A mí la frasecita esa que se usa a menudo de “Que hablen. Mal o bien. Pero que hablen” me gusta menos que un bocadillo de polvorones. No. Mire usted. Para hablar mal, no hable. La gente para esas cosas es un poco inmunda. Hay un grupo de humanos que usan coletillas que a mí me hacen cosquillas en el bolo alimenticio. “Yo si algo tengo es que digo las cosas a la cara y digo lo que pienso siempre”. ¡No! ¡No te metas en nada! ¡Si no hace falta! Anda mujer…piensa para adentro. Que está muy entretenido.
Resulta pues, tras mi alegato inicial para que la gente deje de decirme lo que piensa –porque me da igual básicamente-, que no siempre que hablen mal de ti es bueno.
Loving Málaga. Así se llama la nueva campaña que ha creado el Ayuntamiento. Alguna agencia afortunada se va a llevar –por su trabajo digno- sesenta mil papeles para contarnos a nosotros mismos qué somos. Sí. No es un cuento para el extranjero si no algo así como un autobombo, casualmente, a pocos meses de las elecciones.
Digo yo que si esto funcionara de otra manera, las campañas de turismo se debieran destinar a los forasteros y no a los de dentro. Y ojo, no estaría mal tirar millas y plantear la posibilidad de hacer algo bueno dirigido al ciudadano malagueño. Que se conciencie de lo que tiene. Que lo conozca y valore. Pero…no sé…viendo el panorama, esta historia parece de todo menos real y útil.
Todo apareció sin previo aviso. De un día para otro comenzaron los políticos peperos a seguir un nuevo perfil en las redes sociales. Loving Málaga. Claro, solamente ese pequeño detalle ya da pistas de por dónde va a ir la historieta. Campaña buena para todos pero la hago yo. Y soy yo el que la vendo. Y va a ser a mí a quien va a beneficiar. Ezasto. Tras el bombo inicial, la cosa ha ido a menos y, a ojos de cualquier agencia o si hubiera que rendir cuentas ante los dueños de una empresa privada, el impacto de la historia ha sido bastante cortito. No muchos seguidores en redes que, si les quitas los propios promotores, se quedan en unos números muy limitados para algo por lo que se ha pagado un buen dinero.
La cuestión es que, aquí un servidor, se ha puesto las botas viendo la campaña. He leído tuits, estados de Facebook, fotografías, textos, y –lo mejor de todo- los videos que se han hecho y suben a Youtube. Pasado un minuto de la primera peliculilla he de reconocer que me sentí como si hubiera encontrado oro en una mina abandonada. Oh. Qué maravilla. Me da para un libro. Pero no. Que no tengo ganas de tanto.
Solamente quiero hacer una pequeña reflexión al respecto de la misma. Hay dos ingredientes fundamentales en el asunto: Uno, un logo. Sí. Un logo que consiste en un bocadillo de comic que pone #LovingMálaga. Sí. Eso deben ser por lo menos 20.000 euros como mínimo. Y la segunda parte es la presencia de un muchacho que representa algo. No sé si a Málaga. A los malagueños. A Loving. Al bocadillo. No sé. Yo no lo conozco. No me suena haberlo visto antes ni nada. Total que la criatura aparece en los videos y en las fotos dando más vueltas por Málaga que El Tiriri y el mendigo del clavo en la rodilla juntos.
Nuestro amigo se dedica a dar chancletazos por la ciudad y va retratando las cosillas y contándolas al querido público. Ejemplo: la Casa el Guardia. Él se planta allí, hace unas fotos, las sube a internet, su poquito de video y explica qué es aquello –Si alguien no conoce la casa el guardia en Málaga es para pegarle con una babucha, pero bueno-. Total, que voy yo y me veo el video –dos minutos o así- y ya me llevo el mal rato. Aparece en escena el muchacho en pantalón corto, con tenis, una camiseta, con el pelo desenfadado –modo hamaquero ON-. “Hola, hoy noshhh gusshhhtaría enshhheñaroshhh algunashhh de lashhh bodegashhh típicashhh máshhh populareshhh. La primera que me gushhhtaría ensheñaroshh eshh la casa de guardia. Bla, bla, bla. Deliciososssss mejillonessssss. Mi vino preferido essss el pajjjjjjjjarete”. ¿LA CA SA DE GUAR DIA?. Qué va eh, amigo. Así no eh. No, no. De eso nada. Aquí nadie dice la casa de guardia. Y si tu vino preferido es el pajarete yo soy campeón de triatlón. Error. El video tiene la misma credibilidad que una charla del Mocito Feliz sobre macroeconomía en los mercados emergentes del noreste de Asia.
