Están siendo días muy románticos en la city. La Rosaleda cumple años, la noria se enjareta de tal manera que se planta un año más iluminando al vecindario, el Alcalde sale con unas gafas de realidad aumentada y se celebra tímidamente el aniversario del nacimiento de Picasso. Todo fluye. Hay buen rollo amigos.
No está pasando absolutamente nada. Y eso es motivo de celebración porque, por lo general, si pasa algo por aquí suele ser malo.
Y entre medio de esta siesta eterna malacitana embadurnada de sopor, sucede algo que te deja la misma mirada que tiene una vaca cuando pasan coches frente a ella: perdida. El gesto idéntico de un gato cuando se queda con la boca cerrada y la lengua fuera. El mismo rostro que el rey emérito tras decir que no volverá a ocurrir. La misma planta que un vegano en Famadesa.
¿Qué ha sucedido? Pues que se han sentado a hablar la pareja de novios eterna. ¿Quiénes? Los políticos y el Guadalmedina.
Sí. El otro día el Alcalde levantó el teléfono y llamó al río abandonado y olvidado desde hace décadas.
Se respiraba la tensión y es que el río lleva en el abandono décadas.
El alcalde hizo florituras y le dijo que había estado liado, que tenía problemas de dinero pero que nunca se olvidaba de él. Que tenían que verse pronto.
El río, asqueado y engañado, le dijo que mejor se fuera con otros. “Vete mejor con tu amiguito museo o tu súper amiga noria…”. Y es que resulta comprensible que se sienta ultrajado, engañado y defenestrado el cauce seco y asqueroso que resulta ser el corte más desgarrador que tiene nuestra ciudad.
Francamente no sé cómo pueden sentarse a día de hoy para hacer tan magno papel interpretativo frente a todos los ojos de los ciudadanos. Y es que la experiencia ha sido bastante ridícula.
Una mesa. Fotos. Ingredientes políticos de todos los sillones. Y unos folios.
“Venga. En marcha. Vamos a arreglar el río. Bien. ¿Qué tenemos? Nada. Ok. Pon ahí: nada. Seguimos. ¿Qué queremos? Votos. Ok. Pon ahí: Queremos arreglar el río, que sea muy bonito y que la gente disfrute de él y esté contenta. Correcto. Prosigamos. Bien. A ver. Mmmmm… ¿oye habéis visto la película del Monstruo? Perdón. Venga. Seguimos, sí. Eso. A ver. ¿Tenemos dinero? No. Vaya. Era de esperar. Eso se arregla con unos centros comerciales. Bueno. Pon ahí: Estamos en disposición de buscar la financiación de manera que el capital privado participe en la evolución de la ciudad de tal manera que crezcamos con una ciudad dos punto cero silver valley tech.
Oye ¿Y si nos preguntan que por qué no lo hemos arreglado antes? Buena pregunta. Eso es fácil. Escribe ahí al final. Pon: Picasso, Muelle Uno, Caminito del Rey y pon Picasso otra vez más así para acabar.
Pues listo señores. Genial. Muchísimas gracias por vuestra colaboración.
Caballero, abra la puerta. Que pasen los medios”.
Eso es todo. Puede que no sea con esas palabras. Igual es fruto de mi imaginación. Pero el resultado no deja de ser el mismo. Se han reunido para tratar el tema y eso es bueno porque de alguna manera hay que empezar. Pero ¿Es necesario convocar a los medios para decir eso? Porque da la sensación que el asunto está al mismo nivel que la presentación de una rotonda a la que acuden treinta y dos políticos para la foto.
Es muy pronto para decir nada. Se pueden reunir sin contarlo. Porque no van a hacer nada por ahora. Porque no hay dinero. Porque los márgenes temporales son tal surrealistas que se han quedado en ir llamando y tal en los próximos tres años. Oiga, que tres años es muchísimo. Pero es lo que hay. Y la gente –algunos- seguro que ya han comentado que qué bien que por fin se va a arreglar el río. Y los periódicos –algunos- ya dan palmas públicas por lo bien que lo está haciendo el respetable con el asunto y lo bonito que va a quedar.
El próximo paso, con total seguridad, será enviar a los medios dos dibujos malos a ordenador con unos niños corriendo por el Guadalmedina lleno de plantas y árboles. Y seguirá el engaño. Y seguirá ardiendo la barrita de incienso en la que se ha convertido Málaga. Un incienso que debe tener algún tipo de droga que hace que la gente se quede medio atontada y no sea capaz de asimilar que nos toman por bobos.
Si quieres conquistar a tu pareja no creo que sea buena idea hablarle de un margen de tres años para ver si la cosa funciona. Puede que sea mejor afianzar poco pero afianzarlo. Dar pasos firmes aún siendo pocos mejor que no darlos pero pasarse tres años calculando la ruta. Y es que puede que para esa fecha no tengamos ya ni ganas. Incluso ni pies.
Mientras eso sucede, el río a su paso por la ciudad seguirá teniendo sus hermosas estampas: Charco perfumado, recreo de una cárcel colombiana y alfombra de basura decorada con hierbas.
Picasso. Pero tranquilos. Picasso. Aquí todo va bien. Picasso. Vota PP. Picasso Picasso.
Viva Málaga.
Claro claro, te vamos a votar a ti Gonzalo, amigo de los que con rodillo tapan las pinturas de Gaona. Un respeto a nuestro alcalde, tenle un respeto.