Guzmán. Descanse en paz.

15 Abr

LVMM
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Hacer ruido es grosero. Poco estiloso. Falto de carisma. El ruido es fruto de la alteración del perfecto equilibrio para querer decir algo o simplemente para no decir nada pero que suene.

Málaga está hoy un poco más huérfana de carisma y elegancia. Se ha marchado para siempre su sastre más ilustre. Ha muerto Don Francisco Guzmán. Un catedrático de la tiza y las tijeras que supo aportar a la ciudad una categoría de la que adolece de manera perpetua.

Nadie se ha enterado. No se han hecho eco los medios. No se ha escuchado. Se ha ido sin más. Y ha quedado callada la ciudad a la que tomó las medidas durante toda su vida.

Hace un tiempo, estas mismas páginas, recogía la vida de este buen hombre y contaba con pocas la palabras lo que había supuesto para Málaga tener una figura como la suya en sus filas.

Por las manos de Guzmán han pasado las vidas de muchos de nosotros. Los momentos especiales, las formalidades, los deseos y los anhelos de miles de personas que querían llevar a gala la firma de Francisco en el bolsillo interior.

El taller sigue y es que solamente las personas inteligentes saben rodearse de buenas gentes a las que transmitir el conocimiento. Eso era Paco y eso hizo.

Pero cabe reflexionar sobre nuestra ciudad. Sobre su gente. Sobre el silencio más doloroso que desgarra hasta la carne más cogida al hueso.

Málaga se va. Se nos escapa casi a diario y no somos capaces de reponerla. Pero, aún siendo elementos inigualables, seguimos sin tener la capacidad de ni siquiera lamentarnos por ella.

Se están yendo todos los buenos. Se están marchando los clásicos. Y la ciudad ni si quiera sale a decir adiós. Los buenos sastres seguirán –o no-, pero lo que es seguro es que ya no se volverá a ver la figura humilde a la par que seria de Guzmán.

Se pierde para siempre un señor de los que da gusto saludar. Con un negocio bueno, sano, limpio y con solera. Desaparece la esencia de quien se siente seguro de su trabajo porque sabe que será bueno. El vacío para la ciudad es enorme como enorme ha sido su estela hasta hace un mes mal contado.

Qué curioso que se haya marchado sin hacer ruido un caballero que se ha ganado la vida con la elegancia. Parece que la suerte se echa al nacer y a él se le escribió la vida con la medida exacta.

Ojalá Málaga se quede con algo de Guzmán. Ojalá no todo acabe en la intimidad de su clientela más fiel y en las recomendaciones entre amigos. Ojalá salga a la luz la figura de un malagueño ilustre. De los que creaban moda seria y se les conocía más allá de la Tana.

Esta ciudad, aunque a veces no lo parezca, también es eso. Aún siendo desconocido para muchos. Pero también es nuestra tierra. Es lugar de rincones ocultos llenos de categoría. De personas nobles y trabajadoras. De equipos de trabajos formales y atentos. De calor humano. De simpatía. De alegría discreta y de saber estar y hacer.

Va a ser raro regresar a la sastrería y no ver a Paco con la cinta métrica colgada al cuello y la mirada fija –casi sin que se note- puesta en los hombros y el cuello.

Eran necesario pocos segundos para saber por dónde iba a ir la talla.

Va a ser extraño no escuchar su voz firme dando instrucciones y medidas para ser anotadas. Va a seguir siendo, pero no va a ser igual.

Solo queda dar las gracias en nombre de todos a Francisco Guzmán. Gracias por hacer de este ciudad un lugar mejor con su trabajo honesto y bueno.

Gracias por atendernos siempre tan bien. Gracias por hacerlo todo de la mejor manera. Gracias por hacer marca y distinguirnos con su apellido. Gracias conseguir que todo el que pase por su casa acabe siendo un miembro más de la misma. Nadie recomienda nada por gusto. Y hablar de Guzmán en Málaga es hablar de una institución.

Se fue Don Francisco. Se fue Guzmán. El mejor sastre. El señor que tomó las medidas a esta tierra para confeccionar durante toda su vida el mejor traje para Málaga.

Gracias y que Dios lo tenga en su gloria.

Viva Málaga.

2 respuestas a «Guzmán. Descanse en paz.»

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