Si hay personas que presumen de tener amigos, incluso las hay también que se jactan de tener enemigos. Decía Ferrándiz, director de la Escuela de Bellas Artes de Málaga en el siglo XIX, que un hombre de valía había de tener enemigos, pues ellos te dan la medida de lo que vales.
Esta frase del polémico pintor valenciano fue todo un presagio, pues si su valor quedó demostrado, como docente, por dar al arte nombres de prestigio internacional como Simonet y Lombardo, Moreno Carbonero y José Nogales Sevilla, no lo será menos por la cantidad de fervientes enemigos que le fueron surgiendo, cuanto mayores iban siendo sus éxitos. Tantos y tan perseverantes, que, gracias a su persistente labor, consiguieron llevarlo primero a la cárcel y luego a la tumba y, de paso, acabar con el más granado florecimiento que tuvo el arte en Málaga.
Sin duda, la empresa de los enemigos es destructiva e inútil y, en nada, merece ni el esfuerzo ni la jactancia. Ni siquiera la venganza, en el caso de que las circunstancias lo propicien.
Dijo Hamlet, por boca de Shakespeare, que la venganza no sirve para nada y, como verdad shakesperiana, es del todo incuestionable. No obstante, cierto es que el argumento ha dado obras magnas como ésta y estremecedores guiones al cine.
Pensamos, por ejemplo, en “El secreto de sus ojos”, esa trama en la que el viudo, Ricardo Morales, tiene encarcelado en su propia casa al violador y asesino de su esposa para verlo languidecer día a día, o en “La piel que habito”, donde es el padre quien hace lo propio con el violador de su hija, con la estrambótica variante de que, siendo cirujano, lo hace transexual y le da la apariencia de su mujer fallecida. Ciertamente, yo me pregunto qué clase de placer puede haber en estas prácticas que contemplan la posibilidad de convivir con el máximo responsable de tu dolor, y soy más partidaria de la máxima, “A enemigo que huye, puente de plata”, o sea, que desaparezca el hostil, aunque sea por propia iniciativa, por ello tampoco entiendo ese dicho “Si no puedes con tu enemigo, únete a él” ¿unirse al enemigo? ¿No es eso demasiado estresante?
No es factible esperar de la compañía de un enemigo, sino puñaladitas traperas y que un día, distraído, te ponga la zancadilla, pierdas el paso y te rompas la crisma; el enemigo es un asunto fastidioso y jodido, que no remite por años que le pasen por encima.
Si hay que tener un enemigo por fuerza, ya que de otro modo nada me apetece, prefiero que sea un enemigo común; así el enemigo se reparte y toco a menos. Un enemigo para mí sola me parece demasiado, de modo que de muchos ni hablar, por más que sean proporcionales al valor personal. Prefiero no valer nada que tener subidos a la chepa a un montón de enemigos, con lo cansinos que son, de uno a uno.
El enemigo común, ése es el concepto; busquémoslo y démosle caña entre todos, como en Fuenteovejuna. Tenemos pistas, pistas universales, pero me dicen que eso es demasiado abstracto, que debo ceñirme, por lo menos, a un ámbito local. Pues bien, ¿quién es nuestro enemigo ahora en el ámbito local? Para algunos, sin duda, el Granada C.F, pues hay que ganarles, sí o sí, el próximo 6 de abril para arrebatarles la segunda plaza. Eso me parece triste, con la de pactos implícitos que se han hecho entre los dos clubes en los últimos años…Pero hay que ganar ¿se puede ganar de una manera amistosa? El fútbol nos pone difícil la cuestión de la amistad, otra cosa era cuando el enemigo común era el Real Madrid o el Barça, pero entre vecinos, ay.
Salgamos de esta zona conflictiva y busquemos un enemigo común menos peliagudo.
La Semana del Mar, que se está celebrando ahora en Málaga, nos lo pone clarito; nuestro enemigo común es la medusa. Desde luego, ¿quién se puede poner a favor de la medusa?
La medusa nos arruina los veranos y les arruina los veranos a los turistas, que nos traen la principal fuente de ingresos a Málaga. Hay que hacer algo contra las medusas y eso es muy complicado, porque las medusas llegan a nuestras costas por el cambio climático. Las aguas de nuestro mar eran frías, pero por culpa de dicho cambio se caldean y ellas vienen a disfrutarlas, pues con ese calorcito se sienten la mar de a gusto. Hay que manifestarse contra el cambio climático para que los grandes mandatarios admitan, al menos, que existe. Ésta sí que es una empresa común, nos unen los intereses por el bienestar y abarca a todo el planeta; vamos.
