en pone la televisión, ver las medallas de Andalucía y reflexionar un ratito –si encarta- sobre lo que somos, fuimos y seremos.
En ese sentido parece ser que tenemos la conciencia tranquila y no es necesario sacar los tanques a la calle una vez al año para decir lo maravillosa que es nuestra tierra. ¿Para qué? Si ya lo sabemos.
El día de Andalucía lo celebramos los oriundos del terreno desde que tenemos uso de razón hasta el día que empezamos a pagar el IBI en el patio de las malvas. Y si no lo cree, solamente debe dar una vuelta por cualquier cementerio verdiblanco para toparse con lápidas y epitafios con más poca vergüenza que un jubilado en una cola. Y eso, querido lector, solamente pasa aquí.
Acostumbrados desde chicos a ver en los colegios esos grandes mapas con los referentes andaluces según sus provincias no queda otra que plantearse la posibilidad de seguir editando dicho cartel para actualizarlo sin perder jamás de vista sus protagonistas.
María Zambrano, Eslava Galán, Caballero Bonald –pariente del famoso pato de Disney-… y así hasta un nutrido grupo de personas que hicieron de Andalucía patria y de la patria un argumento de sus vidas propias. Y eso es magnífico.
Pero no vendría mal volver a ser lo que fuimos siendo también consciente de lo que somos. Que no todo va a ser la Andalucía patética de Antonio Burgos -que hasta el apellido lo tiene triste- rodeado de gatos y escribiendo tuits desde la letrina. Que hay una hornada nueva que puede ser la clave de la Andalucía contemporánea centrada en la esencia del Ideal Andaluz de 1914.
Es evidente que los triunfos personales de los nacidos en Andalucía son celebrados por todos pero sería bueno asumir que además de llenar la estantería de los trofeos habría que depositar algo en las cabezas de los andaluces pues la conciencia andaluza entendida como un elemento positivo difícilmente se creará solo con poetas, empresarios y deportistas.
Y en esa Andalucía de los esquejes y vara común se visualiza un ejemplo interesante en la figura de Manu Sánchez. Un hombre que, al margen de su carrera profesional, ha dado en la diana del concepto útil de andalucismo basado en la independencia de pensamiento, asumiendo la incoherencia propia del ciudadano del sur.
Incongruencia definida y bien aseada que ayuda, sin duda alguna, a contribuir de manera positiva a la evolución de la sociedades. Andalucía se entiende con el puño izquierdo levantado y con la mano derecha libre para poder santiguarse delante de la Virgen. Y quien no lo entienda es que aún no ha asumido que la vida moderna en Andalucía huye de los clichés siempre que éstos sean losa y no luz.
Y en eso cuaja su proyecto visible Manu Sánchez. Desde la sonrisa y la profesionalidad de su productora “16 escalones” -100% andaluza- con la que promueve la cultura y el espectáculo creando bulbos que agarren en la tierra y dejen constancia de que Andalucía es frescura, cultura y actividad limpia con el sol siempre de cara.
Ejemplo de ello fue la producción de uno de los especiales más brillantes que se conocen sobre Andalucía y que fue emitido por Canal Sur Televisión –en un hueco que hicieron entre Juan y Medio y la Copla- y que bien pudiera ponerse en los colegios para que los chiquillos entendieran fácilmente qué distingue a nuestro territorio y sus gentes del resto.
Pero sin tonterías. Sin comparaciones con lo ajeno siempre que no sea de guasa. Porque si España ens roba, a nosotros Andalucía ens roba el alma hasta el punto de llegar a guiar tu vida y trabajo con el sello indeleble verdiblanco.
A Manu Sánchez le van a dar la medalla de Andalucía. Es de esas cosas que ya se saben antes de suceder -como los ganadores del Falla-, y será merecida lo mires por donde lo mires. La cultura es elemental y hay que saber equilibrarla en un territorio para que pueda ser consumida correctamente y con una buena digestión. La promoción de artistas andaluces, el teatro bien entendido o un plano perfecto de María Galiana hablando sobre lo andaluz bien valen una medalla aunque esté hecha con los cordones de los jamones de Huelva.
Hoy toca celebrar de la manera más adecuada que ser andaluz es una suerte. Y estoy convencido que va más allá del amor innato a lo propio. Solamente hay que darse una vuelta por España para ver cómo cada uno se emociona con lo que tiene. Que los vascos visten a los chiquillos de pequeños levantadores de piedras ¿y tú qué te crees, que la abuela no suelta las lágrimas diciendo mira mi pequeño Harrijasotzaile levantando su pedrusco? Pues claro que sí. Pero ahí entramos nosotros para decir: cuidado. Ojo aquí. Respetable es todo. Pero bien es cierto que hay cosillas mejores y peores.
Que no digo que no sea peor la fiesta de los calçots –cebollas en una barbacoíta- que las carreras de caballos de Sanlúcar de Barrameda. Válgame el Señor. Que sí. Que tanto Mariano 1,85 como Juan Carlos Aragón hacen canciones con toques de humor e ingenio. Pero en fin. Que la vida es así. O asín. Y hay que darle gracias a la Virgen por haber tenido la suerte de haber nacido aquí. Da igual si se las dais a las Angustias, a la de Valme o a la Esperanza que tiene en su nombre el sentir de nuestra tierra.
Nada malo puede salir de las manos de los hermanos Summers y fueron ellos quienes parieron a esta criatura que tiene en la cabeza un aliño de Dos Hermanas que mezcla las cosas básicas para conseguir un resultado excelente.
En la sencillez de Andalucía reside su encanto. Por eso la mojama está tan buena sin llevar nada. Por eso aquí los platos de gambas no se decoran. Por eso tu madre te mira con mala cara sin le hablas de alioli en el arroz.
No enmascares lo que tienes. Nuestro esfuerzo debe ir en la senda del cultivo de lo propio para hacerlo mejor y nunca trabajar para que se adecue Andalucía al sentir externo.
Ojalá muchos 28 de febrero para celebrar lo que estamos haciendo. Ojalá nunca más un 4 de diciembre para tener que pedir volver a ser lo que fuimos.
Salud Manu Sánchez.
Viva Málaga y viva Andalucía.
Monstruo!
Monstruo total!.
Vivo en México, soy malagueño. Me encanta lo que has escrito.
Y una cosa, mi mejor amigo aqui es sevillano. Viva Andalucia!