Básicamente, hay dos tipos de personas. Bueno, en realidad, hay muchas más, pero todas no me caben en un solo artículo y, además, ahora no vienen a cuento. Por eso, por el momento, hablaremos de estas dos; aquellas a las que le gustan los dibujos animados y aquellas a las que no. Los que pertenecen a dicha primera clase y ya han cumplido los treinta y hasta los cuarenta, suelen justificar esta afición –no sean tachados de infantiles- alegando que los dibujos animados de su interés son para adultos y, así pues, representan una sesuda crítica social y no sé cuántas otras metáforas de la condición humana contemporánea, por lo cual se explica que, cuando emiten el noticiero, cambien de canal a favor de Los Simpsons. No obstante, todo hay que decirlo, con mayor o menor metáfora social de por medio, tampoco le hacen ascos al Pato Lucas ni a cualquier otro dibujo animado infantil de remate que pasen en la sesión matinal.
A las personas que les gustan los dibujos animados, también les suelen gustar los cómics, por supuesto de adultos, cuya rigurosa seriedad defienden con la misma dialéctica; que son pieza clave del actual discurso literario y vehículos legítimos de indagación intelectual. Pero, con las mismas, si se pone a tiro un Pulgarcito, se lo leen de cabo a rabo los tíos, para qué nos vamos a engañar. Los entusiastas de los dibujos animados y los cómics, suelen ser individuos que aún no se han desvinculado de la infancia; total, unos frikis. Y está bien que así sean porque no le hacen mal a nadie. Los frikis son personas que se entretienen, conjurando el tremendo mal del aburrimiento que vuelve a las criaturas tan nocivas. Normalmente las personas aburridas
– suelen serlo ya de nacimiento- sólo encuentran diversión en fastidiar al prójimo, que es un asunto muy feo. En esta categoría de gente podría encuadrarse aquella a la que no le gustan los dibujos animados, considerándolos entretenimientos meramente infantiles. Se llaman a sí mismos adultos, pero, en realidad, lo que son es un tostón, pues, por no gustarles, no les gusta casi nada de nada y a casi todo se acercan con prejuicios para justificar su falta endémica de entusiasmo. Admito que, como ellos, he sido escéptica con la animación como una nueva vía de expresión del cine, pues, ni en nombre de los Simpsons, he vuelto a ver dibujos animados desde mi más tierna infancia, sin embargo, hay ya sólidos productos en el mercado, de calidad sobrada, como para justificar un cambio de actitud. Los nuevos tiempos requieren nuevos lenguajes y no seré yo quien como el protagonista de “The Artist” se niegue a darles paso. Si resultaba obtuso que aquel personaje, actor de cine mudo, quisiera detener el tránsito inevitable al cine sonoro, no sería menos cerril oponerse a la animación como técnica de futuro en la industria del cine de adultos. No como única técnica, ya que ello implicaría el despido masivo de actores humanos, que, como humanos, tienen la perentoria necesidad de comer, sino como otra necesaria alternativa a lo de siempre que, por uso y abuso, nos tiene ya a muchos hasta los pelos. Otra película sobre la Guerra Civil o el Holocausto y me tiro por la ventana. Aunque bien podría anotarse la opción de hacer una película de animación sobre el Holocausto o la Guerra Civil –Dios no lo quiera-. Lo bueno de las películas de animación es que, además de nueva técnica, han aportado nuevos argumentos. De todas las manidas historias, que han menudeado por el sobado panorama del actual cine español, yo me quedo con dos; “Arrugas” y “Chico y Rita”, ambas de animación e impagables de forma y fondo. La primera dirigida por Ignacio Ferreras y triunfante en los Goya y la segunda de Fernando Trueba que se quedó sin su Oscar, pero con el honor de ser una de las mejores películas que se hayan estrenado en el último lustro.
Desde luego, quien diga que los cineastas españoles no se renuevan, no piensa en Fernando Trueba, quien, desde la oscarizada “Belle Époque” no ha cesado de explorar otros caminos desde el documental musical a la animación. Inquieto y versátil, como es ley en el auténtico artista, dijo hace una semana que tenía un ojo puesto en el Oscar y otro en su próxima película de animación. Lo dijo con cierto humor porque es estrábico. Una persona estrábica que hace chistes de sí mismo, ya sería digna de tener en cuenta, aunque no tuviese mayores méritos. Que los tiene.
