La primera en el peligro de la tibieza

30 Abr
Mendigo electoral

Hola. Me hace mucha gracia la gente que te pregunta por todo en general. Un “cómo va la cosa” genérico. Un “va todo bien” que afecta a la vida entera. Y resulta que cuando le contestas de manera afirmativa dando a entender que la vida te va genial, va el señor y te pregunta si la familia va bien. Es chulísimo. Ojo. Igual hay alguien que dice que sí, que va todo maravillosamente bien pero que su familia murió una semana atrás devorada por dos guepardos en un safari.

Bueno. Eso. Que hola. Que he regresado a la escritura tras unas semanas de asueto. Quería tomarme un respiro de tanta Málaga. Y me he despejado hablando de Semana Santa. Bravo.

Y Málaga necesita un respiro. Sí. Me he dado cuenta. Y es que lleva un ajetreo bastante raro. Navidad, Carnaval, Semana Santa, festival de cine, cruceros más grandes del mundo día sí y día también, elecciones de todo tipo, follones, líos, atascos, papeles al suelo… y detrás…detrás los malagueños con la cara de un gato en una autopista cuando pasa un coche. Impávidos. Idos. Dormidos.

Nos están emborrachando para llegar ciegos como piojos al veintidós de mayo. Pero borrachera de la mala. De alcohol de garrafón. Pero los malagueños no están dispuestos a evitar el colapso alcohólico. Qué va. Todo lo contrario. Están abriendo la boca y atando sus manos a la espalda para que les sirvan de la botella con la calavera y las aspas. Esto se está convirtiendo en un magaluf cultural.

¿Qué os pasa muchachos? La ciudad está ahora mismo reflejando la farsa que es. Somos croquetas de pollo sin pollo y con mucha harina. Somos mil y un museo con fecha de caducidad y aplausos raros. Somos los generadores de empleo pero a tres euros la hora. Somos las vergonzantes cuadrillas de parados con un chaleco reflectante con el escudo municipal pintando rejas y recogiendo escombros.

Y aquí me detengo porque la basura lo pide. Fíjense en los barrios de la ciudad. Cualquier mañana. Miren bien. Y encontrarán a grupos de personas, en su mayoría 40-60 años de edad, vestidos de trabajo y con un chaleco fosforito realizando tareas básicas. Lo mismo quitan basura que arrancan malas hierbas. Lo mismo podan un seto que pintan un banco o blanquean un zócalo. El primer impacto para el necio es fácil: Qué bien. El ayuntamiento funciona. Es guay. Es gentil. Da trabajo al que no tiene. Y encima realiza tareas que son necesarias. Pero ¿Qué hay detrás de esta historia? ¿Qué intereses hay para disfrazar a gente de operarios para que se pongan a “trabajar” por Málaga? Pues lo que rezuma es pena. Sale la pestilencia local a pocos meses de las elecciones. Sale regalar trabajo desde los distritos para que votes al pepé. Sale engañar. Sale comprar conciencias a cambio de un mísero mendrugo de pan. Qué asco. Y qué pena. Y qué antiguo. Porque esas cosas son del pasado. Son viejunas. ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Hacer carreteras? ¿O un valle de piedra a mano?

Si seguimos así podemos ir planteando obras faraónicas y cuando estén al caer los comicios ponemos a la gente sin trabajo a mover el esqueleto. Ellos contentos, vosotros babeando y la urna medio llena antes de empezar.

Pero se nos cuela algo. Lo de siempre. El dinero. ¿De dónde sale el dinero para esta historia? ¿Por qué pagar por limpiar y mantener si ya hay empresas –carísimas- que se supone que tienen que limpiar y mantener Málaga?

“Encima que damos trabajo se nos enfada el caballero”. Sí. Me enfado y muchísimo. Porque la limosna está fuera de lugar a un mes y medio de las elecciones. Porque jugar con las tragedias, las penurias y las calamidades de la gente es vergonzoso. Y porque la limosna supone esfuerzo y rascarse el bolsillo. Pero me cachis. Es que el dinero no es ni vuestro.

Igual podríais regalar a la ciudad otras cosas. Yo que sé. Dejar de poner césped de plástico y engordando el IBAN de uno. Quién sabe. Pero lo que es seguro es que vamos por el camino equivocado. Y la culpa es suya y nuestra. Suya por cutres. Y nuestra por aplaudidores sopones.

Málaga está últimamente rarísima. Atontada. Cero criterio. Cero voz crítica. Hasta los de Podemos aquí no valen ni dos pesetas y no gana el bueno. Somos la ciudad donde el candidato de Ciudadanos es de Oviedo y no conoce ni las calles de la ciudad. Somos la tierra en la que la misma persona maneja una porción enorme de los museos y centros culturales. Somos la ciudad donde el festival de cine ya se ha vencido por la trastienda de la manteca. Con los fotógrafos cabreados y El País diciendo que esto es más de Antena tres que de la cultura ¿Por qué es todo tan sospechoso?

Porque templamos Málaga. La ponemos a la temperatura óptima para que se reproduzcan las sanguijuelas y así nos quedamos secos de vida y tontos.

Aplaudan señores. Bienvenidos forasteros a la ciudad que es la primera en el peligro de la tibieza. A la tierra de la que da gusto escribir. Pero que estará insoportable hasta el lunes de Pentecostés.

Ojo: Basta de usar a los pobres, los ancianos y los inmigrantes para hacer campaña. Que pensáis que queda moderno y es patético.

Viva Málaga.

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