Seguro que detrás de este atentado de las Ramblas como de tantos otros, hay un tipo que se frota las manos limpias de sangre al comprobar cómo después de sembrar la cizaña, tiene a todo el mundo dividido en discusiones internas, que en muchas ocasiones se apartan de la verdadera enjundia del suceso.
Parece confirmado que el imán de Ripoll murió en la explosión de Alcanar,¿ pero fue él el verdadero responsable de la operación? Desaparecido él, la investigación se hace mucho más complicada.
Como la culpa tiene un rostro confuso cuando se produce un ataque a traición, se va repartiendo entre unos y otros a cuenta de lo que sea, como si nos hubiera sorprendido a todos la explosión del mismo artefacto por sorpresa y teniendo que huir en estampida nos pisoteásemos, arrollando al que primero nos pille por delante. Los tertulianos se arrojan sus distintas hipótesis a la cabeza con una convicción resbaladiza, porque, en estos casos nadie sabe si no hilar conjeturas a partir de cabos sueltos ¿cómo podemos tener la verdad de nuestra parte si la desconocemos? ¿Si tal vez estemos condenados a desconocerla siempre?
Y es así que el tema se desvía del camino y, en ausencia del cobarde, o sea, del culpable, se abre brecha contra el independentismo catalán o las simpatías internacionales de Podemos o la conveniencia de las fotos que registran la visita de los Reyes a los heridos o el descuido de Ada Colau por no haber puesto bolardos en las Ramblas, impidiendo así la irrupción de cualquier vehículo. Pero, si la culpa es de todos, al final la culpa no es de nadie.
Detrás de todo este asunto, hay un sembrador de cizaña que ha dividido a todo el país, ahora enzarzado en luchas intestinas, que diluyen la verdadera causa. Alguien con esa capacidad diabólica propia de un Yago o de un Tartufo que prendió la mecha, tiró la piedra y escondió la mano y tal vez no utilizó más que unas palabras taimadas y administradas con malicia.
Se da por seguro casi que lo que inflamó el pecho de los jóvenes terroristas hacia la violencia fue un discurso sanguinario y delirante con tintes islamistas. No es la única hipótesis, aunque resulte creíble. Los discursos fanáticos de Hitler tuvieron el poder de enardecer a las masas para que aceptasen el Holocausto como una causa transcendente.
Los jóvenes son muy vulnerables cuando se les seduce con un ideal, tienen el ánimo predispuesto para la lucha heroica. Necesitan líderes; su Che Guevara, su Sartre, su Bob Dylan, su Sthéphane Hessel…y no están preparados aún para adaptarse al desengaño; un asunto más propio de la madurez.
Por eso un orador elocuente es para ellos un imán que se hace dueño de sus voluntades. La fuerza del orador se basa en tres simples principios que enseña la clásica retórica; movere (exaltar a la audiencia) suadere (convencerla y ponerla de su parte) y conmovere (llegarle al alma por el terreno irracional de las emociones). Pues bien, quien sepa cumplir estas reglas y, en especial, la tercera, tiene el mundo en la palma de su mano y, si es así, habida cuenta de que esta ciencia nació en Occidente, que fue cuna de Demóstenes y Cicerón, ¿por qué no la utiliza Occidente a su favor? ¿Por qué no es capaz de seducir a quienes nacen en su propio territorio con un discurso hechicero que los arrastre hacia su causa?
¿No es posible difundir un ideal laico y pacífico que conquiste la voluntad de los jóvenes desde los centros educativos? Creo que sí, sobre todo, porque el invento de las redes sociales ha sido también en Occidente y ha captado a millones de personas en todo el mundo; personas que desnudan su alma a cada momento, que dicen qué están pensando, qué comen, qué gozan y qué padecen, criaturas a las que se seduce (suadere) ,tocándole la fibra sensible (conmovere), en especial, para venderle luego productos de su interés.
Si Occidente ha logrado tener a familias enteras pendientes de la pantallita de su móvil ¿por qué no puede crear una campaña publicitaria convincente que mueva a esa aldea global hacia la paz y la reconciliación?
