Los hijos de los grandes hombres suelen ser pobres hombres, más desgraciados que agraciados, pues los grandes hombres no aspiran a tener hijos sino herederos y los genes que, normalmente, son caprichosos, siguen su propio juego y no están por fabricarles descendientes a la medida de sus expectativas. Las expectativas de los grandes hombres son grandes como ellos y, en cualquier caso, burladas por la naturaleza que sólo obedece a sus mismas leyes arbitrarias, por encima de toda voluntad humana. De este modo, a los grandes hombres les suelen salir hijos pequeños o eso piensan ellos, pues, henchidos de prepotencia, sólo conciben el mundo a su imagen y semejanza y su rencor es insaciable, cuando sospechan que aquel hijo, diferente en suma, no ha heredado toda su grandeza, lo cual suelen sospechar a menudo, ya que, dada su soberbia, nunca encontrarán a un humano de su talla.
La tragedia griega que ya dijo todo sobre el psicoanálisis, antes de que se inventase el propio psicoanálisis, nos presentaba a un rey cruel, Layo, quien, a causa de cierta profecía, según la cual su hijo Edipo habría de asesinarlo, abandona al bebé en un monte. Esta historia que suele interpretarse como metáfora de la fatalidad inexorable –como sabemos, Edipo sobrevive y, en efecto, asesina a su padre- refleja también el lado oscuro de la psicología de los grandes, quienes a la llegada del deseado heredero, les asalta, no obstante, el temor a la ley de vida contra la que nadie, por grande que sea, puede actuar. El grande teme a que el hijo crezca, pues a medida que crece, él mismo envejece y muere. Igualmente, puede entenderse el mensaje en aquella obra de Calderón de la Barca, “La vida es sueño”, que, parte de una trama similar, dándole un giro que permite el final feliz. En esta ocasión es otro rey, llamado Basilio, quien, después de leer en las estrellas que su hijo Segismundo va a arrastrar a su reino a la ruina, lo condena a vivir como un animal cautivo, confinado en una torre. Por fortuna, Calderón quien por sus creencias católicas quiso desmontar con esta tragedia la teoría de la predestinación de los protestantes, resuelve que la fatalidad no se cumpla y puedan sobrevivir padre e hijo, que perdona a su padre pese a su crueldad. Pero, como demuestra la propia realidad, la resolución de estos conflictos paterno-filiales no siempre es posible. De ello, da cuenta una película española (sí, española) de los noventa que viene a demostrar que la fuerza de la sangre no es más que una patraña (cosa que también hizo Galdós con su ejemplar obra “El abuelo”).
Esta película, titulada “Éxtasis” y dirigida por Mariano Barroso, presenta el siguiente argumento; un genial director teatral durante el montaje de “La vida es sueño”, valga la sabia alegoría de la doble trama, conoce a un muchacho que se hace pasar por hijo suyo, fruto de un desliz de juventud, y al cual enseña a ser actor para que interprete el papel de Segismundo, prendado de su porte, inteligencia y talento (este papel lo interpreta Javier Bardem, para que nos hagamos una idea),.Si bien, el director termina descubriendo que su verdadero hijo es el amigo del impostor; un chavalillo enclenque, timorato y algo simple, se niega a aceptarlo como tal a favor de ese otro hijo apócrifo que sí cumple sus expectativas.
Como en esta película, en la vida real, en la historia; abundan casos de grandes padres que rechazan a hijos pequeños. Tal es el caso del mismo Pedro I El grande, zar de Rusia, máximo responsable de llevar a su patria, hasta entonces empobrecida y afincada en la Edad Media, a las mayores cotas de occidentalización y prosperidad en el siglo XVII, quien por el temor a que su hijo heredero, Alexis, retraído, cobarde y mediocre, volviese a sumir al país en la ruina, le hizo objeto de cruentas torturas hasta provocarle la muerte.
