Acabo de ver “Los amantes pasajeros” de Pedro Almodóvar y tengo que darle la enhorabuena al diseñador malagueño, David Delfín, que ha dado forma a los uniformes de los histriónicos azafatos de la película, justamente en los mismos tonos que decoraban el interior del avión como le pidió el director manchego, pero sin dejar de aportarles ese toque tan personal al que nos tiene habituados. Sin duda, lo que más me ha gustado en esta última entrega de Almodóvar ha sido el vestuario. Los mencionados uniformes de los azafatos, aunque también un precioso vestido floreado con el que Blanca Suárez lucía espectacular. Eso me entretuvo de otras, por desgracia, muchas cosas que no me gustaron nada, salvo ciertas secuencias muy breves. Como esa escena que, al principio de la película, interpretan Antonio Banderas y Penélope Cruz, con un acento malagueño de lo más rajado y profundo. Aquí podría ofenderme porque se utilice el andaluz en clave de humor para caracterizar a personajes algo simplones y catetuelos, no obstante, no lo voy a hacer, ya que es superior la gracia con la que se resuelve el diálogo a cualquier otra consideración sociológica. Discrepo también de la opinión de algunos críticos, que consideraban prescindible el pequeño papel de Paz Vega que, para mi gusto, fue de lo más cómico de esta comedia con tan poca gracia. La sevillana, que representa a una ex amante desquiciada del actor rompecorazones que encarna Willy Toledo está a punto de suicidarse, arrojándose al vacío desde una azotea, cuando éste la llama desde el avión y le pregunta: ¿Te pillo en mal momento? Se trata de un fino chiste de humor negro que destaca entre tanto grueso chiste verde recurrente con el que se ensambla la deslavazada y dudosa trama de este film con aires de astracanada de Muñoz Seca y claras influencias de la españolada guarrindona a lo Mariano Ozores, a quien también Santiago Segura hace bastantes homenajes en sus insufribles e inacabables sagas de “Torrentes”. La única diferencia se diría es que, en esta película, se sustituye a los desatados machos cabríos a lo Alfredo Landa por homosexuales muy salidos que llevan su voracidad sexual a niveles ciertamente grotescos, de modo que tal vez hagan reír más al homófobo con la exhibición de la pluma que al auténtico gay, quien puede sentirse ofendido por verse reflejado en un deformado cliché de lo más esperpéntico. Así pude observar que los homosexuales, presentes entre el público, no se rieron nada durante la película e incluso salieron, al finalizar la sesión, algo cabreados de la sala. Con los chistes verdes ocurre igual que con la nitroglicerina, hay que manejarlos con sumo cuidado para que no le exploten al público en la cara, pues es más difícil que un chiste verde no caiga en una repelente grosería que un camello entre por el ojo de una aguja (incluso si es de coser.)
No se puede decir, por otra parte, que la película no tuviese mensaje después de todo. El principal ante todo, daba pie a ese principio según el cual todo hombre heterosexual descubre que es homosexual cuando lo prueba. Un principio, por cierto, que recuerdo muy presente en las historias de cómic que consumían algunos habitantes de Chueca, cuyo final feliz se asociaba a tal pedagogía. De las que recuerdo que tenía en casa un amigo, destacaría un ejemplar cuento de navidad, que relataba como un padre acude con toda su familia a un centro comercial y, por la urgencia de fumarse un cigarrillo, se ubica en un habitáculo donde encuentra a un Papa Nöel, también fumador, con el que acaba furiosamente liado, sin mediar previa palabra, atrayendo la atención de dos fornidos guarda jurados que, descuidando la vigilancia del local, se suman a la pareja en entusiasta y desaforada orgía, sirviéndose de los adornos navideños como gnomos y renos para fines que dejo a la imaginación del lector, si procediese.
Claro está que, aparte de la astracanada gay, en la película de Almodóvar hay fondos de crítica social; alusiones a la degradación de los poderosos corruptos que saldan sus cuitas con sicarios y se consuelan con los servicios de prostitutas de alto standing, al tráfico de drogas, a la Corona y hasta a la inutilidad de obras costosas como el aeropuerto fantasma de Castellón, donde aterrizan felizmente los amantes pasajeros, después de las angustias pasadas, con el destino resuelto. Pues el guión resuelve que no quede ningún cabo suelto y cada oveja acabe con su pareja. El amor acaba triunfando en todas sus facetas y la vida vuelve a verse de color de rosa. Una fórmula, en fin, facilona que funciona para otros directores de segunda de los que no se espera nada, pero no para Almodóvar del que siempre esperamos demasiado. Seamos, ante todo, comprensivos; una mala racha la tiene cualquiera.
Comedia rosa tirando a verde
15
Mar
?No habrá,Lola,destripado la peli?.Hay que tener cuidado.
¿Será que Almodovar necesita un guionista?,otros grandes directores españoles tuvieron la humildad de buscarlos,pero Almodovar con esto de yo me lo guiso y yo me lo como….no da ya para tanto
Tomo nota. Yo tengo algunos guiones ¿Le interesarán a Almodóvar? ¿Qué dices?
Sí, Lola, no sé a qué estás esperando para abrirte de esta tierra ingrata y plantarte en Madrid. De Madrid al cielo y a Almodóvar, aunque me da ya que en tus correrías por la capital, conoces de algo al manchego.