La Virgen es de todos

17 Jun

LVMM
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Con esto de las Coronaciones, las salidas extraordinarias, las ordinarias, las de verano, las de primavera, las de invierno, las de traslado, las de obras en la parroquia, las claustrales, las de aniversario, las de aniversario del aniversario y así hasta el infinito, resulta que pasa muy poco tiempo entre una turba cofrade en la calle, su predecesora y su próxima.

Si ampliamos aún más la lupa y nos enmarcamos en Andalucía la cosa se pone curiosa y es que todas las semanas, especialmente a finales de la misma, podemos encontrarnos a “la madre” y “al padre” por distintos puntos de la geografía verdiblanca.

Sí. Es muy entretenido porque, gracias a las redes, hay quien se dedica a realizar cuadros con fechas, días, horas, puntos estratégicos y marchas destacadas de cada uno de estos elementos religiosos-populares.

En definitiva, que si lo deseas, puedes estar aplaudiendo y gritando “¿Por qué nos convocas, madre?” delante de un paso de palio o trono todos los días del año. Y hay quien lo hace. Verdaderos profesionales de la persecución al Santo para que, al llegar Cuaresma éste aparezca como un verdadero profesional de las Cofradías y Hermandades. De esos que desprecian todo porque “Eso ya lo vi yo en Utrera en una magna en el año noventa y ocho que estuve yo”.

La cuestión es que, desde el plano más empresarial, este tipo de eventos suponen un aliciente muy interesante para las corporaciones que los protagonizan. Sin ir más lejos este pasado fin de semana, los congregantes de Mena tuvieron la suerte de coronar a su titular mariana, la Virgen de la Soledad, entre el bullicio y la atención de cientos de personas venidos de toda Andalucía.

¿Y cómo se debe gestionar eso? Pues con alegría y aperturismo. No se entendería que una Hermandad cualquiera que se precie, una vez abierto el telón de su gran momento, cerrara sus puertas invisibles para que el resto de la población se acerque y disfrute con ella de la alegría común por el motivo de la celebración.

Pero no siempre es así. Y hay veces que no se llega a comprender que las entidades religiosas con mayor tirón social, sean las menos abiertas y sociables.

Una procesión en la calle debe guardar la compostura pero tendiendo la mano a todo aquél que quiera acompañarlos en su discurrir siempre que se pueda y no moleste. Una Hermandad tiene que sentir orgullo ante las personas agolpadas a su alrededor pues son síntoma inequívoco de interés y cariño hacia ellos.

Preocúpense si nadie les acompaña. Piensen que algo pasa si la gente es rechazada o apartada. Miren mal si la policía se encarga de apartar a las personas para que, lo que debía ser una procesión, acabe siendo un desfile.

Ahí radica la diferencia. En ser o no ser. En poder o no poder. En el equilibrio perfecto entre la rectitud y la permisividad gratuita e innecesaria.

Todo tiene su momento. Y todos los estilos tienen su forma adecuada de acompañar y admirar.

Nadie imagina a la gente agolpada junto al Sepulcro pero nadie vería lógico que la Virgen del Rocío llegara a solas y con la gente apostada en las aceras esperando como el que ve pasar la cabalgata de Melchor.

Pero hay aún más. Hay un elemento clave en Málaga que la hace distinta. Y son los varales. Esos lugares sacros y santos en los que muchos dejan su fuerza e intenciones para ayudar al bien común procesionista. Y son precisamente esos palos enormes los que consiguen que muchos se acerquen. Y conozcan. Y repitan. Y pidan por unos segundos. Y reflexionen. Y ayuden de alguna manera a quienes ellos consideren.

En Málaga mucha gente se acerca a los tronos para pedir “un tirón”. Un espacio breve. Subir y bajar al poco tiempo. Una marcha. Una chicotá. Un suspiro que se hace eterno. Y son esos momentos los que hacen hermandad. Los que hacen vida religiosa. Ese preciso instante que vale millones para muchos pues son muchos los que no tienen el privilegio, suerte o capacidad de sacarlo.

