La sociedad malagueña está minada de personas (artistas) con vidas e historias que difícilmente conocerás si no te introduces de lleno en las corrientes culturales locales. Más allá de las gentes de renombre, el panorama cultural y artístico malacitano gira en torno a personalidades dispuestas a desarrollar proyectos que conforman un tejido escondido que mantiene a Málaga en un interesante plano artístico vivo.
Es un recurso habitual el uso del adjetivo cosmopolita para justificar y considerar actuaciones realizadas en Málaga que, en muchos de los casos, no son sino muestras evidentes de la falta de criterio y decisión por parte de los ciudadanos a la hora de controlar la manipulación y destrucción con la que los políticos manejan Málaga. En cualquiera de los casos, los arquetipos siempre tienen un origen y parte de verdad, así, la capital del sur de Europa ha sabido acoger y atender a alguien tan valioso e interesante como Emmanuel Lafont.
Con poco más de treinta años y con raíces argentinas e italianas, Emmanuel Lafont aterriza en Málaga a finales del año 2001. Su destino no es forzado sino casual y forma parte del propio destino. Para entenderlo hemos de remontarnos tiempo atrás. Lafont, licenciado en Bellas Artes, es un ilustrador con un futuro prometedor que, de manera artesanal, va lanzando trabajos al viento que en poco tiempo llega a manos importantes que reconocen al instante el poderío del artista.
Cuestión de tiempo, Emmanuel trabaja en Los Ángeles como asistente personal de la reconocida galerista Annie Wharton, del Art Center South Florida y de la noche a la mañana ilustraciones suyas cuelgan en las paredes de la Dorsch Gallery de Florida. No hay carambolas. Hay trabajo, calidad y búsqueda de la suerte sin esperar a que esta llegue.
Como apuntaba, es el destino quien marca el día a día de Lafont y es así como a finales de agosto de 2001 decide marchar unos días a Argentina a visitar a su familia aprovechando unas vacaciones. Días más tarde, dos aviones colisionan contra el World Trade Center de Manhattan y los gobernantes norteamericanos deciden impedir la entrada al país a todos aquellos ciudadanos con visado de otras naciones. Acaba la vida artística y laboral de Lafont de un plumazo. Se corta.
Tras unas pocas semanas de incertidumbre y con la necesidad de crecer y desarrollarse, Emmanuel llega a España de la mano del artista Pedro Okña quien confía en él y apuesta en su trabajo para encauzar juntos una seria de hitos que configuran a día de hoy gran parte de los proyectos en los que trabaja.
De Los Ángeles a Málaga. Lafont vive aquí en un lugar singular y algo apartado de los centros donde la gente como él suele vivir. Junto al mar, en un piso de los denominados de Cantó situados entre el paseo de Sancha y el de Reding. En un lugar de clases acomodadas, con un perfil de edad alto y donde predominan las señoras mayores de toda la vida convive junto con Okña en un espacio denominado por ellos mismos como Villa Patata Factory.
Fachada
Al caminar por la calle junto al extinto hotel Miramar se contempla la fachada clásica de uno de los edificios más peculiares de último siglo en la zona. Repasando te das cuenta de algo extraño: balcón, balcón con macetas, balcón con mesita, balcón, balcón, balcón con farola roja, pato, maniquí, animales, figuras raras, cabeza de muñeco? La casa de Lafont. El contraste es magnífico.
Emmanuel es un artista joven pero pinturero. Luce una cresta gris pero te lo puedes encontrar haciendo fotos en un burladero de La Malagueta o en calle San Agustín vendiendo ilustraciones mientras dibuja en su Moleskine curtida.
La obra de Lafont es multidisciplinar pues realiza trabajos de ilustración, grabado, murales, instalaciones, performances o videocreaciones. Produce con los mejores y su nombre se incluye entre los que representaron a España en la semana del Diseño este año en Tokyo de la mano de Narita Estudio y Stone Design en este año 2011.
Dada su repercusión y el estilo neutro de muchas de sus obras como Glamour Ibérico o Limón en el ojo, ha sabido dedicar tiempo a trabajar con empresas privadas que han querido sus diseños en marcas y establecimientos de todo el país. Mientras tanto y de manera independiente, proyecta cosas que, aunque no den dinero, sí conforman parte de su vida artística. Acaba de terminar una serie de ilustraciones para un libro de la ONG Lights Of Hope donde participa con varios artistas más y trabaja casi a diario en la construcción del espacio Villa Patata Factory dentro de su propia casa y del que daremos debida cuenta más adelante.
Así discurre la vida de un desconocido para muchos pero del que Málaga se siente orgulloso de acoger. Se dice que las revoluciones culturales no se reconocen hasta que no salen a la luz pero para que lo hagan deben ser construidas antes. Lafont trabaja día y noche para que eso suceda en Málaga y lo está consiguiendo. A su lado, Okña, Betty Bundy, Omar Janaan, Paloma Peñarrubia o Cristián Alcaraz están remodelando Málaga sin que nos demos cuenta.
Cuestión de tiempo de que nos enteremos porque en Málaga, Picasso is not the only one.