Por cierto que, cuando le preguntaron por referentes para sus películas de animación, citó “Persépolis”; la trágica historia de la niñez y juventud de una mujer iraní, narrada con total sentido del humor y la simplicidad de sus dibujos en blanco y negro. Un film también francés como la muy oscarizada, “The Artist”, película muda que lo dice todo.
Por creatividad, sensibilidad, originalidad, estética y amenidad; el cine francés va creciéndose como un David frente al Goliat hollywoodiense. Caduco según el propio George Clooney.
Ya venía presagiándolo hace un rato y, por esta vez, me alegro de que el tiempo venga a darme la razón.
P.D: En la entrada anterior, «Se vende pasado oscuro» os respondo a vuestra curiosidad por la mencionada manifestación. Gracias por preocuparos por esta humilde servidora.
Soy la primera en comentar! qué alegría, qué alboroto!
Como buena niña que soy, me encantan los dibujos animados y es lo que pongo os fines de semana recién levantada.
Los simpsons no los perdono, las noticias para la noche.
Lola, no sé por qué me tienes que hacer hablar de cine, no me gusta hacerlo. Por lo demás, tampoco se le puede pedir al cine americano (hollywoodiense) que se mantenga en plena forma todo el tiempo, algún altibajo tendrá que tener, ¿No es así? Ahora bien, sin duda siempre ha sido el mejor, y por méritos propios. Allí, al contrario que en Andalucía, no premian a la mediocridad voluntaria, sino a la excelencia trabajada.
Besos
PD
Exigimos esa foto. No es justo, ni correcto, negárnosla.
Yo también la exijo! no me parece nada bonito que nos hables de la existencia de la foto y después no la muestres.
La queremos ver, por favor (ya ves que en realidad no la exijo, sino que te lo suplico)
Maldita sea, Paula, compruebo, con alegre y expectante sorpresa, que tienes una ética casi intachable. Confío que el mal ejemplo de los mayores no te malogren. Sigue exigiendo (y dando) por el resto de tus días, Ok!
Holden, qué cosas me dices! Seguiré exigiendo y dando el resto de mis días, muchas gracias!
Lola no te hagas la despistada, voy a seguir pidiendo la foto, que a Paula no se la dan con queso! (más que nada porque no me gusta. Buenas noches!
¿La foto? Bueno, no quiero pecar de afán de protagonismo y tampoco significarme. Los manifestantes a los que me uní no tenían nada que ver con esos jóvenes vándalos de los que habla Winspector. Parecían la mayoría, padres y madres de familia y daban mucha pena, pues con los recortes se han quedado sin trabajo. Quien no los apoye, es que no tiene corazón y no sólo es cuestión de tener la sangre roja y el corazón a la izquierda, que es, que sepa yo, condición humana. La solidaridad ¿Por qué la íbamos a perder?
Hoy he visto en el semanal, reportajes de familias enteras viviendo de la caridad por culpa del paro ¿Son ellos los que tienen que pagar la crisis? ¿Y las malas gestiones? Tenemos que pensar en algo para solucionar estas situaciones tan penosas, por favor, ¿Qué se os ocurre?
Paula, lo primero es lo primero, y tú nos debes la historia de tu abuelo Fulgencio…
Queremos, y exigimos, esa foto. Por lo demás, la solución (a esas situaciones tan penosas) es fácil y no pasa por el individualismo imperante, sino por la conciencia de comunidad.
¿Exigimos? A ver, Holden, que todavía, con esa actitud autoritaria, te pueden acusar de dictatorial y hasta sexista… Por otra parte, lo importante no es mi foto individual, que es pura anécdota, sino cómo vamos a enfocar esa conciencia de comunidad ¿Cómo?
Lola, ¿Cómo? Sencillo (¿Está en desuso esta palabra?), teniendo claro que lo bien hecho beneficia a todo ser vivo y, que por el contrario, lo mal hecho perjudica a todos (tarde más o menos en manifestarse el perjuicio). Así pues, si queremos vivir bien, no hay otra opción, sino: Respeto, responsabilidad, seriedad (no confundir con falta de risa), dignidad, honradez, honestidad, etc. (buen ejemplo). Y no esperar a que empiece ‘el otro’ a hacer las cosas bien. Para después es tarde.
