Pocos santos y menos inocentes

28 Dic

Llega el día de los Santos Inocentes y no sabemos a quién felicitar. Encontrar a un inocente a estas alturas de nuestras crónicas que van ilustrando portadas, día sí y día también, con culpables de todas las raleas, se va haciendo misión imposible. En este país nunca hemos sido unos santos, lo sospechábamos, pero no al punto de intuir tamañas cotas de latrocinio en cuanto que quiera barrerse bajo la alfombra de cualquier institución, que, acostumbrada a limpiar sólo lo que ve la suegra, llevaban acumulada toneladas de roña con la indulgencia de la vista gorda de las autoridades, tal vez estando algunas de éstas más ocupadas en sus propios afanes, afanando con idéntica euforia y desafuero, mientras los demás mortales de a pie, vivíamos ajenos en el limbo de la total ignorancia. Dejamos la casa en manos de guardeses tan fiables como los mendigos de la legendaria “Viridiana” y nos la hemos encontrado totalmente desvalijada, de llevarse hasta las cortinas.
Encontrar a un culpable no es difícil, los hay a miles, lo complicado es dar con el inocente. Incluso nosotros hemos dejado de serlo. Hemos perdido la inocencia y ya no creemos en nadie, lo cual es un modo de caer en el total desvalimiento, porque los bienes materiales quizás pueden recuperarse, pero cuando se pierden los ideales, uno está del todo perdido. Ni Dios, ni patria, Ni Rey ¿A qué nos agarramos ahora, si todo está puesto en duda? La Política, el Vaticano, la Corona y hasta la cultura que era nuestro consuelo espiritual ante tanta bajeza y podredumbre. Cada vez que se habla en los medios de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) es para salpicarnos con un nuevo imputado. Recientemente, Ramoncín, conocido otrora como “El Rey del pollo frito”, cabecilla rebelde de un estilo subversivo y underground en los ochenta que terminó trocando por una imagen redimida de intelectual, una vez que con la provocación inicial se hizo un sitio en los consagrados altares de la fama. Entonces domesticó su aspecto, suavizando la curvatura de su nariz en el quirófano y adquirió esa pose amable con la que poder introducirse por televisión en los hogares españoles con incluso el beneplácito de padres y madres de familia. Integrado por completo en la sociedad (también en la SGAE) se hizo de ese aura de simpático cultureta con su puntillo de gamberrismo justo para ser tolerable en su fondo y en sus formas. Perfeccionó modales mesurados y exquisitas formas de expresión, adecuando su mentalidad a la de la pequeño-burguesía, que guarda sus espaldas para el futuro. Y así proyectó su particular plan de pensiones con elegantes trapicheos de guante blanco que incluían fraudes en la gestión administrativa y cobro por servicios no prestados. Nada que no se haya visto hacer por casi todo quisque ante la tentación de un arca pública al alcance de la mano.
Ramoncín entendió que el arte no es helarte- morirse de frío- ni mucho menos de hambre y así se protegió de las pérdidas por las descargas ilegales de sus discos y la posterior subida del IVA que disminuye las ventas. Fue previsor como le enseña a ser al individuo la sociedad, también la de autores. Si los viejos rockeros nunca mueren, necesitan unas pensiones de la hostia.
De momento, Ramoncín es sólo un imputado, que es lo que son todos los culpables hasta que se demuestra la flagrancia de su culpa. Un proceso, en fin, tan largo que permite al imputado relajarse. La justicia, cuando se hace, va tan lenta que, por el camino, lo mismo prescribe el delito o el delincuente. Ahora mismo dicen que han descubierto que el faraón Ramsés III fue asesinado y quién fue el autor material de los hechos; su propio hijo, que, como es natural, está hecho una momia. Aunque no fue el único, ya que formaba parte de una conspiración entre cuyos miembros, se encontraba asimismo el propio mayordomo de Ramsés. La milenaria cultura egipcia, adelantada a los tiempos, inventó antes que ninguna la cerveza y los mayordomos asesinos, asunto recurrente de la novela policiaca británica.
Como la tradición es cosa de repetirse, estaba cantado que el mayordomo del Papa iba a ser culpable, lo que no vamos a saber nunca es quiénes son los culpables que el susodicho Paolo había encontrado en el Vaticano y de qué delitos concretamente. De los secretos de los egipcios nos enteramos mil años antes o mil años después, pero el Vaticano con sus secretos es una tumba.
A como está la cosa, hoy día, hay que buscar a los inocentes y felicitarlos. Son unos santos.
Pero nada de bromas. No estamos para bromas, y menos los inocentes, que, en su rara condición, se la toman a mal y se suicidan, como la enfermera de Kate Middleton.
El 2012 ha sido como una larga inocentada. Todos esperábamos que, en algún momento, nos dijeran que mirásemos a la cámara oculta, que nos estaban grabando para un programa de coña.
Pero no era cosa de risa, hemos perdido la inocencia. Por eso, la próxima vez será más difícil que nos engañen. Aviso.

8 respuestas a «Pocos santos y menos inocentes»

  1. En estos días terminé «Sola en el mundo» .Me ha gustado pese a acercarme a él con prejuicios y sin demasiados ánimos y me ha sorprendido porque el artículo es otra cosa…hay más gente así.Auguro otra pronta edición

  2. Espero que estos comentarios no sean una inocentada. A ver si me la creo…Muchas gracias, de todos modos. Hago sólo lo que puedo por ahora, aunque intento mejorar. Ojalá pueda decir algo que sea útil a los demás o, al menos, hacerles sonreir, que ya sería mucho a como andan hoy las cosas.
    Abrazo fuerte.

  3. Inocentes fueron egipcios

    súbditos de Tutankamón

    cuya tumba la colmaron

    y no se gastaron en vicios

    todo aquello que ofrendaron

    a la muerte de tal dios.

    Oro y plata acumularon

    vajillas y exquisiteces,

    para el eterno disfrute

    del perenne faraón.

    Pero fueron los ingleses

    provenientes de la Albión

    aquellos que se aprovecharon

    de la dote transferida,

    con sus primos americanos,

    manejando los museos

    y la vida.

    Que la inocencia se pierde

    de diferentes maneras,

    si troca en desierto lo verde,

    si ponen puertas al campo…

    Es Alberti soñando con la arboleda
    perdida.

    La ilusión es lo que animaba al «vagabondo» (che non sono altro)de I Nomadi. Digamos que hay tiempo. Todavía…

    http://www.youtube.com/watch?v=TZ8sz1WXGGs

    Auguri e felice anno nuovo.

  4. Vababondo ¿eh? Mucho te hemos echado de menos por aquí ¿No será que te fuiste a dar una vuelta por esos mundo de Dios? ¿Sería posible una pistita?
    Vate y vababondo, bien combina peregrinaje y rima. Sin darte coba, mereces el título de Rapsoda.

  5. Como Homero y Fray Josepho,
    soy rapsoda
    Item más, gurú y sabio,
    dixit Lola…
    ¿Quién querría llegar a viejo?
    Exculpo tu alma de querube,
    caríssima nefelibata,
    que también entre las nubes
    se puede meter la pata.

    Muchas gracias a ti, exagerada.

  6. Como Homero y Fray Josepho
    soy rapsoda
    Item más, gurú y sabio
    dixit Lola…
    ¿Quién querría llegar a viejo?
    Exculpo tu alma de querube
    carissima nefelibata
    que también entre las nubes
    se puede meter la pata

    Muchas gracias a ti, exagerada.

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