J.R no se jubila

3 May
El malvado J.R
Cuando era pequeña, mi madre no me dejaba ver “Dallas”; esa serie americana que disparó los índices de audiencia nacional, teniendo a toda España pendiente de las tropelías del muy millonario y malvado J.R. Si mi madre hubiese estado encargada de programar los contenidos televisivos, sólo habrían dado tertulias de sesudos intelectuales y documentales de interés cultural, con lo cual, a estas alturas, seríamos, sin duda, el país más erudito del planeta.
No ha sido el caso, pues desde “Dallas” hasta hoy la televisión ha ido degradándose sin tocar nunca fondo en la devaluación del nivel. Mucho más destructiva que constructiva; la televisión, hoy por hoy, es un arma cargada de ignorancia. Una coartada que en manos de unos y otros, educa a la población hacia la planicie mental, el espíritu acrítico y la pereza del raciocinio, cual anestesia del pensamiento; cual grueso forraje con el que se alimenta a un ganado sumiso y manipulable.
Tal es el efecto de las series pseudo-costumbristas que, en parangón, harían brillante cualquier comedia de Alfonso Paso, los macro-programas de humor que abundan en gracietas zafias y groseras y los pretendidos debates en torno a la crónica rosa o la actualidad política en los que los contertulios se dedican a destrozar reputaciones ajenas, despellejándose, de camino, los unos a los otros como en un patio de vecinas de la peor ralea; sin respetar los turnos de palabra ni privarse de la descalificación a grito pelado; aullando al unísono como una rabiosa jauría para ejemplo de los televidentes que, receptivos a copiar lo que retransmite la pequeña pantalla, ya empiezan a practicar la conversación a pie de calle en idénticos términos brutales. Como si la razón estuviese de parte del que gritase más sin escuchar jamás al otro.
Esto es, salvo rosas excepciones, la televisión hoy día; ignorancia a manos llenas, de lo que se puede colegir que, tras una velada de tele, uno exclame al modo de Alberti: “Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos”.
Por lo que he leído en prensa, parece ser que van a grabar nuevos capítulos de la serie “Dallas”; noticia que adjunta una foto actualizada de la popular familia de los ochenta, ya todos luciendo canas. Hasta el malvadísimo J.R, hecho un abuelo, con sus incisivos rasgos dulcificados por la vejez, que ahora provocan más piedad que odio. Da pena pensar que este hombre rico se haya convertido en un pobre hombre que no se pueda permitir el lujo de jubilarse a estas alturas. Como los “Beach boys”, como los “Rolling Stones”, como Leonard Cohen, como Raphael o los mismos Serrat y Joaquín Sabina que se venden cual el Titanic a punto de hundirse o como “dos pájaros de un tiro”; el tiro de gracia, se diría. Dan lástima pero también ejemplo, pues las tendencias del mercado laboral por imposición decretada de los gobiernos instan a retrasar cada vez más la edad de jubilación, de modo que el anciano permanezca en activo hasta coronar el grado más álgido de la senectud. Si el hoy inmediato la pone en 67 años, el mañana próximo la situará en 75 hasta que el pasado mañana y el otro la conviertan, directamente, en una utopía. Por necesidades del guión económico, según dice el político de turno –sí, ése que con una acaudalada pensión por su excargo se retira al reposo en plena flor de la vida. Cuán relajantes se veían las imágenes de Zapatero pasando el puente en Lanzarote- y también por nuestro propio bien. El trabajo es salud, al fin y al cabo y, mientras uno se mantiene ocupado, lo mismo se le olvida que tiene artritis, reuma y demás achaques que depara la edad. Igual se le olvida todo, porque tiene alzheimer que es una lacra también muy propia del que empieza a traspasar cierta frontera de décadas y, siendo, por ejemplo, administrativo, pone en parálisis a una larga cola de ciudadanos impacientes:
-¿Dónde tengo que firmar?
-Se me ha olvidado.
-¿Cuándo podré recoger el certificado?
-Se me ha olvidado.
-Dígame cuál es su nombre para ponerle una reclamación.
-Se me ha olvidado.
En cualquier caso, siempre estará mejor el anciano en su puesto de trabajo que en su casa cobrando una pensión mínima. Cuando uno se queda en casa, le da muchas vueltas a la cabeza y se cree hasta que está enfermo y necesita medicinas que ya no son gratis, como si las hubiese pagado con sus impuestos.
Eso si no lo han desahuciado como esa anciana que pagaba con su pensión los gastos de sus dos hijos parados y se encadenó al Banco de España como protesta. Después de varias horas, los guardias civiles le pusieron encima una multa ¿Con qué la pagaría?
No es país para viejos.

P.D: Me siento madre. Hoy he recibido quince ejemplares nuevecitos de mi libro «Sola en el Mundo (El libro de las mujeres contado por ellas mismas». Os adjunto una foto de mi criatura,

12 respuestas a «J.R no se jubila»

  1. Estoy de acuerdo contigo, la tele… uff! sin palabras.
    qué le pasa a la gente? dónde están todos?
    Estaba deseando entrar en un ordenador para peguntarte por tu libro! yo lo quiero! cuando y donde me lo puedo comprar?
    Muchas felicidades por tu libro, ya sabes que me lo vas a firmar no?
    Besos!

