El amor no era eso

10 May
José Bretón
¿Quién ama más quien muere por amor o quien mata por amor? Se diría, sin duda, que el primero, aunque en ningún caso sean aconsejables tales extremos. El amor y la muerte sólo combinan bien en las tragedias de García Lorca y alguna canción de Joaquín Sabina, como pura estrategia estética para la creación literaria o la canción melódica, pero nunca para ser noticia común en la vida real, como moneda corriente de una conducta brutal que no tiene otro móvil que la maldad simple y dura. El amor nunca puede ser coartada para un asesinato; “quien ama, no mata”, ya lo decía el título de aquel célebre culebrón brasileño, por más que hasta no hace tanto el código penal haya contemplado como crímenes pasionales, los ahora llamado casos de violencia machista, eximiendo de culpa a los asesinos por seguir la línea del código del honor que, en el siglo XVII, daba licencia al marido para matar a su esposa por la simple sospecha de adulterio, con el consentimiento del rey y del propio padre de la susodicha. Lo que nos sigue pasando es consecuencia de una tremenda permisividad con actitudes primarias y agresivas y de una falsa y delirante educación sentimental que nos ha inyectado en vena chorradas tan flagrantes cuales que el odio es la otra cara del amor, prestigiando los celos como exponente de un alto sentimiento que, bien mirado, no es sino prepotencia, egoísmo y mezquindad. El verdadero amor –el único que merece tal nombre- es un sentimiento confiado y generoso, incapaz de sospechar infidelidades cuando no las haya y también capaz de perdonarlas si las hubiere e incluso de aceptar, llegado el caso, que esa persona amada se aleje y encuentre la felicidad con un tercero, pues el enamorado desea la felicidad de la persona amada por encima de la suya propia y no se deja llevar por el despecho ni se enajena de vanidad al ser rechazado ni se obstina en imponer sus sentimientos con medidas intimidatorias y violentas que destrocen el objeto de su propio amor, a favor de su henchida egolatría. Quien ama no impone, quien ama no acosa ni daña ni amenaza, ni se venga. Quien ama, sobre todo, no mata. Ni mucho menos cae en el enrevesamiento de matar a sus propios hijos por provocar el dolor de su expareja. Como parece ser, según indican los indicios, que hizo José Bretón con esas dos criaturitas, Ruth y José, cuyos tiernos rostros nos conmueven, un día sí y otro también, en periódicos, pancartas y telediarios.
Según se cuenta, el individuo quiso vengarse con este crimen de su esposa, Ruth Ortiz, ya que ésta presuntamente quería separarse. Con motivos de sobra, cual podemos deducir. A lo que se ve, el sujeto padecía de un trastorno mental que, no obstante, no le impidió planear con total frialdad, premeditación y alevosía, durante dos meses, su crimen, tan impecable de no dejar rastro y con la ayuda de un sicario o incluso de un amigo con el cual pudo hacer un pacto “de caballeros”. Hay todavía quien está dispuesto a comprender la situación de un amigo desesperado por el amor de una mujer –a su juicio- casquivana y echarle una mano. Tal hizo el célebre Cuco por Miguel Carcaño, exnovio de Marta del Castillo.
José Bretón padece del llamado síndrome de Medea, protagonista de una tragedia griega que mató a sus propios hijos por vengarse de la traición de Jasón. Aunque el síndrome tiene nombre de mujer, por estos lares, acomete más a los hombres. En lo que va de década, llevo contados tres casos. Las mujeres no suelen llegar a tanto, si bien, en los procesos de separación, algunas los arrancan del lado paterno para usarlos como rehenes de su rencor. Otras veces, son ambos, padre y madre, quienes pelean por la custodia de los niños, sirviéndose de ellos como arma arrojadiza de sus mutuas rencillas; lo que hace crecer a las malqueridas criaturas, divididas en el juicio salomónico, en permanente estado de tensión y zozobra, con el corazón partío y un desequilibrio emotivo del copón. Esto ocurre cuando el amor toma otros nombres que no le corresponden y asoma, quizá, la verdadera cara que tuvo desde un principio: odio, egoísmo, posesión y destrucción.
Nosotros, ciudadanos, todos, reconocemos también la herida de un amor que nunca fue, cuando los bancos que, en falso, tanto dijeron querernos, nos concedieron con sus créditos asesinos, los vanos sueños de prosperidad que jamás debimos concebir hasta arrastrarnos ante el altar para decir el sí quiero a un matrimonio nefando con cadena perpetua de hipoteca, que nos mata, mes a mes, y nos asesina la cuenta con sus criminales intereses. Y de ese otro amor que nos fingieron los políticos a cambio del voto para luego despilfarrar nuestro dinero en obras inútiles y corruptelas. Por nuestro bien, por amor, en lo presente, nos van estrangulando el salario y matándonos a impuestos. Ahora sabemos que el amor no era eso.

P:D: Este artículo va dedicado a mi colega de diario, Alejandra Guillén, quien, con su gran profesionalidad, hizo de una entrevista, una distendida conversación entre amigas.
También a la periodista de Málaga Televisión, Olga Muñoz, a la que se llevó la muerte, en plena juventud, tal vez enamorada de su sonrisa.
Estos versos de Miguel Hernández parecen escritos para ella:
Un manotazo duro, un golpe helado
un hachazo invisible y homicida
un empujón brutal te ha derribado.
Temprano levantó la muerte el vuelo
temprano madrugó la madrugada…

8 respuestas a «El amor no era eso»

  1. Hola Rosa:
    No te preocupes, te mandaré el libro por correo. En gran parte, se debe a ti, porque tú me animaste a escribirlo.
    Aunque, todavía, si me invitas, voy, tomo un avión y te lo llevo yo misma. Y, de camino, aparte de verte a ti, lo más importante, vuelvo a Irlanda, un país que, por su gente tan cordial y acogedora, me robó en pocos días el corazón.
    Ah, por cierto, he recibido tres correos, a saber, uno del periodista Horacio Eichelbaum, otro de nuestro director de diario digital, Tomás Mayoral, y uno más de Begoña, editora de Jirones de azul, invitándome a entrar en la red Linkedin. Una amiga ya me inscribió allí, pero no recuerdo mi clave y estoy perdida ¿Sabéis qué tengo que hacer?