Nuestro objetivo es, la verdad, a largo plazo, pero si todas nuestras energías en lugar de dividirse se concentran en iniciativas para el bien común, viviremos más, mejor y seremos más felices. La solidaridad, gran palabra, mejor concepto, con ella se puede todo; vamos.
Digo yo que nuestro peor enemigo común es la indolencia, el cruzarse de brazos y dejar siempre los proyectos inacabados. Hay que recuperar la memoria histórica, que se remonta mucho más que a la Guerra Civil. Ésta ha sido la ciudad de las revoluciones; la del general Torrijos, la temible en el año de la Gloriosa, la incombatible en la I República, la que no podía ocupar el General Pavía ¿van a poder con nosotros las medusas?
He sabido de un remedio muy interesante para acabar con las medusas; comérselas. Dicen que su sabor se parece al de las ostras y los percebes y que en China, Tailandia, Corea y Japón hacen platos exquisitos con este celentéreo, en los que la sirven con wasabi, salsa de ciruelas, mostaza o aceite de sésamo.
Desde estas líneas, propongo a Dani García que confeccione recetas de medusa malagueña. Seguro que se lleva otra estrella Michelín, si es que es posible tener más.
Si no puedes contra tu enemigo, cómetelo, decían o hacían los dioses griegos.
Era una medusa pinturera, blanca por dentro y por fuera y al caer la tarde,
a la sombra de la chimenea más grande, se ponía a leer
versos en la orilla, versos sueltos y libres y blancos como ella,
hasta que llegaba el amanecer y entonces se sumergía. Pero un día
en que la tarde moría, bajo la umbrela tenía un poema de Bertold Brecht
atribuido a un tal Martín, pero dejémoslo ahí. Y lo comenzó a leer:
-Primero vinieron a por los chanquetes, pero yo no era chanquete y me callé.
-Después por los boquerones, las almejas y las coquinas del rebalaje, pero yo…
-Ahora vienen por ahí, ¿será que vienen por mí? Que también sería malaje
toda una vida despreciada, bicho vil, que lo tocas y da calambres
y se te infecta la piel, que por mor de la poesía y de mi holgada vida,
dándome a la reproducción, sin pensar que en un futuro vendría
la superpoblación y que de esto los chinos, saben tanto como yo,
acabaría, finalmente, engrosando esa lista de platos de importación
que se sirven al turista y también al español, pues ¡viva la revolución…
capitalista. Por eso digo, yo, triste medusa que una vez, a la luz del poniente leía
poemas diversos contra la monotonía, digo y que me perdonen los chinos
que aquél que tanto nombra al enemigo es el enemigo…
Muchas felicidades por el nuevo libro, Lola, ese paraíso invernal…
Pobre Medusa, princesa
por Neptuno violada,
por Atenea castigada,
y su bella cabellera
en serpientes demudada.
Ella no quiso ser fiera,
mas pagó aquella cagada
por la lujuria de un dios
y una diosa cabreada,
tuvo causa su rencor,
que pagamos los mortales,
pensemos qué desiguales
son las venganzas letales,
antes de echarla al arroz…
Bonita fábula, Winspector!!!
El asunto de los enemigos tiene mucha miga; como los amigos, ¡eh!
Las preguntas se acumulan. ¿Qué es el enemigo? ¿Dónde situamos el éxito? ¿Cómo asimilamos el valor artístico? ¿Y la venganza? La complejidad es enorme y diversificadora.
Quiero entender la frase de Ferrándiz, sus indicaciones desacertadas sobre la medición de la valía.
Además, hay enemigos externos e internos.
Aplaudo “el enemigo” de hoy, una excelente provocación, la de hacernos pensar.
Saludos cordiales.
Quien quiere hacer algo nuevo y desafía lo establecido provoca miedo y se crea enemigos, si bien su intención, como era la de Ferrándiz, redunda en el bien común. Fue triste, es triste, pero suele ocurrir.
Me alegro de que te haya gustado el artículo, muchas gracias!!!