Ángela Bachiller será la primera concejala con síndrome de Down. Asistirá a los plenos del Ayuntamiento de Valladolid y podrá dar su opinión en los asuntos que allí se traten, pero, según dice el propio Alcalde, sus atribuciones carecerán de un carácter decisorio y, por lo que se puede deducir, actuará, más o menos, como figurante. El ejercicio de su cargo, más simbólico que efectivo, no implicará responsabilidades decisivas. Una lástima quizás, pues, sin duda, Ángela es más responsable que el concejal popular, imputado en un caso de corrupción, al que ha venido a sustituir; “Quiero ser una política honrada”, dice Ángela y se diría que lo dice de verdad. Los down no son nada dados a la hipocresía; eso los hace menos “listos” que los ediles, habituados a la picaresca y el pillaje, de cuyos escándalos se nutre la prensa, lo cual es, francamente, un alivio. Tal vez, sí, Ángela es menos “lista” que su predecesor en el cargo, lo que, sin embargo, no le quita de ser más inteligente. La inteligencia de un Down, como la inteligencia de todo Quisque humano no es un capital fijo e inamovible con el que uno nace y muere, y bien nutrida con las pautas pedagógicas adecuadas, en algunos casos, puede llegar a igualar o superar la de un ciudadano medio, sobre todo, cuando dicho ciudadano medio echa a perder su potencial intelectual por falta de lecturas y exceso de telebasura, lo cual suele darse a menudo. No son raros, por desgracia, los casos de individuos que, dotados en principio de una mente brillante, a falta de ejercitarla, han acabado en un estado total de embrutecimiento.
Bien nos vale aquí de ilustración la fábula de la liebre y la tortuga. El lento si es constante gana la carrera al rápido que se duerme en los laureles. “Chi va piano, va sano e va lontano”, (quien va despacio, se cura en salud y llega lejos), dice ese proverbio, por cuya observación, se hubiera podido evitar el descarrilamiento del AVE a la entrada de Santiago; tantas muertes y sufrimiento por un exceso de velocidad temerario como todo exceso. Todo un símbolo ejemplarizante de esta sociedad que va siempre a toda prisa hacia ninguna parte y de la irresponsabilidad que salpica a individuos e instituciones. Los responsables son irresponsables; el maquinista del tren que se distrae con una llamada que no debió atender, el misterioso emisor de esa llamada, los acondicionadores de infraestructuras del ferrocarril que olvidaron colocar un cartel de indicación que advirtiese del aminoramiento de velocidad a principio del túnel, 80km/h, el exministro de fomento, José Blanco, que inauguró a bombo y platillo para su gloria, una línea de Alta Velocidad para Galicia que no estaba acondicionada para serlo.
La irresponsabilidad general, síntoma de la falta de inteligencia social, reparte tantas culpas a diestra y siniestra, que, a la postre, el culpable se difumina, ¿quién se hace responsable?
Ángela Bachiller no tendrá un cargo de responsabilidad en el ayuntamiento de Valladolid y, sin embargo, tal vez sea capaz de ser más responsable que muchos de los que nos dirigen; “Quiero ser una política honrada”, ahí va toda una declaración de intenciones y un trabajo de años en el afán de superación, coordinado por una madre responsable. Detrás del desarrollo intelectual y la integración en sociedad de un síndrome de Down, siempre hay unos padres luchadores y esforzados que creen en sus hijos; que los quieren. Es, por supuesto, el caso de los padres del malagueño, Pablo Pineda, el primer Down con estudios universitarios y ahora además actor y escritor. Conviene que los malagueños, siempre tan autocríticos, recordemos que ha sido esta ciudad que carga con el sambenito de “la ciudad de las mil tabernas y una sola librería”, ha dado de sí a esta clase de padres cultos y sensibles, capaces de convertir la discapacidad de un hijo en excelencia y nos apuntemos este logro como motivo de orgullo malagueño; que ya es hora de que empecemos a querernos un poquito. En Málaga, se nos dan bien los Pablos. Desde Pablo Picasso a Pablo Pineda y Pablo Alborán. Esperemos que también se nos dé bien Pawlowski – el nuevo fichaje polaco que acaba de hacer el Málaga C.F.-.
Y ya que hablamos de orgullo de patria chica y de los goles que a veces nos meten, saco a colación un asunto que me tiene mosqueada; la apropiación indebida de Pablo Pineda como sevillano. Advierto, sin ánimo de reavivar la proverbial rivalidad entre Málaga y Sevilla, que, en un reportaje de El País sobre Pablo Pineda que reproducen miles de ejemplares de libros de texto de 3º ESO se le presenta como nacido en Sevilla. Se trata de un error, creo, atribuible a la falta de documentación del periodista, quien dio por hecho que Pablo era sevillano, dado que la película autobiográfica “Yo, también”, protagonizada por Pineda, estaba ambientada en dicha ciudad. Se trata de un mero accidente, pero duele; Pablo es nuestro ¿quién es el responsable?
P.D: No me he podido resistir a poner esta foto de niña de Ángela Bachiller, está para comérsela…también he rescatado estas palabras de un reportaje sobre Ángela:
«Su icono, Pablo Pineda, el muchacho que se convirtió en el primer licenciado con Síndrome de Down, además de otras proezas como coprotagonizar, junto a Lola Dueñas, ‘Yo también’».
Y eso, de nuevo, enhorabuena a la flamante concejala y a su orgullosa mamá por tener y educar a una hija tan completita. Da gusto escribir noticias como ésta.
Enhorabuena por tu artículo y por tus palabras .
Me has ganado como asidua en tu blog ,una referencia necesaria en mis meditaciones sobre la actualidad .
¡Gracias !
Da la impresión que últimamente y salvo adorables excepciones como Angela o Pablo, la irresponsabilidad se haya institucionalizado. Es para preguntarse con ingenuidad provinciana, ¿quién guarda al guarda en España? Es decir, ¿cómo pueden circular, alegremente beodos y cagando leches (con perdón) sea por autovías o carreteras secundarias, desde concejales a ex alcaldes, pasando por algún oficial de la misma Jefatura de Tráfico, con poco lapso de tiempo entre uno y otro caso? Será el verano y todo eso, pero a ver de dónde saldrán los fondos para reciclar tamaño desbarajuste; seguramente, del mismo lugar que deberían salir para los verdaderamente discapacitados, que no irresponsables. Mas, para estos últimos, nanai. Los han reducido de forma drástica en aras, es un suponer, a la trillada austeridad y el subsiguiente recorte. Ahora que en los centros educativos ya se empezaba a distinguir, con cierta soltura, la diferencia entre un Síndrome de Asperger y un TDAH…
En fin, a modo de consuelo, se podría escribir – recordando el humor de otros tiempos – sobre la losetilla patria, : «esta empresa no funciona, pero tiene gracia». La tenía, qué duda cabe.
Un saludo para ti y para todos
Es un honor tenerte aquí en este blog, Nanny.
Efectivamente, Winspector, estamos subvencionando a discapacitados que no progresan adecuadamente con el dinero que tanto les haría falta a los Down, Asperger y, por otra parte, los dependientes y sus familias. Así no es posible el progreso…tú lo has dicho.