Sin llegar a estos extremos, podrían contarse otras muchísimas anécdotas que sirvan de ejemplo para el caso. La constante humillación que otros grandes inflingieron a sus hijos por no dar la talla, a su juicio, es otro modo de asesinato, no menos doloroso. Por el acoso de Stalin, su hijo Vasili, murió alcohólico y desquiciado y el abierto desprecio de Pablo Picasso hacia su hijo Paulo hizo de su vida una continua agonía de frustración y amargura.
Para cualquier padre grande o pequeño, el verdadero amor al hijo debería consistir en aceptarlo como es sin empeñarse en querer que sea como hubiese querido que fuese. Éste sigue siendo el atávico y trágico conflicto paterno filial aún vigente. Ni los padres maltratadores de entonces ni los maltratados de hoy parecen vislumbrar en sus hijos sino una proyección de sus propios deseos y expectativas, como, buscando aún en el hijo el heredero y no ese individuo al que la fuerza de la misma sangre, no le impide ver la vida desde sus propios; diferentes ojos.
P.D: Plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. De estas tres cosas que hay que hacer en la vida, sin duda, la más difícil es la tercera, porque un hijo nunca se tiene del todo.
no recuerdo autor ni obra.imposible obviar la novela de polis y ladrones (moda en los ochenta;y la gastronomía.oculto aviso del submundo vital y político del felipismo.trasferencias.sublimaciones…)en la que el detective avisa del estúpido sueño de vivir esperando ver «crecer» a los hijos como pasto en arriate de adosado:como si estos no tuvieran más que hacer que cumplir las fantasías paternas.o serrat:a menudo los hijos se nos parecen y nos dan con ello la primera satisfacción.no recordaría aquello del castigo divino :concedernos nuestros deseos.psicoanálisis y pseudociencias:costará aún más que reconocer positivismo y materialismo histórico-dialéctico como envenenados pastelitos origen,ellos también,de imposturas y desgracias.alienación.la realidad y el deseo.madrugadas a solas.y furbo,mucho circo.el panem en cáritas,que bastante tienen el estado y los estaditos con atender la vanidad y la soberbia de las diecisiete castas que nos hemos dado para que tiempos futuros estudien hasta donde pudimos volvernos majaretas.café para todos y que pague rita. el tío paco…y las rebajas.los dioses que cada tiempo adora como señales del humo en la pradera:y si matas un hombre blanco siempre aparecen más.al alba.luz,más luz.ofú.
Parece que cuanto mayor es el poder del padre, más grande es la desdicha. Felipe II, nuestro rey sin par en el mundo, se lamentaba en su lecho de muerte: «Dios, que me ha dado tantos reinos, me ha negado un hijo capaz de regirlos; temo que me lo gobiernen». Y allí estaban al acecho, que les faltó tiempo, los validos: el Duque de Lerma, el de Olivares… al degüello del simplonato Felipe III. ¿Cómo pretender que los hijos sean una continuidad de los deseos y de la fortuna…? Eso es querer salvarse a toda costa – en cuerpo y alma – y, de paso, seguir controlando, «post mortem», el tinglado familiar, dejándolo bien atado (ejem) ¿Acaso no funcionan así las empresas llamadas solventes? Tú eres el brazo alargado de la empresa, incluso durante tu tiempo libre diario y demás días de asueto. Dispones de guarderías – de la empresa – para que tus hijos funcionen, en un futuro, igual que tú, probo empleado.
Si ya lo dicen muchas madres, angustiadas, desde que el niño empieza a rebelarse: «es que el niño no (me) come»… Eso hay que corregirlo, señora. El niño debe comer porque es su deber, no porque, necesariamente, tenga hambre.
Y aunque los padres siempre se esmeran al máximo para que no les falte de na a ellos y ellas, resulta que, todavía adolescentes, empiezan a traer suspensos a casa, hacen novillos en cualquier rincón del parque y…¿cómo se llama la película? Polvo en suspensión. Ya sé: aparte de vulgar, es malo. Pero no menos cierto.
