En los pasajes bíblicos correspondientes al éxodo se cuenta una historia de manera incorrecta. Se dice “ Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y cambió el mar en tierra seca, y las aguas quedaron divididas”.
Pues no. Así no fue seguro. Está equivocado. La realidad es que Moisés se plantó frente al Mar Rojo y dijo: Si abrimos el mar por aquí eso generará puestos de trabajo. Y fue decir esas palabras sagradas y producirse el milagro.
Sí. Generar puestos de trabajo. Esa frase tan corta sirve de sobra para convencer a media ciudad de cualquier cosa. Ya sea reventar a gente, mover a otra, derribar edificios, crear cosas innecesarias o acabar con barrios históricos.
Todo vale si lleva el sufijo de los puestos de trabajo. Y en Málaga lo vemos casi a diario.
Cualquier político que se precie tiene esa coletilla entre sus frases más usadas pues es la única digna para justificar sus actuaciones sin hacer el mayor de los ridículos.
Pero el problema grave y fundamental no es que el de Hamelín toque la flauta. El drama es que la gente lo siga. Pero lo hace. Y bastante. Hasta niveles insospechados pues resulta que el hambre por un lado y los peloteos por el otro coinciden en el punto de hacerle caso a alguien y defenderlo aún sabiendo que no lleva razón.
Con la frase mágica se han defendido en Málaga verdaderas estupideces tales como museos absurdos, construcciones tontas, césped artificial, campos de deportes raros, obras incoherentes y derribos. Muchos derribos.
El último y más sonado el de La Mundial. Sí, ese edificio que se le ha enquistado a más de uno y que ha dejado de ser manchita roja en la piel para convertirse en un grano asqueroso del tamaño de un garbanzo.
¿Cómo se puede justificar un derribo de esa magnitud y más aún sabiendo del nivel de protección y las peticiones del personal para que no se elimine? Fácil y sencillo: diciendo lo que hay que decir.
Si tiramos La Mundial y construimos un hotel horrible, enorme y que nadie quiere se generarán muchos puestos de trabajo y eso traerá riqueza. Fin. La maquinaria en marcha. Las voces manipuladas. Las llamadas de teléfono. Los faldones dispuestos. Las firmas. Los abrazos. El aplauso. La defensa ciega. El dado trucado y la ruleta con freno.
Todo vale. Pero por ahora no ha llegado. Aunque es probable que llegue. Es raro que no gane el que lleva ganando la vida entera. Sería de las pocas veces que se derrota al poderoso. Y sería la primera vez que éste asume su derrota y no hace por machacarla de la manera que sea. Incluso de la forma más infame que es jugando con los sentimientos y las penurias al hablar de puestos de trabajo o riqueza.
Qué paradójico queda que hable de salvavidas el que hunde la nave. Y es que esto ha sido así desde siempre. Y es difícil que ahora cambie. Pero eso no quita que tengamos la esperanza de, al menos, saber que hacen el ridículo pensando que somos gilipollas.
Se dice que no hay que tomar el nombre de Dios en vano. Y para muchos a día de hoy el salvador todopoderoso se representa con un trabajo para poder pagar la luz y los macarrones. Es por eso que les pido que no usen de manera frívola lo del trabajo y la riqueza porque hay personas que se lo creen. Y eso es engañar. Porque creará algo pero lo importante y bueno se irá. Y lo hecho será poco o nada.
Pero muchos se ilusionarán y los apoyarán en busca de un profeta que les abra un camino de entre las aguas para no ahogarse.
Menos mal que Moisés no tenía bolsillos para guardarse nada.
Y menos mal que el Guadalmedina está más seco que el ojo de un tuerto. De lo contrario serían capaces de prometer lo mismo que treinta y cinco siglos.
Aquí hay dos opciones claras. O dejan de usar lo básico y elemental para justificar sus acciones con intereses claramente liberales o de lo contrario que sigan como profetas. Pero de ser así, quiero que vayan todos con túnicas a los plenos municipales. Ya que son profetas y van vendiendo imposibles que al menos vayan acordes.
Y el mundo textil aplaudiría la medida porque se necesitarían muchas túnicas para tantos cuentistas. Y eso, quieras que no, generará muchos puestos de trabajo.
Viva Málaga.
Nuestro queridísimo alcalde y su cohorte de incondicionales, más atentos a cargarse a Málaga que a preservar su patrimonio, ya sea el inmobiliario o el forestal, están que no viven con el dichoso proyecto de convertir un edificio emblemático (otro) en una caja de hormigón más fea que pegarle a un padre, pero eso sí: esgrimiendo lo de los puestos de trabajo como si eso fuese la «panacea universal» de la que fue «Ciudad del Paraíso» y ahora parece los decorados de una película modernista. No se debe jugar con los sentimientos de los ciudadanos aunque nosotros, los perjudicados, «pasemos» de todo y queramos «coger peces a bragas enjutas». Así no, señor alcalde; así, no.
Jajajajaja…Muy bueno no, buenísimo, espectacular en ingenio y habilidad mental y verbal. Sólo le ha faltado asimilar el concepto a otra serie de cuestiones similares y que usan la misma frase. Las agresiones paisajísticas de tipo variopinto, canteras entre ellas, son uno más de esos hechos que siempre usaron aquella frase como ariete de demolición frente a criterios conservacionistas que no conservadores