  2. Te voy a regalar mi libro, Paula y, por supuesto, firmado. Recuerda cuando, a principio de curso, me preguntaste con tu intuición infalible si era escritora y casi me vi obligada a hablarte de mi proyecto. Tu entusiasmo fue para mí vital y tomé ánimos para insistir en la empresa. No sólo por ti, que sabes que eres especial, sino también por los otros, me hago fuerte cada día. Mis niños, mis niñas; vuestra energía, vuestro cariño que, a vuestra edad, sólo puede ser sincero, me carga de esperanzas para el futuro, que sois vosotros. Sabéis que os quiero yo también, nadie puede engañar a un adolescente y también sabéis corresponder a este sentimiento. Por el libro, pero más por vosotros, puedo decir que estos dos últimos días han sido los más felices de mi vida. Todo lo que tengo, todo lo que soy es para vosotros, que siempre me dais mucho más de lo que yo puedo dar ¿Quién dijo que la juventud no tiene valores?
    La juventud siempre arrastra
    la juventud siempre vence
    y la salvación del mundo
    de su juventud depende.

  3. que mala suerte tengo! te puedes creer que mientras estaba super emocionaba escribiendo se me ha ido la luz?
    Jo-lines, me has emocionado muchisimo, casi lloro, creo que es de la alegria que me da que estes feliz!
    Me extraña que los niños te hagamos fuerte cada día, yo crei que era lo contrario!
    Ay Lola, me has dejado sin palabras, cosa dificil, pues la verdad es que estoy acostumbrada a contestar con facilidad a todo.
    Tú ya eres fuerte, no necesitas a nadie y sabia en todo momento que ibas a terminar tu libro y que seguro que es maravilloso.
    Obviamente soy sincera te digo Lola de corazón que a lo largo del curso me has ido sorprendiendo cada día y ojalá cuando sea mayor, pueda ser tan buena profesora, tan buena escritora… tan buena en todo como tú!
    Te quiere, Paula.
    P.D: no se si sabes, supongo que si, que he quedado segunda en el concurso de cartas de san valentin!

  4. Cuando seas mayor, Paula, no vas a ser como yo; serás mejor.
    Enhorabuena por tu segundo premio, aunque te merecías el primero. Los números de los premios, cuando no son subjetivos, son accidentales…
    ¿Si me hacéis fuerte? Me hacéis sencillamente imbatible y, por más que podamos reñir cuando os ponéis perezosos, sois la parte más bonita de mi vida. Por eso, cuando alguien habla mal de vosotros, me pongo como me pongo. A mí que me digan lo que quieran, pero a mis niños que no los toquen. Entonces soy una leona.

  5. ues sí, hubo un tiempo en España en que Pepe Da Rosa, parodiando a los actores de las series americanas de moda, los vendía como rosquillas: “del cabo de Gata, al de Finisterre, hay que vé la gente cómo está con JR” . Absolutamente cierto. Los setenta quedaban atrás con su entrañable Casa de la Pradera y el romántico correo del zar, Miguel Strogoff (Michel el Tragón se le quedó para siempre a un amigo mío, un tanto obeso; “ya no veo a Michel tan seguro de sí mismo…”, me comentó en cierta ocasión) Muchos consideramos 1975, aparte de año de gracia, la frontera entre lo que, por obvio, quedaba atrás y el inicio de varios ciclos – menos lluvia, sequías pertinaces, cine erótico, libertad de expresión, cada vez con menos ira y – llamémosle – una de tantas entregas del Plan Marshall, ahora enlatado en series tipo Starsky y Huck, reposición de Los Vengadores, Hombres de Harrelson…constituían el aperitivo de todo lo que llegaría con los ochenta.

    Del benéfico Plan conocí, por un lado, la leche en polvo americana en el cole, donde todos los niños nos turnábamos dándole al manubrio de madera por tocas, que diluir semejantes grumos en un cubo de agua fría, llevaba su tiempo. Por otro, las “virtudes” de la emigración en zonas donde se desarrollaba por completo esta ayuda a Europa, tras los Pirineos…
    Mira por dónde, el cura del pueblo, al igual que tu madre, tampoco nos dejaba ver ciertos programas a los niños en el legendario tele-club. En cuanto asomaba una bailarina y muy disimuladamente, ponía los tres botones disponibles (contraste-brillo-volumen-) a cero. Esta actitud – y la cara que se nos quedaba – tiempo después la asimilé con el viejo lema del 68: “imaginationt au pouvoir”. No había otra.

    Saludos a tod@s. Y felicidades por el libro.