Hay que rellenar ese hueco que ha dejado el vació de la religión y el fracaso de las utopías, hay que construir nuevos ideales o restaurar los que tenemos, fabricar líderes persuasivos, oradores de la talla de los Graco que entusiasmen, más que el imán en la mezquita, a los muchachos en las aulas de «Ética» y «Educación para la Ciudadanía» para que salgan diciendo, Claro que sí, voy a dar la vida por los valores democráticos.
Creo que estas asignaturas, visto lo visto, deberían ser tomadas más en serio y no servir para rellenar huecos de horario ¿qué tal si los elegidos para impartirlas fuesen oradores con habilidades probadas en el ejercicio de la retórica? Vencer sin convencer no sirve: por más que nos empeñemos en costear arsenales, el arma más poderosa sigue siendo la palabra.
Si estamos convencidos de todos los beneficios y libertades que hemos logrado, después de tantos siglos de lucha ¿por qué no vamos a poder convencer a los demás; a toda esa gente que nace y vive entre nosotros?
Detrás de cada conquista, de cada revolución, de cada cambio en la historia, ha habido más que armas, un pensamiento construido con palabras; movere, suadere, conmovere…¿De verdad que no lo podemos hacer?
Lo tuyo es épico, Lola. Requerir oradores que sean escuchados y asimiladas sus enseñanzas a estas alturas del siglo y que no sean doctrinarios… Me temo que habría que desandar un buen trecho del camino hecho hasta ahora. Y desasnar una cifra incalculable de asnados, que va en aumento. Pero alguien tiene que decirlo y nada perturba la línea del horizonte, de suyo plana y por tanto libre.
Si, en su calidad de “jefe”, tomásemos como ejemplo a D Trump, éste lo arregla todo a golpes de tuits, bajos y certeros, de los que se puede desdecir e, incluso, decir lo contrario en el mismo día, lejos del saber estar y del discurso apacible, duradero, del premio Nóbel de la Paz, Obama. Pero luego, si repasamos el historial del premiado, resulta que ha sido el presidente USA que ha mantenido al país más años consecutivos en guerra y con cinco países bombardeados más que añadir a la herencia de Bush. Recordar solamente que Obama prometió acabar con la guerra en general, aunque, finalmente, parece que optó por seguir los sabios consejos que Maquiavelo guardó para su Príncipe, de los que destaca aquel que dice: “La principal virtud del gobernante no es la justicia sino la prudencia. Aun sin ser justos, obtener un buen resultado…” Más o menos como hoy.
De otra y sobre todo en España, todo discurso, incluso en las ocasiones donde tendría que haber unidad, fraternidad, búsqueda de la paz etc, acaba siendo un discurso contra el “enemigo”, sea éste religioso, ateo, separatista…Pero el enemigo no duerme, por más que les llamen “durmientes” a sus células, contradiciendo a nuestro filósofo Ortega y Gasset y su frase: “el malvado descansa alguna vez; el necio, nunca…” Y es ahí mismo, cuando los necios se encuentran en plena tarea bizantina sin cese, que suelen ser sorprendidos…
Por entre unas matas,
seguido de perros,
no diré corría,
volaba un conejo.
De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: «Tente
amigo, ¿qué es esto?».
«¿Qué ha de ser?», responde;
«sin aliento llego…;
dos pícaros galgos
me vienen siguiendo».
«Sí», replica el otro,
«por allí los veo,
pero no son galgos».
«¿Pues qué son?» «Podencos».
«¿Qué? ¿podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos;
bien vistos los tengo».
«Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso».
«Son galgos, te digo».
«Digo que podencos».
En esta disputa
llegando los perros,
pillan descuidados
a mis dos conejos.
Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.
No es Gandhi quien volverá,
porque no es un buen negocio
el discurso de la paz,
mejor buscar argumento
para vender armamento,
no vayas a ser patán
y tráeme un buen imán,
que tengo a precio de saldo
esta bomba nuclear,
yo barajo el descalabro,
no la vayas a liar,
que el pacifismo
es complicado palabro
y nunca se lleva bien
con lo que da de comer,
el santo capitalismo
para comprar y vender,
que el catecismo
del mundo cruel
es el dinero
y el terrorismo
nunca es palabra de Dios,
sino ingenio de un banquero,
no hay que llamar religión,
lo que sólo son palabras
de usurero.