Hay gente enferma que no aguanta tantas horas bajo un trono. Hay jubilados del varal que aprovechan para decir hola a la Virgen. Para contar cuántos años ha estado en el puesto que ahora ocupa un muchacho o simplemente para llorar sin más. Hay niños que no tienen ni la edad mínima por debajo de la mínima más mínima. Hay devotos que quieren llevar a su Virgen pero simplemente un rato y no ocho horas. Y hay gente de fuera. Personas de Sevilla, Cádiz o Jerez que desconocen por completo nuestra forma de procesionar y que, en algunos momentos y con la educación y los contactos adecuados, viven –y sufren- experimentando con el mágico momento de sostener sobre sus hombros los kilos más sagrados en Andalucía.

Pero hay quien aún no se ha enterado de eso. Hay capataces que niegan la mayor ante esas personas que piden dar un tirón. Y son capaces incluso de gritar. O señalar con el dedo. Que se les escuche bien. Que la gente sepa que ellos mandan. Y les gusta que se sepa porque, seguramente, sean las únicas horas en el año en las que tengan la más mínima responsabilidad. Y son “sus tronos”. Y si no te gusta ahí está la puerta.

Parece raro y rancio. Y lo es. Pero siguen existiendo esos cavernícolas ahumados por el incienso que, pensando que hacen el bien, realizan una de las labores más negativas y contraproducentes que alguien puede hacer por una hermandad: apartar a la gente de ella.

Conozco a alguien que año tras año, en jueves santo, se acercaba a una Virgen verde y pedía si podía dar un tirón porque por diversas razones le era imposible llevarla. Y cada jueves santo, año tras año, esa persona recibía la misma contestación: “por supuesto, la Esperanza es de todos”. Pasaron los años y ahora es éste que les escribe el que se aprieta para dejar un hueco al que quiere llevar durante unos segundos a esa imagen perfecta.

Pobre del que se crea poseedor de algo más que de su cara. Regalad lo que tenéis en las Hermandades. Prestadlo por unos instantes. Solamente así se conseguirá amor verdadero pues compartiréis lo más grande que tenéis. Al Señor.

Y a la Virgen. Que es de todos.

Viva Málaga.

6 respuestas a «La Virgen es de todos»

  1. Pues no estoy de acuerdo con ese comentario, ni tampoco hay que faltar a los capataces que cumplen con la responsabilidad encomendada por la Junta de Gobierno de su Hermandad.
    ¿Se imagina todo el recorrido dejando que todo el que se acerque de un tirón? ¿Después de un año de ensayos y de unir a los hombres de trono en una forma de llevar a nuestras imágenes? ¿Es que pretendemos rizar el rizo? Ya llevamos cangrejos a nuestro alrededor que, a pesar de todo lo que quieran decirme, rompen de una forma bestial el orden de la procesión, para, sin haber hecho nada durante un año, permitirse el lujo de opinar, sí o sí, sobre todo lo que puedan criticar.
    Pregunte Ud en Sevilla o en Cádiz para que le dejen hacer lo que propone en este comentario

  2. Verdaderamente; no puedo estar mas de acuerdo con lo que dice en su escrito. Es ciertísimo que hay gentes( sean capataces, mayordomos, portadores u otros) que se creen dueño de los varales,del trono,de la cofradia, de la casa hermandad, de todo aquello que el se lo crea.A toda esta gente hay que pedirles que reflexione sobre su comportamiento y se les gustaría el mismo trato que da a los demas.
    Enhorabuena por su articulo Sr.León

  3. Amigo Alfonso Garcia, espero que no pintes nada en ninguna hermandad. Fuera de la carrera oficial, Recorrido oficial, en cualquier semana santa de Andalucia, la gente, el barrio y los devotos disfrutan de sus virgenes y cristos y las hermandades se abren, como no puede ser de otra forma. Me da la impresion, Alfonso, que a usted lo que le gustan son los desfiles y las paradas militares o del tipo que sea. Un trono sin su bulla de contemplativos, a los que usted llama cangrejos es la esencia de nuestras estaciones de penitencia en la calle. Menos mal que van quedando menos Alfonsos Garcia.

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