  6. Contrasta, Winspector, la antigüedad de tus recuerdos con la juventud que te presumo. O será que conoces la historia.
    A mí me dicen algunos jóvenes que aquí lo que hace falta es un golpe militar y se me pone el vello de punta. Cómo se nota que no tienen ni idea de lo que eso significa. Tú sí, diles algo, que andan muy perdidos…

  7. Siempre se dijo, incluso en mis tiempos, que no se debía asustar a los niños con “historias para no dormir” y sí, en cambio, darles el cariño y amor necesarios para que su andadura vital fuera lo más feliz posible. Tal vez por eso, aquellos padres que tuvimos los de mi generación (Baby Boom forever) – que venían de sufrir las consecuencias de una terrible confrontación civil, donde se señalaba con el dedo a los presuntos culpables de cada bando y la convivencia, por decirlo de una manera amable, era más soportable en los frentes que en las poblaciones – cada vez que se les inquiría al respecto, nos solían responder llevándose el dedo a la boca y mandando callar, no sea que escuchase el vecino de al lado, se corriera la voz, se distorsionara el asunto, alguien diera parte, se aclarara después la cosa para, finalmente, escuchar durante algún tiempo comentarios maliciosos de la vecindad, tales como: “el que se acuesta con niños, ya se sabe…” Un lío, vaya, para toda la familia, veinte años después del último parte de guerra.

    Para tus niños y niñas amantes del golpe militar y que todo se solucione en un santiamén, sin otras consecuencias, la guerra no pasa de ser un videojuego, porque no la han vivido de otra manera. Llegan unos cuantos tíos armados, se cargan a los malos y antes de terminar el desayuno ya está todo arreglado. Salgo a la calle y todo sigue igual, el tráfico, los amigos, el cole, el bocata, la profe. Más o menos. Un golpe de estado y aquí no ha pasado nada. Nadie, ningún grupo armado ha venido a por mis padres ni a por mi hermano mayor para llevárselos a la fuerza, no hay carreras, sirenas, gritos, explosiones, heridos en las calles, muertos…Nada. Hay comida abundante en los mercados; y medicinas; En los hospitales, todo normal, como siempre…Pues que siga siempre así la cosa y la guerra y el odio no pasen de ser impulsos eléctricos.

    Lola, si me presumes tan joven vas a conseguir que me sienta como Dorian Gray en el cuadro. Qué detalle.

    Saludos para tod@s

  8. Lo describes muy bien, Winspector, pero ahora la desinformación, la ideología ya tan difusa o quizá extinta, el desprestigiado deporte de formar y de pensar, a favor de adiestrar a favor de unas siglas, confunde a los muchachos que llegan a creer que es preciso un golpe militar para instaurar la tercera república. Jolín, qué imposible hermanamiento de conceptos contradictorios ¿Quién salvará a los chicos de ideas tan delirantes? ¿El ministro Wert?
    Pon orden, Winspi y, como dijo aquel de Lepe; ¡¡Organización!!

  9. ¿Y qué clase de república alumbraría hoy la asonada juvenil, una vez acabada la monarquía..? En 1931, aquel gobierno republicano se vio impotente para frenar a los revoltosos, cuando les dio por quemar miles de iglesias y conventos. El propio Manuel Azaña, al escuchar las peticiones de castigo para los culpables en el Congreso, llegó a afirmar, entre contrito y confeso, que “un convento no vale la vida de un republicano…” ¡cuitado, si históricamente en España los conventos fueron refugio del saber, en tanto reyes, nobles y vasallos marchaban a hacer la guerra..! ¿Qué hubiera sido de la cultura y la historia de este país sin los “filósofos nutridos con sopa de convento…”?

    Pero el peligro inminente, creo yo, no se encuentra en la juventud española por ahora, pese a Wert y sus recortes. Ahí al lado tenemos a Francia, donde Le Pen ha acaparado el veinte por ciento de los votos de ideología nazi en la primera vuelta de las presidenciales, al tiempo que pedía la abstención en la segunda y definitiva, sabedora que tal vez millones de votos de la derecha democrática – carente de liderazgo tras la caída de Sarko – podrían engrosar (y de qué manera) su ya demoledora cifra cuando lleguen las legislativas en junio. Un temible y gran Front National en el gobierno francés. De locura. En Grecia tienen la sartén de la gobernación por el mango. Ellos y la extrema izquierda. Se tocan los extremos, de mayoría joven, violenta e intolerante casi con todo.

    Nada, que empiezo a echar de menos a los perroflautas y sus sonsonetes callejeros, sus rastas, su arte, sus tenduchos y su ambiente festivo.

    Por si me escucha algún joven.

    Buenas noches para ti y para tod@s

  10. Muchas gracias, Winspector, como tú dices, los jóvenes se apuntan a la ultraderecha, por moda, por frivolidad, sin saber en qué consiste. Hay que paliar, sin más remedio, esta falta de cultura, pues, literalmente, nos acabará matando…

  11. La carátula es preciosa, Lola, penita me da de no poder estar en la presentación, y darte un abrazo (¡y tú una firma!) Felicidades de nuevo.

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