Está sucediendo cada vez más, gracias en parte a las redes sociales, que los seres humanos son capaces de compartir sus pensamientos unos con otros. Este combate de opiniones variopintas tiene algo bueno y es que, en el triqui traque dialectico, más de uno se da cuenta de que hay otras personas que piensan de igual manera.
Eso es un festín para los sentidos. O no. Según el nivel de celos y egocentrismo del supuesto creador de opinión pero en cualquiera de los casos sucede que se unen criterios y se alinean ideas de tal forma que una idea del todo ridícula, al ser compartida o multiplicada por veinte, acaba convirtiéndose –según ellos- en eso que se suele llamar corriente de opinión.
Málaga es muy dada a este tipo de situaciones de tal forma que un grupo de seres humanos pueden llegar a gustarse tanto de haberse conocido que son capaces de tomar con sus manos la pancarta de vete tú a saber qué tema de tal forma que se conviertan en sus presentantes.
Esta idea suscita muchos problemas e irrealidades puesto que, en la mayoría de los casos, el ciudadano medio –ocupado de su trabajo, su vida y cuatro cosas más- no tiene tiempo para analizar quién hay detrás de cada núcleo como para hacer un detallado análisis de la situación en cuestión y de si los criterios y las valías de los voceros del tema son óptimos como para tomarlos en consideración. Da igual. Directamente uno se lo cree y punto.
¿Qué sucede? Que en esta ciudad nos encontramos con organismos, entidades, grupos e incluso partidos políticos que son un verdadero cuento. Ni los rojos son tan rojos, ni los modernos parecen ser tal cosa ni los expertos en equis son conocedores plenos de la materia.
En el caso de los temas y ámbitos más locales, nos encontramos con diferentes niveles y esferas. Podemos tropezar con un pequeño bestiario organizado en el que aparecen seres que manejan mil y un asuntos. Desde la botánica local, la arquitectura, la semana santa, la historia, la gastronomía o incluso cosas mucho más individuales como la ensaladilla rusa.
Sí. Hay un grupo de personas en la ciudad, como ya sucede en otros lugares, que analizan con detenimiento las ensaladillas rusas de la ciudad, la puntúan y hacen consideraciones al respecto.
Algo parecido sucede con el urbanismo local. Y es que a través de una serie de perfiles en redes sociales, plataformas y personas físicas –poca gente da la cara en estas cosas-, proliferan infinitas denuncias sobre el expolio y derrumbe de gran parte del centro histórico. En este caso llama la atención el nivel con el que se tratan ciertos asuntos que hacen al malagueño con interés respirar tranquilo al saber que hay personas que manejan el asunto y se preocupan. Desgraciadamente de nada sirve pues estos observadores no dejan de ser eso: Comentaristas de una muerte anunciada sin papel protagonista en la película.
Otras esferas importantes y claves de los mini lobbys locales son el fútbol y la semana santa.
En el caso de las cofradías todo tiene poco valor puesto que de lo que se debate en la mayoría de los casos es de asuntos banales y con poca importancia en la vida real –la de pagar facturas y esas cosas-. En cualquier caso hay ocasiones en las que resulta conmovedor observar cómo hay quien considera que, a través de estos medios, puede llegar a conseguir algún tipo de cambio estilístico o de rumbo en el mundo de la semana santa. Ánimo muchachos.
Y por último está el lobby pelotero. El de los fans del equipo local. Un segmento complejo donde opina todo el mundo sobre algo privado como es una empresa dándole categoría de vital importancia a un deporte. Cuidado con lo que hablas o escribes puesto que, según el nivel, puedes recibir críticas o insultos según la bajeza del opinador.
Ante estas circunstancias de protectorados locales de los distintos ámbitos de la ciudad capital del sur de Europa, solamente queda padecer el bochorno momentáneo por tener que soportar a los plastas eternos que acaban resumiento todo en que, al no opinar como ellos, no eres de aquí. Y es más, no solamente no eres malagueño sino que, con casi total seguridad, seas de Sevilla y te hayas convertido en un odiador de Málaga. Este tipo de clichés y argumentarios acaban siempre con una invitación a marcharte de aquí.
Si no te gusta una cofradía porque es muy hortera o chabacana, si no te convence la gestión de un equipo de fútbol que usa el nombre de tu ciudad o si crees que no todo no derribado era objeto de protección te acabas convirtiendo en un antimalagueño. Yo soy de esos según estas personas. Y es posible que sea buena por su parte esa impresión puesto que es señal de que algo no debe ir mal del todo.
Suele ser preocupante cuando los panolis te aplauden y en este caso están cegados entre ellos por sus propias palmas que no son capaces de oír ni ver más allá de la leña que arde rápida y que les hace mantenerse vivo.
Así que a todos aquellos que padecen esa puesta en cuestión de su pertenencia y cariño a esta tierra por sus opiniones constructivas sean acertadas o no, mucha fuerza.
Y a aquellos con se consideran dueños y señores de este terreno. A aquellos que deslizan sus dedos sobre las fáciles teclas del anonimato para que no se vea su cara de pena real y que son usados por los que manejan el autobús para llevarlos a sus terrenos cuajados de intereses.
Y sobre todo y especialmente a aquellos que son pesados expendedores de carnets de identidad malagueña según su pobre criterio: Vayan ustedes a la m_erda (adivine la palabra oculta).
Viva Málaga.
«En el caso de los temas y ámbitos más locales, nos encontramos con diferentes niveles y esferas. Podemos tropezar con un pequeño bestiario organizado en el que aparecen seres que manejan mil y un asuntos. Desde la botánica local, la arquitectura, la semana santa, la historia, la gastronomía o incluso cosas mucho más individuales como la ensaladilla rusa»
y habló el REY DE ROMA… UN MALAGUEÑO ACOMPLEJADO de serlo que constantemente critica cada fragmento de la idiosincrasia malagueña, como si fuera un experto en todo, en edificios, en cofradías, en gastronomía, en turismo, en política…
andaaaaaaaaaaaaaaaaa lo que le ha dicho a MALAGA REC