Resulta que parte de los meneadores de la casa ocupada de calle Nosquera están ahora en el ayuntamiento. Sí. Gracias a una serie de suertes, carambolas y votaciones, Málaga no pudo tener su soplo de frescura con gente preparada, abierta y regeneradora de la mano de Podemos. Aquí se perdieron las elecciones y frente a un grupo de gente nueva apareció un grupo de gente vieja que consiguió ganar las primarias.
Qué duda cabe que en gran parte los votos obtenidos por “Málaga ahora” –así se llama Podemos en Málaga. Aunque pensándolo bien se podría llamar “Ahora me siento yo en la silla” son fruto del trabajo de la marca podemos.
A su candidata, Doña Ysabel, la conocían en Málaga pocas personas incluyendo la familia, vecinos y el hombre que le vendía el pan. Y aún así, sacaron un número potente de votos como para tener representación en la casa de todos, el Ayuntamiento.
La cuestión es que desde sus inicios se ha sabido que La Casa invisible y Málaga ahora son lo mismo. Un grupo único. Una mezcla sin mezclar porque ya está ligada. Y me resulta del todo llamativo que haya quien apoye a aquellos que aplauden las ocupaciones de edificios, las miradas soberbias y los desprecios clasistas de aquellos que precisamente se jactan a diario de ser todo lo contrario.
El disfraz de obrero le queda enorme a ese grupo que en el tiempo que llevamos no ha puesto sobre la mesa nada interesante, potente o con consistencia. Seguramente ahí tengan siempre la justificación, en la negativa del resto y la dureza del que manda. Pero es ahí, precisamente ahí, donde hay que reconocer por tanto que no valen para desempeñar el trabajo.
Si Málaga Ahora representa el cambio y no consigue nada ¿Para qué votarlos de nuevo? Para nada. Aunque bueno, igual lo del cambio del que hablaban iba por otros derroteros como el cambio de mobiliario o el cambio de distribución de su espacio en el ayuntamiento. Seguramente los muebles que había hasta ahora no eran unos muebles progresistas, feministas y comunistas. Es probable que fueran muebles capitalistas malos. Y puede, con casi total seguridad, que las paredes fueran unas paredes conservadoras y explotadoras y por tanto….fuera.
Pero más allá de la risa, no me gusta nada que se asienten grupos nuevos para seguir siendo antiguos. Es una pena que por Málaga no haya pasado la frescura del cambio. Es una lástima que el Podemos malacitano no tenga nivel ni para dar un discurso en una investidura o durante un pleno. No tiene sentido que su representante diga que Teresa Porras no tiene nivel o que el alcalde no hace nada pero al cuestionarle qué está haciendo ella por Málaga haga un Mariano Rajoy y diga tres palabras vacías. No es justo. Porque nuestra ciudad no lo merece.
Es cuestión de tiempo que vuelvan a salir a la calle y dejen vacío el sillón que piensan que es suyo. Pero ése será el único vacío que dejarán puesto que nunca han llegado a ocupar nada en el espacio que realmente nos importa a los ciudadanos: el de los logros, los hitos y las apuestas interesantes.
Para hablar de café y pan con aceite os podríais quedar en vuestra casa viendo la televisión que dicen que está muy entretenida.
Pero hay más. Está La Invisible. El lugar de unos que ahora es de otros pero sin las obligaciones de los que así la consiguieron. Yo no lo llamaría mafia. Pero aquello al menos tiene su historia. Esto es un coctel de rostro duro y amor por los desafíos.
Un aquí estoy yo en toda regla y con la mirada perdida de los que, por miedo o vete tú a saber, siguen sin hacer nada para que eso se acabe para siempre.
Se supone que aquello está cerrado. No se puede entrar. Pero claro. Decirle que no se puede entrar a alguien que está allí porque ha entrado y se ha quedado sin permiso alguno resulta cuando menos curioso.
Da igual. Volverán las oscuras golondrinas a calle Nosquera y con ellas las vanguardias de quita y pon. Y detrás un apoyo en el ayuntamiento con cuatro concejales. Toma ahí. Y si es posible para callarlos se les dará un poco de cera. Y puede que se vuelva a abrir el edificio que simboliza lo que no hacer para conseguir algo.
Pero no pasa nada. Porque el malo es el alcalde. Los malos son los de derechas que además no hacen nada por la ciudad. No como ellos. Que están que no paran de aquí para allá salvando a diario a cientos de personas.
Qué timo madre mía. Cómo nos han vendido la moto diciendo que era nueva y justo a los diez metros recorridos el cuentakilómetros se puso en ciento veinte mil.
Y ahora vuelven las negociaciones. Las charlas para regalar un edificio que vale millones de euros al grupo de personas que dice que aquello es libre, cultural y esas cosas que dicen ellos para el auto camelo del personal.
Shhhh….Shhhhhh…..Shhhhhh…. ¿Lo escuchan? Suena en toda Málaga. Es el sonido que producen las manos de más de uno mientras las frota pensando en que, por mano del destino, sean capaces de tener con papeles un edificio enterito para sus cosas que ellos hacen. Ahí. Alegría.
Pero Málaga sigue igual. Con los mismo problemas en las calles y en las casas. Y la gente, que se agarra a un clavo ardiendo cuando hay necesitas puso su confianza en el último equipo pensando que harían algo o que Pablo Iglesias vendría aquí a darle candela a Don Francisco igual que lo hace en la Sexta.
Y no. Definitivamente no ha sido así. Y ahora la papeleta la tenemos nosotros porque queda mucho tiempo que se hace corto si hay propuestas y larguísimo si no hay criterio, valores ni vergüenza. La invisible.
Viva Málaga.