Tras echar un vistazo a otro video me doy cuenta de manera definitiva que la imagen que se transmite es algo blanda y edulcorada sobre una sociedad con personalidad, carácter y que, siempre, se viene arriba con el más mínimo motivo para adorar, defender y gritar que quiere a su tierra. Pero claro, hablamos de cosas importantes y serias. Hablamos de motivos consistentes para gritar bien fuerte que viva Málaga. Que mordemos al que nos desprestigie, nos engañe y se aproveche de nosotros. Y de eso, poco se ve en la campaña de la que les hablo. Más bien se trata de un ejemplo de todo lo contrario.
Echen un vistazo. Disfruten del video sobre el teatro romano y cómo el señor con el que habla va mejor preparado –y decoroso- que el protagonista de la campaña que conversa en bermudas y camiseta para hacer las veces de cicerone para propios extraños.
¿Queréis ser esa Málaga desde dentro y desde fuera? ¿Queréis quedaros en que aquí hay una bodega que vende vino y el pesado, cansino, plasta y repetido asunto de cómo se toman los cafés? ¿En serio? ¿Eso es todo lo que tiene esta bendita tierra? ¿Seguro? Una ciudad valiente que supo resistir durante una guerra civil hasta que no tuvo más pantalones. Un pueblo que marchó mientras era acribillado por la carretera del Almería y a los dos años estaba asumiendo que hay que perdonar y convivir. Uno de los asentamientos más antiguos del mundo. La Málaga roja y genuina que huye del conservadurismo pero que llora tras los pasos del Cautivo cada Lunes Santo. La ciudad de los mil rincones perdidos y que nosotros mismos conocemos. Las ruinas valiosas que siguen sin arreglarse. Eso es la Málaga real. Lo prometo. Y esto lo digo desde un avión que me trae de Roma. Ese sitio donde todo es bonito. Ese lugar donde la belleza es exprimida como producto hasta la saciedad. Nosotros no tenemos de eso. Pero no por ello vamos a hacer el chorra vendiendo lo que no hay. Málaga es mucho más que un gachón en camiseta vendiendo tres cosas trilladas . Nuestra ciudad es maravillosa, rica y culta. Solamente hay que excavar para encontrarla. Y si no, seremos nosotros los responsables de la vulgar imagen que proyectamos.
De Roma vengo. Sí. Con más miedo que siete viejas porque me da susto volar. Pero uno, que tiene suerte y disfruta de algunas Lágrimas y muchos Favores, tiene buenos amigos como el piloto Javier Santos Liébana. De Vueling. Y Belinda, de Fuengirola. Y el Comandante José Sagripanti, un argentino en Fuengirola. Todos hicieron que pasara el vuelo mejor de lo habitual -es decir, muy mal- y al final –como buenos ciudadanos de Málaga- acabamos hablando de los problemas que tenemos en este maravilloso lugar. Vuelen con Vueling. Sí o sí. La mejor compañía en la mejor compañía.
Gracias amigos por atenderme tan bien. Sí. Les estoy contando mi vida. Pero de algo me debe servir escribir en los periódicos si no puedo dar las gracias a mis amigos y sus amigos. Gracias Javi. Nos vemos el Domingo de Ramos.
Viva Málaga.
El señor mayor, el de los calcetines ocres, es catedrático de arqueología romana de la UMA. Contratado por el venerable anciano que dirige la orquesta del aytº de Málaga para los fastos de «Málaga, ciudad cultural». Pifia horripilante que ya nadie recuerda y que nos costo una pasta gansa, a mayor gloria del carca-alcalde.