Hace ya tiempo escribí unas líneas al respecto de la idoneidad de un museo taurino en la ciudad. Al fin y al cabo, un proyecto que –bajo mi punto de vista- resulta enriquecedor merece los mayores halagos.
Pero al llegar las fechas en las que el electorado comienza a abrir ventanas, la cantidad de políticos que intenta asomarse a ellas hace insostenible del todo la situación.
Pocas horas atrás se ha presentado el museo taurino de Málaga. O el museo de los toros. O el museo de la tauromaquia. O la colección de Juan Barco. O parte de la colección de Juan Barco. O no sé. Algo. Un lío. Pero la cuestión es que se ha convocado a los medios, los políticos y la gente relacionada con los cuernos para decirles que ya se ha parido otro espacio museístico en la ciudad.
Realmente la cuestión comienza a preocuparme. Les hablo en serio. Son muchos museos todos seguidos. Parecemos un poco tontos incluso. No paran de hacer museos. El pompi está a punto de salir. El de la provincia más de lo mismo. Ahora el de los toros. No sé. Igual es excesivo sacar tanto boquete con cosas cuando realmente no es del todo necesario.
Es evidente que tendrá visitantes. Y si no los tiene ya se encargarán que los tenga metiendo allí a colegios y colegios. Pero la cuestión es que todo está moviendo con los ojos puestos en las elecciones y los votos.
Los malagueños nos sentamos en un restaurante y pedimos el almuerzo pero nos llegan todos los platos tarde, fríos y a la vez. Sobre la mesa nos ponen la chuleta con una mano y con la otra el flan. Calma políticos. Calma. Que se nos revuelve el estómago.
En el caso del museo taurino resulta del todo sospechoso puesto que, en este tipo de proyectos, se suele ir manejando el tiempo y poco a poco conociendo los contenidos, el uso del edificio, los costes, quién se hará cargo de la explotación, las empresas que se moverán alrededor, etc. Pero en este caso la gran mayoría de las personas que ponemos cierta atención en estos menesteres nos hemos dado cuenta de que se ha pasado de la nada al todo de una semana a otra.
Hace un par de días salían los políticos rojos a denunciar que los azules estaban presentando algo a la carrera y que el desconocimiento era absoluto. Cierto. Las cosas como son. Llevan razón en eso –aunque lo haya dicho Paco Conejo-.
No saber qué modelo de gestión tendrá el museo, si será público o privado o simplemente cuánto va a costar resulta del todo inadmisible para cualquier organización pública que trabaja con el dinero de todos.
Sin entrar a valorar qué hace una Diputación poniendo museos en la capital pudiendo gastar ese dinero en los pueblos –eso es harina de otro costal-, creo que ha llegado la hora de que los ciudadanos nos enfademos con estos “regalos” que nos hacen nuestros gerentes cuando llega la hora de volver a elegirlos.
Por favor. Dejen de una vez de hacer el gamba. Resulta vergonzoso que gasten dinero, del que no hay, para adelantar cosas que, es por seguro, están inacabadas o no son necesarias en este momento. No es hora de inauguraciones con la croqueta que tenemos encima los malagueños. Y basta por favor de vender y re vender que este tipo de museos van a salvarnos a todos. Que no. Que la mayoría de la gente no tiene un bar. Ni vende camisetas. Que Málaga no es Roma. Y que si este museo se inaugurara en su debido momento seguro que lo apreciaríamos más. Y se pondría en valor. Pero es increíble que nos aparezca una nota de prensa anunciando algo sorprendente como la inauguración de un museo del que nadie sabe nada.
¿A qué jugáis? Es evidente que somos un poco torpes porque estáis ahí. Pero por el amor de Dios, tomadnos un poco en consideración. Y que sí. Que el museo taurino seguro que estará genial y será interesante. Pero empieza a resultar grosera tanta inauguración y arreglo. Que las calles de Málaga están llenas de obras. Que están pintando todas las rayas de las carreteras. Que no dejan de abrir museos y presentar historias.
Pero el ciudadano comienza a darse cuenta de la tostada. Y ven que la línea que se repinta es de color azul SARE con el que nos obligan a pagar hasta por respirar. Y que los museos son falsos espejismos comprados por poco tiempo y a precio de oro.
A pocos museos les va a coger el toro en Málaga. Pero no se olviden que ese animal no es un galgo. Que el toro engaña. Y parece que va a ir hacia un lado y acaba yendo al otro. Y ahí llega la corná. Y entonces estás perdido.
No sé qué es más falso, si la presentación a la carrera de un museo o el aplauso que os darán ese día por ello.
Correr es de cobardes.
Viva Málaga.