El pregonero de las Peñas

6 Nov
LVMM
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Qué liosa es la Semana Santa. Algo que tiene una duración nítidamente definida hasta en el nombre pero que en la práctica se le conoce una duración eterna. La Semana Santa es un bucle. Es una entrada sin salida. Es la cola en el sitio en el que dan algo gratis. Es la eternidad.

Y es por eso que da igual que hagan videos, que pongan fotos comentadas en las redes sociales o que suenen marchas para intentar caldear el ambiente porque se acerca la Cuaresma. Es mentira. Todos los años hacemos las mismas gracias al respecto de la premura que tienen las ciudades y comercios en adelantar la Navidad. Y es cierto, llevo camiseta y ya hay turrón. Pero… ¿Cuándo se supone que acaba el ambientillo cofrade para descansar hasta el año siguiente? Jamás de los jamases. Esto nunca para. Salió La Paz en sus estupendísimas andas y en breve lo hará el Cautivo. Y la Cuaresma está ahí… en nada comienza el comienzo de algo que nunca ha dejado de comenzar. Qué cansinos madre mía.

El otro día saltó la noticia. Se dio a conocer quién será el pregonero de la Semana Santa del año dos mil quince. Oh. Expectación. Pero, bajo mi punta de vista, una duda enorme que nunca entenderé de este mundo volvió a salir a la palestra: Las exclusivas cofrades en primicia.

En el gremio de comunicadores-periodistas-opinadores-marujas camufladas-etc que manejan el mundo cofrade, se suele estar ojo avizor en busca del chascarrillo para dar la noticia y demostrar que es cierto eso de lo que aparentan, es decir, que saben más que el resto. Que son el hombro en el descansa el poder y el confesor oculto. Pereza.

Dentro de esta lucha encarnizada, se suceden situaciones que no logro comprender. Entre ellas destaco la prioridad de contar las cosas aún poniendo en entredicho al interesado o a la institución protagonista de la misma. Es común conocer asuntos por canales no oficiales pero proclamados en grandes medios. La Hermandad tal va a hacer cual cosa. La Agrupación de Cofradías nombra pregonero a fulanito. Bien. Correcto. Es tu deber contarlo pero…¿Con qué cara miras al confesor al día siguiente? ¿Con qué ánimo te adelantas a la Agrupación para dar una de las noticias más importantes del año para los cofrades?

Es probable que durante algunos minutos seas el rey pero, al rato, seguramente acabes teniendo la sospecha sobre la cabeza y seas, con mucha probabilidad, la última persona a la que muchos contemos algo que no quieran que se eleve a público.

“Cosas de la comunicación”, argumentarán. Pero cáspita, si hablamos de un pregonero o un pintor no es necesario adelantar por la derecha y sin intermitente. No es la noticia de la cura del cáncer o la aparición de un caso de corrupción en la Moncloa. No es una historia de esas que te quema en las manos. Hablamos de un nombramiento bonito y que merece algo más que un soplo en una radio o un periódico. Personalmente, este tipo de noticias, prefiero recibirlas de manera oficial por el Presidente y su equipo con su pompa oportuna que por un transistor. Lo siento, pero a mí, no me gustan esas primicias. Restan belleza. Y la responsabilidad es, de manera inequívoca, de quien la cuenta y no del ente.

Rafael de las Peñas. He aquí el pregonero. -Jugoso apellido para el chiste de alguien al que no le gusten las cofradías-. En manos de este señor está pregonar esta entelequia de la muchos somos partícipes. Envidia absoluta la mía al conocer su nombramiento puesto que –aún sabiendo que jamás me llamarán para tal fin-, su pregón se posicionará entre los mejores del escalafón y será aún más difícil dar la campanada en el Cervantes. Listón alto.

Les va a hablar un caballero que, con las limitaciones de mi conocimiento sobre él, recoge con elegancia los más sabrosos frutos de esta enorme maquinaria.

La coherencia se echa en falta por estos caminos cofrades. Y también la delicadeza para abordar con soltura aspectos renovadores de fe y también de criterios. Y estos, son elementos que confluyen en el carisma de Rafael. Solamente has de compartir un rato de conversación para darte de cuenta de que, por personas como él, toda esta infraestructura tiene sentido, albergando en su persona la esperanza en el caos.

Es una buena noticia que gente como Rafael se exponga para decir las cosas al público. Para contar y experimentar con las palabras intentando exprimir algo de eso que todos añoramos escuchar pero nos cuesta encontrar.

Ojalá un pregón con rimas y sin rap. Ojalá ritmo acompasado. Ojalá el mensaje con entrada de primera fila y el adorno en el gallinero. No quiero un pregón de ese del que muchos esperan siempre que llegue. Un pregón de Podemos cofrade. Un alarde de valentía para llamar a las cosas por su nombre –aún siendo ciertas- y cambiar un alcalde por carcalde. Un irreverentísimo para el reverendo y un fachón para el conservador.

No. Yo no lo quiero. A mí no me vale. Y no porque no sea el foro adecuado. Y no porque eso no sea pregonar. No. Simplemente por subir el listón.

Llamar gordor al gordo y orejón al de las orejas grandes es de primer curso de pregonero. Y yo, espero encontrarme con la esperanza que genera la palabra bien escrita. Aguardo flores entrando por los oídos y que la Virgen del Rocío pueda cambiarse por la Macarena. Si eso fuera posible, Rafael habría conseguido el éxito y es que, la belleza, la emoción y el profundo sentir cristiano que trasciende en la Semana Santa es universal y no entiende de calles.

Estoy alegre porque este buen hombre pregone la Semana Santa de nuestra tierra. Es un nombramiento de justicia. Pero una justicia contraria a la que solemos pensar en estos casos. Dudo mucho que Rafael estuviera en su casa nervioso esperando que sonara el teléfono –como sabemos que estarían más de uno y de dos-. Dudo de manera considerable que su nombre estuviera en las listas de la mayoría. Y es que, por fin, un pregonero pregonará sin ser profesional del discurso.

Qué suerte han tenido los cofrades de poder disfrutar de una persona con la cabeza tan bien amueblada. Todavía no te he felicitado. Y es que me daba cosa escribirte de repente para ponerte la típica frase fanfarrona. Te lo digo por aquí. Mucha suerte amigo. Nos vemos en El Rocío y allí ya me cuentas bien cómo quieres que te escriba el pregón.

Viva Málaga.

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