Hasta no hace mucho tiempo (y todavía) las relaciones padres-hijos pertenecían al lado oscuro de la sociedad y la familia presta a correr un tupido velo. Mas lo trágico, «comme d’habitude», estaba ahí. El lamento. Aunque virtual y en canción surrealista de Emilio el Moro. Más serio y como debe ser, Paquito Jerez:
http://www.youtube.com/watch?v=SEkAMuHtfR4
Saludos, Lola, José Antonio et alia.
Bueno, bueno; aquí mis comentaristas, más que comentarios, me escriben dos artículos paralelos, mejores que el mío. Si José Antonio firmase en el espacio del emblemático Erasmo de «El Mundo», nadie notaría que ha muerto (Erasmo).
Y en cuanto a Winspector, como siempre, impagable ¡Menudo nivel en plena época del Twitter analfabeto y qué gran honor para este humilde blog!
Quisiera hacer notar que mi artículo no tiene nada que ver con lo autobiográfico, las únicas expectativas que puso mi padre, grande como una catedral, en mí, como en todos sus hijos, fueron que fuésemos felices. Sólo dejaba caer lo que le gustaba y terminabas contagiándote. De su amor a la lectura, a la historia, a la política. De sus revistas; los Triunfos y los «Cuadernos para el diálogo», que alimentaron mi infancia, apartada de los juegos infantiles por mi poca agilidad y mis pies planos. Compadecido de mi soledad de niña rara, me leía versos y jugábamos a que adivinase sus autores. Yo acertaba, no por méritos particulares, sino porque me enseñó divinamente a distinguir sus estilos; Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, Cernuda, Alberti, Miguel Hernández y etcétera. Era, es, abogado, pero con unas grandes cualidades como profesor. En realidad, sin premeditación ni imposición, se convirtió en mi primer profesor de literatura y la causa de que escribiese -por timidez, a escondidas- desde muy pequeña.
Mi padre, en suma, es la medida de lo que ha de ser un buen padre. Educador por el simple ejemplo, guía y nunca tirano. Nunca se lo propuso, todo salía de sí mismo con completa espontaneidad. Sin decirte, «sígueme» querías seguirlo y merecer su orgullo, por más que él ya se daba por orgulloso de antemano, sin que tuvieses que hacer nada especial por conseguirlo. Y, no obstante, cada vez que he logrado algo en la vida, he querido brindárselo, pues sé que lo que yo pueda ser, se lo debo a que él haya sido así. Algo mucho más profundo que la fuerza de la sangre, que no es nada por sí misma. Querer a un hijo como es, incondicionalmente, con sus defectos, sus debilidades y sus deslices, pero tampoco sin fanatismos ni cegueras; eso es ser padre, eso es ser humano.
Bueno, y, como la cosa iba estos últimos días de pueblos, voy a decir que mañana voy al pueblo de mi padre, Periana, donde él presenta un libro. También es el pueblo de un compañero mío, Paco Ortigosa, a quien aprovecho la ocasión para mandarle un abrazo. Paco Ortigosa es un buen hombre que lleva con honor la sangre de su pueblo oriundo, donde abunda la gente solidaria y quiero agradecerle su apoyo- que nunca me ha pasado inadvertido- en más de una ocasión. De Periana tenías que ser.
Soy reservada, tímida y, en apariencia, distante, pero tengo buena memoria para lo malo, aunque más para lo bueno y sé reconocer por sus obras, quienes son personas nobles y honestas. De todo corazón; muchas gracias, Paco. No voy a olvidar los gestos que te honran.
Sí, ciudadana Clavero, la más difícil es la tercera, porque tú la plantas germinando y la escribes socorriendo. Siendo así, pues, que tener un hijo es escribir un árbol desde la tinta invisible de los días, sin presentaciones ni desenlaces: en la tercera todo es nudo; también en la garganta, como un collar hermético que sin enganche para abrirlo tampoco pudiera salir por la cabeza y puesto has de llevarlo hasta perderla.
