No se lo van a creer. Repito. No se lo van a creer. Resulta que están arreglando el entorno de la Catedral de Málaga, sí, ese entorno negro, sucio y lúgubre del que solamente se acuerdan cuando hay elecciones. Las musas se le han aparecido de repente al munícipe y ahora son mil y uno los proyectos en los que arreglar Málaga.
En situaciones normales y ante ciudadanos modelo basic, este tipo de obras serían dignas de aplauso, poemas y bailes ante el ideólogo pero resulta que en nuestra ciudad ya tenemos más kilómetros que el baúl de la Piquer y todo nos suena a estafa, chino, engañifa y circo.
La cuestión es que, uno de los proyectos estrella –antes llamados engañaviejasparaquelasvoten- es del que les hablo. La peatonalización del entorno de la Catedral. Oh. Qué maravilla chiquilla. Su suelo nuevo, sus bancos feos, sus cien mil billones de euros por algo que sabes que vale medio, en fin…las cosas que pasan en todos los sitios.
Sin embargo, lo que debe ser motivo de alegría para muchos –a mí sinceramente me da igual ya que, puestos a sanear, lo ideal sería acabar con el mamotreto del Málaga Palacio– se ha convertido en una afrenta personal de los amigos del paisajismo.
Resulta que al comenzar las obras, los operarios –antes se decía albañiles-, han cortado cuatro árboles que decoraban –mas bien tapaban lo feo que está aquello- y los han hecho cachitos. No se imaginan el revuelo. ¡Virgen del Carmen Coronada del Perchel! La gente está casi tan dolida como con el sacrificio de un perro que podía tener ébola.
¡Granujas! ¡Sinvergüenzas! ¡Anti ecologistas! Y así por infinito. Y es normal. Yo también los entiendo. ¿Acaso alguien puede resistirse a que te talen tres Yucas? Sí. Resulta que los árboles eran tres Yucas. Por si no lo saben –yo no lo conocía hasta hace cinco minutos-, las Yucas son árboles malos. Eso no vale para nada. Eso no se puede ni trasplantar. Eso si se corta va a la basura. Pero por lo que se ve, eran el ojito derecho de más de uno.
Y ahí, al final, es donde se comienza a sospechar de los criterios. Si bien es cierto que siempre hay que apostar por mantener y conservar las cosas –yo el primero-, no todo debe ser motivo de espanto y ataque. No pasa nada por cortar unos árboles normales y corrientes para poder llevar a cabo una obra. A fin de cuentas, entre mantener un árbol rodeado de lugares feos o cortarlos para conseguir un espacio relativamente decente, yo opto sin dudarlo por la segunda opción.
Si a este hecho le sumamos que otros muchos árboles se han protegido, sacado cuidadosamente y ahora mismo se encuentran en un vivero recibiendo un tratamiento para su posterior trasplante, el asunto nos lleva a pensar que la mala prensa de los hechos se tambalea.
Aunque para mí, sin duda alguna, lo más relevante de toda esta historia es que se han conservado unos árboles de una especie con un nombre fantástico –agárrense a la silla-, Choricea. Sí. Cho-ri-ce-a. Casi me da un patatús cuando me enteré. Se me caía la baba pensando en un titular hipotético: “El Ayutamiento de Málaga, gobernado por el PP, permite el Choricea y no lo corta de raíz”.
Hubiera estado fantástico pero no ha sucedido. Y al final, como viene siendo habitual, los malos de la película se salen con la suya desde el minuto cero. Y es que, parece ser, que nadie se para a pensar en las cosas relativamente importantes de la remodelación del entorno: ¿Cuánto va a costar realmente la obra? ¿Por qué se realiza a un año de las elecciones y no antes? ¿Se ha guardado dinero municipal –en época de carestía y con un endeudamiento de los mayores de Europa- para usarlo en obras a pocos meses de que hablen las urnas? ¿Se usa el dinero público para financiar campañas encubiertas como lo son las obras públicas en la puerta del colegio electoral? O mejor ¿Qué arquitectos realizan el proyecto y por qué? ¿y la constructora? ¿Por qué nunca se dice qué tiene de buena con respecto al resto para salir elegida? ¿Se cambiará en mitad del proceso el coste de la obra de tal manera que el precio inicial de concurso sea falso? ¿No se pararon a pensar hace mucho tiempo al pasar por la zona en eso de “Uy, qué raro un restaurante tan bueno y bien preparado en esta cochambre”, “¿Aquí quién va a venir?”? Qué suerte tiene la gente oye, que invierte la vida entera en un lugar nefasto pero al poco tiempo cambia la cosa y se va a quedar en un espacio privilegiado. Las cosas de la vida.
Se nos va la fuerza por la boca y en la dirección que no es. Si no que se asomen a Santo Tomás. Que decían hasta que se iban a construir pisos –historia más tonta no la he leído en siglos-, y ahí están, arreglando aquello y poniéndolo a punto para echar a andar. Ojalá fueran los tiros para la Catedral que sigue a medias. Que no soluciona del todo sus problemas básicos y que por no tener no tiene ni una Sacristía en condiciones –observen desde calle Cañón las partes inacabadas.
Pero no pasa nada. Lo importante son tres árboles. Tres Yucas. O cuatro. O diez. Me dan igual diez árboles feos. Que no es el de Guernica. Que no es un Acebuche de El Rocío con más de ochocientos años. Que no. Que por ahí no va la cosa. Que para algo que funciona aquí que son Medina y Gutiérrez del Álamo, no es plan de liarse a palos con ellos. Que está el puesto lleno de fruta podrida y te vas a ir a por los dos mejores melocotones para decir que están malos.
Que corten lo que haga falta. Que lo hagan bien. Que cueste poco y que no dé vergüencita ajena. Ya que los mandan a hacer cosas para contentarnos y que los votemos, al menos que esté en condiciones.
Choricea. Qué bueno…Y no lo cortan oye. Qué hijos de la gran Yuca.
Viva Málaga.
La cuestión es que en Málaga, casi todas las obras comienzan cargándose los árboles. Hace unos años, en el entorno de la Plaza de Toros se llevaron por delante una punta de Arboles de amor, con la formal promesa de reposición. Y, por supuesto, jamás volvieron. Serían arbolillos de poca monta, como las yucas. Pero no lloremos; luego vendrán los tristes naranjitos que todo lo solucionan.
Y una precisión necesaria, aunque estropee el chiste: el género botánico del Barrilito es «Chorisia» o «Ceiba»; pero no Choricea.
Un pequeño matiz: el género del árbol es Chorisia, con «s». Aunque has estado ingenioso.