El Museo de las Malas Artes

16 Oct

La autopsia
La autopsia

Lo típico. De esas veces que estás con alguien que está haciendo una paella y te vas acercando poco a poco. Los ves picar pimientos, hacer el sofrito, pelar gambas, preparar el caldo, los sudores que caen por la frente del cocinero, pesa el arroz, controla la temperatura y tú cada vez más cerca. Hasta que ves que queda un minuto para que se termine y te plantas frente a la paellera, sacas una cucharilla, lo mueves dos veces y dices: Esto ya está. Creo que nos ha salido buena.

¿Imaginan la cara del que ha hecho toda la paella y del resto de la familia que presenciaba la elaboración? Pues esa misma cara, idéntica, es la que se nos ha quedado a todos los malagueños cuando el Alcalde de la ciudad ha decidido que quiere quedarse con el Museo de Bellas Artes de Málaga. Sí.

Las elecciones municipales están cerca. Bueno, una cercanía relativa. Pero teniendo en cuenta que yo aún uso manga corta y ya he visto mantecados, eso de las fechas cada vez adquiere menor valor.

Como todos sabemos, nuestro actual alcalde va a seguir la senda de los más aclamados Faraones de Egipto para continuar con su labor de regidor local. Lo de faraón es por darle más pompa, no porque quiera decir que lleva casi los mismos años que los egipcios. Ni muchísimo menos. Hay decenas de faraones que estuvieron bastante menos tiempo que Francisco de la Torre en el cargo.

Pero bueno, tampoco nos vamos a centrar en el tiempo puesto que, se supone, que si alguien se pasa mucho tiempo mandando es señal de que la ciudadanía lo quiere por su buena gestión –salvo si eres pequeñito y vives en El Pardo-.

La cuestión es que, con las ansias vivas por comenzar la campaña un año antes, estamos presenciando cómo de la noche a la mañana, la ciudad pretende estudiarse todas las asignaturas de la carrera de ingeniería aeronáutica la noche antes del examen. Y no.

Las obras repentinas –y en algunos casos innecesarias o sin sentido debido a las necesidades reales de la ciudad- se han convertido en tónica habitual. Los concejales no dan a basto. Se les van a borrar las huellas de los dedos escribiendo desde el móvil, en horario laboral, cómo un trabajador poda un árbol, arregla un pedazo de la acera o asfalta medio metro cuadrado. En fin, lo que viene siendo un engañabobos.

En este sentido, el equipo de gobierno se ha echado a las espaldas todo tipo de pancarteo inútil para decir que hacen mucho, bueno y con amor a Málaga. Error.

Se huele su miedo desde kilómetros de distancia. Efetivamente. Ese cosquilleo de saber que es posible que se queden sin trabajo en Mayo y que las facturas habrá que seguir pagándolas. Y por eso hay que mover el esqueleto. Y si hay que ofender a alguien, se le ofende. Y si hay que defender lo indefendible se defiende. Y si hay que hacer el ridículo públicamente y quedar como un correveidile se queda. Porque sí. Porque hay que comer Y muy bien que está. Claro que sí. Ole. Arsa. ¡Viva la víen!

La cuestión es que, al margen del borreguismo habitual, nos encontramos con algo que, según mi parecer, es más peligroso que la repetición de eslóganes por parte de los subalternos. Y me refiero a quienes realmente están ya aquí por gusto. Porque quienes quieren seguir adelante sin ser comprensible. Y ahí, en ese punto, se sitúa ahora mismo Don Francisco.

Muchos años, la vida resuelta como quien dice y la sensación de que, al poco de ganar las elecciones se marchará dejando a alguien en su silla –tal y como él llegó-, nos hacen pensar que está dando sus últimos coletazos.

Pero vaya cola tiene. Y qué potente. Estamos ante un señor respetable, que ha sabido labrarse un gran nombre pero que, en este último mandato, está echando por tierra lo anteriormente construido.

Actuaciones sin sentido. Proyectos absurdos. Y una política cultural que asusta al miedo, hacen que la incredulidad y la indignación se vuelvan pena y tristeza. No tiene sentido que nuestro alcalde acabe con una imagen de persona podo dialogante, algo tozuda y sin apertura de miras. No se merece aparecer en una revista de tirada nacional en relación al compadreo de cargos con sueldos de seis cifras. No nos merecemos estampas extrañas como la vivida hace dos tardes cuando decidió preguntarle a la Presidenta de la Junta de manera extraña y rozando el sinsentido sobre el museo de Bellas Artes.

El Alcalde quiere quedarse con la gestión de algo que jamás ha sido cosa del Ayuntamiento. Pretende gestionar la gran obra museística de la Junta de Andalucía en toda la Comunidad Autónoma. Pretende que “el enemigo” le ceda algo que no puede ni pagar. Y roza lo esperpéntico que sean los socialistas los que le tengan que decir que no hay dinero para eso.

Nuestro alcalde tiene cerrado un Museo Ruso en el tabaco y lo del Pompidou de manera temporal por una millonada de euros. Pero quiere más. Parece cegado por convencer a la gente a base de talonario. Talonario sin fondos en una de las ciudades más endeudadas de España y con gravísimos problemas de limpieza que llevan a la gente a protestar en la calle.

Sinceramente no sé qué le está ocurriendo pero en ningún caso, y sea cual sea el motivo, nuestra ciudad merece este tipo de actuaciones. Pero tampoco el propio alcalde merece que, a estas alturas de la película, tenga que ir dando viajes de punta a punta de la ciudad para convencer de algo que ni es creíble ni será él quien lo gestione. Punto negativo para el PP que pretende ahogar a la gallina de los huevos de oro consiguiendo que ésta no pueda dejar la granja por la puerta de atrás y lo acabe haciendo por la zona más sucia con tal de sacar tres migajas.

Reflexión triste esta de hoy, escrita por alguien que tiene en buena estima a nuestro regidor. Cosa que, por lo que vemos a diario, no le tienen aquellos que lo empujan a que siga en primera fila para poder pagar el agua. Ellos sí que podrían montar un museo. El de las malas artes con tal de conseguir un hueco para no tener que trabajar de verdad como todo el mundo normal.

Es hora de salir de manera digna, recibir el reconocimiento y aplauso de todos los malagueños y descansar o dedicarse a otras labores al servicio del ciudadano que no sean la gestión de una ciudad de más de medio millón de habitantes.

Se está equivocando. Y lo sabe. Y lo saben. Y lo sabemos.

Viva Málaga.

Una respuesta a «El Museo de las Malas Artes»

  1. Jua!Estupendo y ameno, como casi siempre…y polémico, que de eso se trata.
    El Alcalde, bueno, qué decir de un tipo al que sacaron de la cuna y lo metieron en un coche oficial, hasta hoy. Pues eso.
    Salud y fuerza en la cañadú.

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