¿Quién hace más por la sociedad y la cultura en Málaga, el que monta una librería o el que mete la patada en una casa ajena para promover “cultura”? ¿Por dónde camina el apoyo a las libertades y al bien común, por el pago de los impuestos o por la desobediencia sin aportar lo que todos contribuimos? ¿Si facturas y pagas IVA e IRPF ya no puedes ser underground? ¿Es mejor cultura o más buena la de quien okupa sin permiso que la de quien monta un sello editorial malagueño y –legalmente- promueve que los trabajos de grandes artistas locales tengan altavoz?
Qué berenjenal. Estas pasadas Navidades en Málaga hemos vivido unos momentos estupendos de meneo social porque unos señores del Ayuntamiento procedieron a cerrar el inmueble de calle Nosquera en el que se metieron sin permiso el grupo de personas que conforma “La casa invisible”.
El motivo por el cual se procedía a cerrar las puertas era que, según urbanismo, el inmueble carece de medidas de seguridad ante posibles incendios y a su vez cuenta con una instalación eléctrica en un estado precario. Básicamente, que aquello no está bien como para que haya gente entrando y saliendo todos los días y que, a la más mínima chispa se puede formar un lío.
A diferencia del criterio de los activistas, para muchos ciudadanos siempre ha sido una sorpresa ver abierto un edificio que, en su etapa como Discoteca Metropol, ya tenía un estado de conservación y un nivel de humedad similar a la cáscara de un mejillón: mojado y lleno de pegotes. Es por eso que no nos llama la atención que pretendan cerrar al público un edificio apuntalado.
Pues no veas que te mareas. La que se ha liado. La gente indignadísima. Las redes sociales vibraban. No paraba de leer: “La invi no se toca”. La invi. Sí. Que es que resulta que se usa el diminutivo. En plan moderno. Como si dices: “Vamos al museo Thys” o “Te espero en la Cas Nat de Pi”. En fin. Cosas de la gente.
Poco después del meneo cibernauta salieron los políticos, a los que ya les han instalado el muelle a la altura del final de la espalda con motivos electorales, para decir que había que estudiar el caso, buscar soluciones, ofrecer alternativas… etc etc etc. Vamos, lo que viene siendo nada. Lo que viene siendo lo de siempre.
Poco después, se ha organizado una manifa en el centro llena de colorido, gente con perros, malabaristas y un camión musical que recorrió el centro para concienciar a la gente del asunto. Aprovechando el acontecimiento, se podía ver camisetas de la organización que estaban a la venta desde el propio camión. Seis euros. Está bien de precio. Ni pa ti ni pa mí.
La cuestión es que el resultado de toda esta historia ha sido una brecha nueva en la ya maltrecha estructura virtual del edificio que deja patente que, con la llegada de las elecciones municipales, se puede llegar a dar pábulo a conceptos y circunstancias que en la vida real y diaria ninguno de nosotros daríamos cabida.
Resulta que unos señores ocupan un inmueble que no es de ellos y que el ayuntamiento acaba comprando a sus propietarios –adivinen de dónde sale el dinero para pagarlo-. Pasa el tiempo y hacen el show de “mira qué moderno soy que me hago unas fotos con esta gente y les pongo un sitio para que jueguen a sus cosas de moderno, se hagan sus infusiones, se sienten en cojines y esas cosas que hacen ellos”.
Dicho y hecho. Aquella historia de amor se convirtió en un intercambio de necesidades innecesarias. Los políticos de “ganaban” el pan y un grupo de personas de la noche a la mañana se hacía con un edificio entero en pleno centro para hacer sus cosas y montar su propio bar.
Hasta el año 2012, esta relación ha sido más o menos conforme por ambas partes, pero desde mediados de ese año, la relación se acaba, cada uno tira para un lago y llegamos al día de hoy en el que, el edificio sigue ocupado, el ayuntamiento no puede usar el mismo y en el momento en el que hay problemas, los okupas se ponen a protestar.
Pero el recopetín de la historia es que, el propio consistorio, se ofrece a pagar las reformas que necesita el edificio –casi un millón de euros-, les hace guiños a los okupas para que sepan que seguramente se lo devuelvan reluciente y nuevo y que –ojo al dato- les pueden ofrecer otros lugares de manera temporal para su uso como pueden ser los antiguos pabellones de El Ejido. Qué follón.
Hagan sus cuentas. A mí no me salen. Yo le cambiaría el nombre a la casa y le pondría La inviable. Porque no tiene ningún sentido que en nombre de la libertad y la cultura libre se conforme todo lo contrario hasta llegar a un punto en el que, al menos desde fuera, La invisible se ha convertido en un bastión de ideologías políticas, con un actividad realmente opaca y que para muchos no es más que una peña. Sí. Una peña como otra cualquiera. Hay peñas de muchos tipos pero camufladas según el estilo y gustos del personal. Hay peñas camufladas como cofradías de semana santa. Hay peñas que parecen clubes deportivos y también hay peñas donde sus socios tienen gustos alternativos y acaban montando La Invisible.
Bien hecho. Pero que jueguen como los demás jugamos. Porque si no es trampa y entran en contradicción. Y se acercan las elecciones. Y la invisible se ha convertido en la sede de Ganemos. Y ya entramos en palabras mayores. Porque un partido que pide el voto hablando de “Gestión ciudadana de bienes comunes” debe saber que la ocupación de inmuebles privados no lo es. Porque un partido que habla de “cultura no mercantilizada” debe saber que dar clases de guitarra gratis es gratis. No por muy poquito. Porque el poquito tiene que tributar como para el resto de los mortales. Y porque si tu premisa es el bien común y la libertad, debes dar ejemplo con aperturismo y sin miedos.
La demagogia es fácil con este caso puesto que resulta sencillo hablar de la cantidad de gente que está pasándolas canutas en nuestra ciudad y que los que mueven los hilos de la progresía reparen antes en asuntos nimios como es la ocupación de un edificio que no es suyo.
No sé por qué, pero no imagino todos estos problemas si la ocupación del edificio hubiera sido para atender a familias sin recursos que no tienen dónde dormir. No sé por qué, pero no imagino a estas mismas personas ocupando un inmueble en la quinta puñeta en vez de en pleno centro. Pero lo que sí sé, es que entiendo que a los de La Invi, los invi-ten a que se marchen de allí.
Si tanto se cree en una cosa, da igual el lugar desde el que se haga. Otra cuestión bien distinta es que quieras salvar a la humanidad pero desde una sala vip y sin pagar.
Más cara que espalda.
Viva Málaga.
Pues que el ayuntamiento abra un centro cultural de gestión ciudadana (no otra Caja Blanca en a tomar por c**o) donde poder hacer todo lo que se hace en la «Inviable» que es lo que se viene reclamando desde hace muchos años, no creo que los gestores de ésta tengan ningún problema en pagar un IVA en lugar de pagar reparaciones todas las semanas.
Pero luego bien que tengo que pagar parte de los 8 mill sólo del museo ruso y el pompidou para los guiris, a ellos que no les falte cultura (porque yo tengo que pagar 8€ para entrar, no lo olvide).
Y no olvidemos el inmueble, que probablemente siga en pie gracias a los «okupas», en lugar de ser un solar o un nuevo hotel cuadrado.
Demagogia…