Moraleja esópica: No se preocupe usted de ninguna de las tres cosas que dicen que hay que hacer en la vida: los libros los eligen las editoriales; los hijos eligen cremación o entierro para el padre, y, para colmo, los árboles mueren de pie, comedia en tres actos, como el libro, el árbol y el hijo.
aprendemos a ejemplazos.qué de genes y qué de convivencia.igual ambos y la opción personal.la vida luego y mientras tanto.para mi sorpresa ninguna historia gustó más a mis hijas que las traidas desde mi infancia.noches de levante y apagones;fríos temporales de poniente:velas para la cena.comer rápido para adelantar los cuentos.flequillos ,naricillas y ojazos muy abiertos.atención completa.por un rato silencio.y quietos los tres hermanos : érase una vez.respeto,tolerancia,coherencia,interés,palabras,historias,familia,distraer del miedo a la noche,la tormenta,el viento.cariño y compañia.amor del que olvida su hartazgo fabricando calma.y a la cama tranquilos.colorín,colorado.mañana más.dios,cuánto lo echo de menos.mi padre.elconservador(maldita guerra en el burgos de sus diecisiete):más progresista,solidario y abierto que muchos sociatillas,estalinistas y democráticos parásitos que vineron luego.ejemplos.haz lo que quieras,pero hazlo(da la cara,asume tus hechos,no pongas fuera lo que es de dentro)y a poco saben los recuerdos.al menos los tengo.
Conmovedor tu escrito, José Antonio. Ese tiempo ya se habría definitivamente marchado de nosotros de no ser por el fuerte arraigo del calor del recuerdo. Cualquier programa televisivo de ordinario nos dura mucho menos y es tan difícil, actualmente, ponerlo ( el tiempo) a nuestra disposición…¿dónde, cómo encontrar el momento adecuado para el “aggiornamento” , la necesaria puesta al día…? Ver las cosas con el pensamiento, reflexionar, saber “de lejos”, se torna difícil, pues ni el inquisidor ni el libertario se complacen hoy con la palabra filosofía, a la que tiempo ha que dan por muerta, tal vez de un hartazgo, pechá de neologismos que se usan, no entre sombras proyectadas por una hoguera hacia la caverna primaria del mito, sino en mesas redondas y simposiums y ahí termina su viaje.
Que te dure el tuyo y también tus recuerdos. Un saludo. Buenas noches.
gracias.dudo:ese nombre viene de programa espía o de nipón comic.creo:la filosofía anda por do no debería de la mano de pedanterías e imposturas.menos espelunca y más cueva.cada persona hace su tiempo viviéndolo:mejor los recuerdos como mapa oculto y los hechos como motor,gasofa o afirmación.incluso del propio fracaso.eso del pensar: continuo río.y con cataratas.salud@s.
las mesa redondas suelen ser cuadradas y monotemáticas unidireccionales;los culturetas se cuidan entre sí;su poe es el mensaje.en cádiz no los sacan ni como postulantes de chirigota:no son de fiar.sisarían la frecaudación.
pose.lo de poe es otro terror.no digo ya si en de comerme la s la pongo tras la p.pose quería escribir,digo
Viene de ambos sitios, José Antonio En mi caso, Winsp… (serie del comic nipón, año noventa) nació en oposición a los Powers Rangers,(USA), que encantaban a los niños y de paso los imitaban. Había que defenderse. Soy consciente que es un nick evocador de guerreros metálicos y de «trojans», nada que ver con la placidez de «bon vivant», reflejada en el comisario Maigret o con el ordenado y metódico Hércules Poirot. Pero, ¿qué no haría uno por ell@s? También les quedara algo que recordar si es que, finalmente, les dejan o les queda tiempo. Saludos.