Hay que intentar diferenciar siempre entre lo que es, lo que queremos que sea y lo que puede ser. Pero en Málaga, con respecto a la cultura, no siempre se hace y acabamos en el mismo saco –a veces saco de basura- una rebujina de historias a las que nunca llegamos a verle conexión.
Cultura: Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Bien.
Serafín presta atención a una obra de arte en un museo y puede darle vueltas al coco para saber de qué va el asunto y llegar a reflexionar al respecto de algo. Correcto.
Manoli tiene la oportunidad de ir al Centro Andaluz de las letras, atender a una charla sobre un libro sobre la construcción de la catedral de Málaga y apreciar los vestigios de nuestra historia y a partir de ahí modelar en su mente el pasado y presente de su ciudad a través de su evolución. Fantástico.
Rodolfo tiene que ir con su hija al concierto de los niños gemelos de Juan y Medio y antes a una feria del libro que realmente son puestos donde unos paraguayos venden pulseras de cuero. Follón.
¿Dónde está la medida? ¿Por qué llamarlo cultura cuando quieren decir ocio?
Málaga llega desde la euforia de la capitalidad cultural metiendo historias con el prefijo de “cultural” de manera ininterrumpida.
Nuestra ciudad es parecida a la película de Tim Burton “Charlie y la fábrica de chocolate” pero a lo malagueño. Algo así como “Francis y la fábrica de los museos”.
Aquí ya todo es cultura. El caminito del rey es cultura. Ver unos sombreros o un coche bonito es cultura. Ver joyas iba a ser cultura. Hacer un barrio falso de gente independiente era cultura. ¿La noria? Cultura. Poner unas pantallas en la playa y emitir la película “Buscando a Nemo”, cultura. Un mercadillo donde van cuatro a vender dos baberos que pone “Mi tita es la más guay”, cultura. La ruta de la tapa, cultura. Unas personas mayores disfrazadas caminando por una pasarela en calle Larios muertas de risa, cultura. Paellas, cultura. Carnaval, cultura. La procesión extraordinaria del Santo de la parroquia de la feligresía de la collación del polígono Guadalhorce, cultura. Un belén en un centro comercial con un señor sentado en una esquina dando cabezadas con una hucha en la mano, cultura.
Las luces de navidad, cultura. Muelle uno un sábado a las tres de la tarde con setenta y dos mil niños dando bocados a tres columpios mientras los padres y la abuela se ponen finos filipinos con dos cubitos de quintos fresquitos, cultura. Un concierto en la terraza de un hotel, cultura. Y así hasta el infinito y nada más.
En Málaga de cultura andamos justitos. De ocio todo el del mundo y más. El que quieras lo tienes. Pero están logrando confundirnos porque la oferta es magnífica y las posibilidades son múltiples pero única y exclusivamente para entretenerse. Y es que toda la cultura puede entretener pero no todo lo que entretiene es cultura.
Aún esperamos con ansias la apertura del gran museo que, será con bastante probabilidad, una de las mejor gestionadas de España. Pero hay que ir más allá. Porque la actividad museística se basa en el almacén de obras de arte pero no siempre en la promoción, divulgación y creación de contenidos propios de un hangar real de cultura y arte.
Y de eso saben bastante el museo Picasso y su casa natal. Dos entes que consiguen satisfacer con creces las necesidades de la ciudad pero de los que siempre se puede esperar más puesto que son nuestra única “salvación” ante el ataque indiscriminado del arte comercial.
Hay ciudades que, por suerte para ellas, son en si un monumento con patas y con poco que hagan sirven de elemento enriquecedor para el ciudadano y el visitante. Un paseo rápido por Florencia o Sevilla pueden servirte para analizar, contemplar y conocer mil y un géneros, historias y programas mentales que son parte del devenir de nuestra civilización.
Málaga cuenta con innumerables atractivos pero el cultural, siendo a día de hoy una potencia en auge, no deja de tener la marca de agua indeleble de la cocina turística que puede rozar lo chabacano.
Los responsables locales tienen mucho trabajo por hacer pero, llegados a este punto de la película, queda claro que son los propios agentes culturales locales los responsables de que esta maquinaria funcione. No podemos, no pueden, esperar a que les llegue la orden. Deben actuar y generar riqueza de contenidos para los ciudadanos malagueños ávidos de clases magistrales que formen sus mentes.
Picasso se explota con éxito pero hay mucho más y sucede que desde la propia casa del pintor de la camisa de rayas se exporta localmente materia propia de la cultura general local. Y se agradece. Pero se espera mucho más del resto.
No hay tiempo que perder pues ya llevamos mucho perdido. Y ahora, con el dinero, la excursión y el de la chancla de por medio, se hace aún más complicado hacer algo propio, rico e interesante en el ámbito cultural.
El dinero mueve. La cultura real no. Pero de lo segundo siempre bien que haya algo sólido para no ser una ciudad cateta, analfabeta y falta de sensibilidad.
Porque si no, después, pasa lo que pasa. Que derriban media ciudad y la gente ni se inmuta. Sucede que arroyan con cines y ciudades deportivas y la gente pierde la calma y aplaude al primer fanfarrón que viene a “invertir”.
Hágase la luz de la cultura en la ciudad del invierno rojo. De lo contrario pasaremos del boom cultural que nos ilumine al catapúm de la cultura. Y seremos espectadores de primera fila de la explosión de la burbuja jamás contada. La de la ilustración.
Viva Málaga.
es ud. un snob
¿Por qué llamarlo FÉ, RELIGIÓN, SEMANA SANTA cuando quieren decir ESPECTÁCULO Y NEGOCIO? Me hace gracia cómo pone a Sevilla como modelo,constanmente, cuando allí se mueren de envidia por lo que está ocurriendo en Málaga, sino pregunte. Por cierto, su «viva málaga» es más impostura que otra cosa.
Perdona pero poner a Sevilla como ejemplo cultural es para descojonarse. Yo por suerte ó por desgracia, más bién lo segundo, vivo allí y de cultura, poquita. Mucho bar,mucha taberna,mucho borracho,mucho camarero Sieso,mucha mierda en las calles…..mucho cani tirando de bolsos,mucho rechazo a lo de fuera de su ciudad,mucho desprecio al forastero,mucho querer timar y engañar al de fuera…..Por favor!!!! Un poco de cultura!!!! Viva Målaga!!!!!
Sevilla es una ciudad monumental, es innegable. Creo qeu a eso se refiere el autor al decir «un paseo..por sevilla».Los legados del islam, visigodo o románico contribuyeron a ello. Y la comparativa de museos…pa otro día. Junta de «Andalusía» mediante, todo hay que decirlo. Pero negar la realidad no la hace desaparecer. Málaga tiene mucho menos patrimonio arquitectonico, y el poco que tiene se lo van cargando poco a poco. Pero tenemos noria y terrazas-soho-gin-cervezeria-cupcake artesanales, que junto con instagram vuelven al ocioso desempleado malagueño un poco mas tonto cada día.
Querido Boqueron cambiese el nik por Boqueron inculto. No sabe lo que habla.