Estamos digiriendo los últimos polvorones y desintoxicándonos de las comidas navideñas al calor de la estufa y aparece el concejal de Cultura para hablarnos sobre la feria. La de Málaga. La de Agosto. Ha sido un rayo de luz entre tinieblas. Un soplo esperanzador y una prueba inequívoca de que tiene ganas de cambiar el sistema actual. ¡Bravo!
Durante la pasada feria ya escribí sobre el asunto y repartí unos cuantos dardos hacia nosotros mismos, los malagueños, por ser los culpables de la situación en la que se desarrolla a día de hoy la feria del centro.
Ante esta falta de criterio y ganas de mejorar por nuestra parte, convivíamos con un gobierno local donde, no solamente no se hacía nada al respecto, sino que más bien se daban palmas y se hacían guiños a los que ponían los chambaos en la plaza de la Constitución y promovían esa especie de verbena playera que era la feria del centro. Gracias a la segura iluminación de nuestra patrona de la Victoria, la cosa ha cambiado con Damián Caneda y éste pretende poner patas arriba lo que fue feria del centro y ahora es botellón de cuarta.
Sin hacer un análisis pormenorizado de las medidas que ha tomado, que ya las sabemos, el Ayuntamiento pretende eliminar de raíz el montaje de casetas – pequeñas chabolillas de caña más que casetas– así como la prohibición de la multitud de barras que minaban el centro hasta dar esa imagen de feria de muestras o chiringuito de playa.
El fin de dichas medidas, según el concejal de Cultura, se sitúa en acabar con el botellón que domina el centro durante esa semana y convertir la feria en un lugar de fiesta clásica donde predominen los ademanes de folklorismo, las sevillanas, los verdiales y el ambiente familiar.
Aplaudo este concepto de feria. Lo aplaudo, lo apoyo y lo comparto. Considero que la feria se ha desestabilizado de unos años hasta ahora y a día de hoy, la del centro, no es más que un charco que huele mucho y que hace rico a cuatro o cinco hosteleros del centro. Lo demás es todo mentira.
En cualquier caso, con respecto al fin en sí de eliminar el botellón del centro quizás habría que ser un poco más realista para cuestionar dónde y cómo se llevan a cabo estas respetabilísimas concentraciones. Por ello hay que preguntarse: ¿Los que hacen botellón compran su bebida en esas barras que montan los bares o lo hacen en las tiendas de chinos de todo el centro? ¿Los que hacen botellón pisan la caseta del PP o San Miguel en la plaza de la Constitución o solamente van al supermercado a por hielo y vasos? ¿Los que van a hacer botellón van a la caseta del Consejo Regulador o solamente pisan la plaza de la Merced o la calle Císter?
Casetas. La respuesta es sencilla y clara. El 90% de la gente que hace botellón en el centro en feria no suele pisar esas casetas y por lo general tampoco acude a esas barras. Eso no quita que la idea fundamental sea positiva y muy necesaria pero… ¿Es la correcta? A mi parecer todo lo que se elimine será un paso adelante hasta su erradicación total, día en el cual Málaga respirará tranquila cada agosto.
Pero al final volvemos a darle vueltas a algo que es irreal. ¿Por qué no vemos a la gente que de verdad promueve esos botellones y movilizan a esas masas que colapsan el centro histórico? Solamente hay que mirar al suelo cuando pases por calle Císter en feria y ver de qué son las botellas que hay allí tiradas. Solamente debes ver quién moviliza a tantas personas con flyers y ofertas para que acudas a sus bares. Ahí tienes a los responsables. Ahí tienes a quienes hacen que esto no cambie.
De nada sirve trabajar para que esto alterne si se hace por el camino equivocado. ¿De verdad que la feria del centro va a volver a su estado originario o al menos a un punto digno por eliminar la caseta del Partido Popular o una barra de una Cofradía? Me cuesta creerlo.
Pasado. Málaga está muy cambiada desde hace veinte años hasta ahora y es en este momento en el que se pretende volver al pasado para recoger lo que se perdió. La cuestión es que lo se perdió tenía su hueco y ahora no existe. ¿Dónde cabe una feria tradicional en una calle Larios llena de comercios de Inditex? ¿Van a poner los de Massimo Dutti una barrita con cerveza y manzanilla para sus clientes? ¿Partirán queso en Bershka? ¿Pondrá farolillos los dueños, forasteros, de nuestro puerto y sus franquicias? No lo creo. La solución es sencilla y el camino abierto por Caneda es interesante y seguro que dará sus frutos aunque no creo que se esté luchando contra el enemigo real.
En cualquier caso, el hecho en sí de que alguien se pare a estudiar la mejora de la feria del centro o su eliminación ya es de por sí un avance. Un paso hacia adelante. No tiene sentido que esta situación se siga repitiendo. De todas maneras siempre habrá quien diga que es realmente estupenda y que da beneficios.
Esa actitud de defensa de algo que destroza la ciudad ya va siendo incluso algo poco común puesto que aquí, en Málaga, a la gente le da igual todo.