  2. »Quien ama no impone, quien ama no acosa ni daña ni amenaza, ni se venga.» Cuánta razón tienes!
    Yo también soy más de la opcion de morir por amor, y me parece muy fuerte que alguien pueda matar a sus propios hijo (ya me parece fuerte matar).
    Espero que estes bien Lola, que ya nos queda poquito y que vayas a la playa este finde, que te mereces descansar.
    Tu libro es maravilloso y espero que todos lo lean.
    Este fin de semana me tiene que dar para mucho: estudiar, salir, leer, investigar…
    Descansa Lola! Besos.

  3. Paulita, preciosa, por amor tampoco hay que morir, porque es el amor lo que nos hace estar vivos. Quiero que entendáis, mis queridas niñas, que debéis enamoraros siempre de un hombre -o de una mujer, en eso no me meto- que os sepa querer y no os haga daño. El dolor no forma parte del amor, si no, no es amor.
    Hay muchachos muy buenos que os podrían hacer muy felices, pero os gustan más lo chulitos. Lo comprendo, es la edad.
    A mí, por ejemplo, David, que es un poco flojillo, todo hay que decirlo, me parece un amor de niño y te puedo dar ejemplo en otros alumnos que, quizá con poca o ninguna gracia para ligar, son, sin embargo, los indicados.
    Hacedeme caso, que sé de lo que hablo.
    Voy a pasar un buen finde, si bien trabajando para los alumnos de bachillerato. Mis niños tienen que ser los mejores y por eso lucho cada día. Sentirás lo mismo, cuando seas profesora como yo…

  4. Preciosa la descripción que haces del verdadero amor, Lola. El que ama no necesita de tales “sentimientos complementarios”, tan negativos, y estos suelen aparecer en cualquier momento. Una copa de más, llevarle la contraria o un fin de semana sin fútbol y la pueden liar parda en casa. Abunda la gente y los hogares que llevan la procesión por dentro; gente de apariencia normal y educada, que te cede el paso, te saca un número o te da las gracias amablemente. Que, a su manera, se comunica con los demás. Y ahí queda todo.
    ”¿De qué hablaréis después…?” – le preguntaba como en broma, hace muchísimo tiempo, un padre a su hija, viendo que ésta tomaba la decisión de casarse – “porque el idioma es lo de menos, se aprende pronto, pero…¿y después, una vez en casa, conviviendo juntos…?¿Pasaréis todo el rato viendo la tele, sin apenas hablar, como hacéis ahora, mientras se os pone todo por delante….?” Uno se encogía de hombros entonces; pero a partir de ahí, cada vez que salíamos, me llamaban la atención tantas parejas que pasaban el rato sentadas a la mesa, sin apenas dirigirse la palabra. Este buen hombre y su mujer, bien que mayores, siempre tenían / tuvieron algo de que hablar.

    El ambiente familiar educa (a su manera); la televisión y demás medios educan (también a su manera); el sistema educativo y sus diferentes “planes” hacen lo que pueden…¿Cuándo habrá una única educación en LIBERTAD y que tanto Dios como el hombre / mujer dejen de ser dos incomunicables soledades…? Nos queda la literatura, considerada por Quevedo (que también pasó lo suyo) “esa huida hacia el mundo de la libertad…”.

    Lola, espero hacerme con el libro y ya me las arreglaré para que lo firmes, ya…

    Buenas noches a tod@s

  5. Si eres Enrique Martín Pardo, eso está hecho, aunque, faltaría más, el libro te lo regalo yo.
    Oye y eso de que el sistema educativo es responsable de la idea errónea de amor ¿no es excesivo? A ver si ahora son los profesores los culpables hasta de eso (de ESO)
    Más bien, diría que la perniciosa educación sentimental viene de las películas americanas donde los que se odian, en el fondo, se aman y de esas canciones que hablan de la sinrazón del amor, del gusanillo del estómago y del no sé qué que se siente ante el ser amado. A ver, que si uno no sabe qué siente, es que no siente nada. Como mucho un calentón o eso que llaman primaverazo. Eso nunca puede ser base de amor, ni mucho menos de matrimonio. De ahí, el fracaso de tantas parejas.
    Tienes razón, para casarse con alguien, hay que tener mucho de que hablar. La programación televisiva no basta y menos ahora que está peor que nunca.

  6. Lola,querida, cada vez que hablo contigo me sorprendes más, tu si que eres un amor.
    Tengo que decirte que Nani me pregunto por tu libro y otra amiga tambien, y te confieso que tengo alzheimer y ya no me acuerdo del dia que me dijiste que lo ibas a presentar, ya me lo dirás otra vez. Te hará ilusion que vayamos o prefieres que no?
    Estoy enganchada a esto creo, es lo ultimo que miro al acostarme y lo primero cuando me levanto!
    Voy a desayunar, a hacer deberes y a estudiar.
    Besos bella Lola!

  7. Anda,¿y si no fuese (que no soy) EMP…? Mare, en corto espacio de tiempo tengo pendiente que me «echen» TRES firmas: una en Málaga y dos en la Axarquía (Alta y Baja).El verano es largo, todo se andará. Creo. Saludos

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