Y venciendo el capital,
no será cosa de Alá,
que corren iguales perros
por el oro del becerro
e igual da
si son galgos o podencos,
sólo los tontos ingenuos
queremos averiguar…
Otra cosa, Winspector, que estoy en un solivianto y no me quedo tranquila. La oratoria surgió para convencer a una masa en su mayoría analfabeta. Quedan esperanzas entonces ¿no? ¿Tú qué dices?
No, si materia prima tenemos actualmente en España de sobra, ¿cuándo se ha presumido, con ese descaro y suficiencia y cantidad de gente, más o menos joven, de no haberse leído nunca un puto libro…? Decía Jesús Quintero, en cierta ocasión, que los analfabetos de hoy son los peores porque, en la mayoría de los casos, han tenido acceso a la educación. Seguramente no habrá peor cosa, en la sociedad que nos hemos montado, que ser un garrulo inculto y estar orgulloso de serlo, verlo como algo bueno, para asombro de aquellos portadores de burros goyescos. El orgullo de no saber ni querer saber. Y ése es uno de los peores males de nuestra «cultura». ¿De qué sirve leer – decía un ingeniero – si conseguir agua potable te toma más de cinco horas de caminata al día…? De alguna manera le estaba dando la razón a la profesora M Elvira Roca Barea, cuando en una entrevista al diario El Mundo, en diciembre pasado, afirma que “ analfabetos ha habido siempre, pero nunca habían salido de la universidad…”
Es decir, que hoy más que nunca, hay abundancia de masa para elaborar, diamantes en bruto para pulir y esmerilar…Se cuenta con toda clase de recursos y medios para llevar a buen puerto la nave, pero también aparecen escollos difíciles de esquivar, si no alumbra aquel espíritu que, en circunstancias mucho más difíciles, iluminaba la travesía durante toda la jornada, pese a las penurias y a la escasez de todo, salvo de ganas de progresar, de vivir con la ilusión de futuro, aun sabiéndose finitos…Desde mi humilde punto de vista creo que sí, que del impulso del ayer nacerá el mañana:
“…Desde los últimos colegios de Rusia, casi perdidos entre los hielos, hasta los últimos de Arabia, a la sombra de las palmeras, millones y millones de niños, todos aprendiendo de cien maneras distintas las mismas cosas…Imagina este vastísimo pulular, este inmenso movimiento del que formas parte y piensa: si este movimiento cesara, la Humanidad volvería a caer en la barbarie; este movimiento es el progreso, la esperanza, la gloria del mundo. Ánimo por tanto, pequeño soldado del inmenso ejército. Los libros son tus armas; tu clase es tu compañía, el campo de batalla la tierra entera y la victoria la civilización humana. No seas un soldado cobarde, Enrico mío…” (Cuore, E de Amicis)
En fin, será la lluvia..
Pero no sé si se cae en la cuenta de que un ignorante puede ser manipulable, pero, cuando se cabrea, se arma de la garrota y no deja títere con cabeza. Ejemplos sobran y eso, mejor prevenir que curar
Prevenir, bien entendido
es vacunarse primero
armándose con esmero;
y es principio comedido
a la espera de un ataque
de enemigo furibundo
de tantos que hay por el mundo
y que nos ponen en jaque.
Es por eso – a lo que iba –
que para guardar la paz
no haya mejor prevención
ni vacuna tan eficaz
que la dosis vía cañón
de la guerra preventiva…
Obviamente, no lo digo yo
(aunque lo diga)
Guerras, ¿para qué os queremos?
que engendran,
como sabemos,
más de esa perra violencia,
mejor pongamos de moda
la paz y con la palabra,
vuelvan al redil las cabras
y las armas
a hacer gárgaras.
Inventemos la doctrina
que nos salve
de esta cruda escabechina,
y será nuestra mejor medicina.