Tiembla Málaga, tiembla.

22 Ene

LVMM
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Lo del arreón que sufrió ayer la ciudad puede ser definitorio del estado de cuajo en el que se encuentra ésta.

Estamos en la nada. En un bucle de vacío. No sabemos bien qué está sucendiendo con Málaga porque probablemente no esté pasando nada.

Pero cuando digo nada no es nada pero sí. No. Es nada de nada. Málaga está muerta. No sé si es la crisis, el bajón de enero o que las personas se han ido a otro lugar pero a día de hoy la ciudad se da por cerrada al menos hasta Semana Santa, momento en el que la cosa empiece a menearse .

Comercios vacíos. Negocios en penuria y otros que aprovechan para remodelarse a la espera del gigante verde que nos deje algún cuarto por aquí.

Por no pasar no pasa ni el frío. Estamos en una época rarísima. No hace frío para chaquetón pero sí hace biruji para ir en jersey. Y te pones malo. Como Málaga.

Que está enferma por ausencia de público. Y eso, amigos, es una verdadera pena para una ciudad que se supone grande.

Y es que somos enormes. Buen tipo. Hermosas hechuras pero a día de hoy la olla de Málaga está del todo vacía. Somos un chiringuito gigante. Un kiosco de pipas que abre todo el año pero que tiene vida cuatro meses.

¿Por qué no cierra Málaga de enero a abril? Yo creo que no lo hacen por seguir cobrando impuestos. Pero la realidad es que estamos en un Blue Monday eterno y prolongado que nos hace tener la misma actividad que un pueblo de la provincia de Burgos –con todo el respeto a Burgos que es famosa por la morcilla y eso-.

Uno hace un pequeño balance semanal de la ciudad para ver qué camino coger. Echa cuentas y pone sobre la mesa los asuntos potentes sumado a la opinión personal de un servidor y saca conclusiones. Y, francamente, al hacer el repaso dan ganas de pedir para Málaga una paguita.

A día de hoy en Málaga es noticia lo que ya lo ha sido hace mil millones de trillones de años. Que por lo visto ya coge forma el hotel frente a la iglesia de Santiago en calle Granada –qué curioso, nunca antes oí hablar de ello-. Que resulta que se quiere hacer un parque en el camino viejo de Churriana en el solar de los bidones de la Campsa -¿Qué me dices?- pero resulta que los del PP quieren construir mejor unas torres para hacer sus negocios buenos pero si al final la oposición los obliga ya llega el periódico que sea y les saca un titular ambiguo donde parece que ellos también quieren parque –válgame el Señor-. Pero calla, calla; que se ha celebrado Fitur y han ido los mismos que hablan aquí entre ellos a Madrid para seguir hablando entre ellos y comer y beber y darse algún bailoteo incluso y volver en AVE hablando de sus cosas y con un gasto curioso para absolutamente nada de nada porque al final los negocios son entre turoperadores, agencias y grandes cadenas que, casualmente, acaban cerrando sus cosas en otro sitio que no es Ifema y en otras fechas que no son las de FITUR –pues qué curioso porque no había visto yo una foto de un político malagueño en Madrid con cara de estar de viaje de fin de curso, sin novia y con la que le gusta al lado-. Ah por cierto, que resulta que la actividad cultural de la ciudad ahora mismo está basada en hablar de lo que va a suceder. Si bien es cierto que hay cosas puntuales, como la expo fresquita sobre Madonna que lanza La Térmica, el resto de actividades, géneros y movimientos se centran en la nada. En el vacío existencial público –pero caramba, en los meses de inactividad cobran igual-.

Aunque la noticia fuerte de la ciudad en los últimos días es el jardín de La Concepción. Por lo visto había unos árboles medio qué. El alcalde dijo que aquello tampoco era para tanto y que por lo visto unos cochinillos jabalines tenían la mayoría de la culpa. Pues qué va. La culpa parece ser que era de Luis, un señor que hacía bien sus cosas pero que, por esto de la política, tiene que cambiar sus funciones para que los de la oposición se queden tranquilos.

El problema en si parece ser que les importa tres pepinos puesto que mañana nadie se acordará de la enfermedad del árbol y en algunos casos ni de lo que es un ficus. Pero da igual. No importa. Porque la batalla política se ha ganado. Aunque por el camino dejen en entredicho unos y otros la labor de un hombre recto que es ejemplo de lo que sí hacer desde la administración pública local. Pero no. Manda más el gran sillón que las sillas de oficina. Y ahora se privatiza en breve el caminito del rey –no me puedo creer que se adjudique a una empresa privada algo del PP-. Pues sí. Se saca a concurso la explotación de la obra magnífica y estupenda de la que todo el mundo habla. Yo les dejo la idea. Hablen con Disney. Que exploten el asunto. Que los cascos tengan orejas. Que suene Hakuna Matata de fondo. Que te abra el torno un gachón difrazado de Simba. Y le cambias el nombre al lugar por “El caminito del Rey León”. Puestos a explotarlo todo, por lo menos hazlo con gracia.

Y se meten mucho los fachitas con el PER. Esa ayuda gracias a la cual, según ellos, viven los andaluces flojos durante el año mientras el campo no da nada. La limosna al analfabeto. Pero lo que cobra la gente en Málaga cuando no se hace absolutamente nada ni se produce nada ni se crea nada ¿Qué es? ¿Eso cómo se llama? Ah sí. Eso será un incentivo al progreso y la evolución del desarrollo sistemático del plan director para la formación de nodos de interpretación del avance social de los núcleos de crecimiento de la balanza de tu hermana la fea. Que mira si era fea que era coja y la llamaban la fea –Cádiz dixit-.

A ver si sigue temblando la ciudad a diario. A ver si no para de haber seísmos. Igual así nos despertamos. Y se espabila el personal. Que estamos más parados que el político de un ayuntamiento cuando habla, actúa y dice lo que piensa.

Viva Málaga.

Una respuesta a «Tiembla Málaga, tiembla.»

  1. Desde hace más de un mes solicité un presupuesto para una campaña publicitaria en el periódico La Opinión de Málaga. Lo mismo me pasó con la Cope hace un año. La callada por respuesta. Uno asiste entre maravillado y decepcionado a la realidad de la cuidad. Cuando no hay trabajo nos quejamos. Cuando lo hay, nos da pereza hacerlo. Salvo honrosas excepciones tenemos lo que nos merecemos, y muchas terracitas para sentarse a quejarnos. Malaga avanza poco y a trompicones.Y ningún vídeo de dos minutos colgado en YouTube me convence de lo contrario.

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