Por tanto, Lola, queremos, y exigimos, esa foto, Ok!
Ah, y no olvides empezar, sin demora, a hacer deporte con regularidad (y a comer sano, y a dormir con la conciencia tranquila), eh!
(¿Me acusarán de autoritario, y hasta de sexista?)
Efectivamente, Holden. Contra el individualismo: el individuo. Formarse como tal en libertad, sin adoctrinamientos, parece la mejor manera de adquirir o mejorar esa condición humana, indispensable en nuestro trato con los demás, sobre todo esos mayores de que habla Lola, que han quedado en el paro y tal vez se aproximen ya a la vejez – intento no incluirme todavía, pero todo se andará… y gracias – Otros, miles, ayudan en lo que pueden a sus hijos y nietos, los acogen, de nuevo, en casa y han renunciado a muchas cosas, porque lo primero es comer. De nada serviría mirar hacia otro lado, pues la realidad es tozuda. Existen hechos en la historia reciente donde ellos, padres y madres antes que ciudadanos, quisieron ser protagonistas para que “Francia no acabe destrozada”. Los días finales de aquel mayo, millones de “parents” franceses salieron, pacífica y espontáneamente, a tomar las calles al son de (siempre unificadora) La Marsellesa. Vinieron la paz, los acuerdos, los convenios…
Como tema de reflexión, me quedaría con aquella escudilla de madera…
Un débil y anciano señor se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años de edad. Las manos del anciano temblaban, su vista era empañada y sus pasos tambaleantes. La familia cenaba junta en la mesa pero al anciano se le hacia difícil tomar los alimentos, debido a sus temblorosas manos y la decadente visión. Los guisantes se le rodaban de la cuachara al piso; cuando agarraba el vaso, la leche se le derramaba sobre el mantel…
El hijo y la nuera se irritaban por el revoltijo. Un día dijo el marido a la mujer: “Tenemos que hacer algo sobre el abuelo, ya estoy harto de su leche derramada, su ruidoso modo de comer y de los alimentos en el piso…”
De manera que el marido y su esposa colocaron una pequeña mesa en una esquina de la casa. Ahí el abuelo cenaba solo y su comida era servida en una escudilla de madera, mientras el resto de la familia disfrutaba de su cena en el comedor central. Cuando la familia miraba hacia la dirección en donde se encontraba el abuelo, a veces notaban que tenía lágrimas en los ojos. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigían eran amonestaciones si se le caía el tenedor o derramaba la leche.
El niño observaba todo esto en silencio. Una tarde, antes de la cena, el padre notó que su hijo estaba jugando en el piso con pedazos de madera. Le preguntó dulcemente:
– ¿Qué estás haciendo…?. Con la misma dulzura el niño le respondió:
– Estoy haciendo una pequeña escudilla para ti y mamá para que la usen en la cena cuando yo crezca.
El niño sonrió a sus padres y continuó con su trabajo.
Es antigua, pero vale también para el presente.
Saludos y buenas noches
Buenos días,
Buena anécdota Winspector, sobre la escudilla. Mucho más aplicable de lo que pueda parecer.
A lo que iba, juerr, Lola, de cine estoy pegao, no ves que soy del siglo xvIII.
Ejemmm.
La película que se hizo a raíz de una película. Tal vez había algo de tragedia de libertad, pero se hizo humor de ello. De nuevo el humor que nace del conformismo trágico, de aquella coyuntura social, trágica dicen, no la conocí, y si estuve no me enteré. Que si fue trágica, no entro en ello, ni salgo tampoco, pero no creo que lo fuese tanto para asuntos del manoseo, pues el campo nunca tuvo puertas, ni entonces en los sesenta, ni antes en los cuarenta o cincuenta, ni ahora en el siglo veintiuno. Y las puertas del cine estaban a oscuras durante buen rato. Hoy ya no se usan los cines, para tan apremiantes fines.
La historia real que nació en la sala de cine. Y luego hizo el relato aquél ilustre novelista, que era Novel y hasta algo descarado en el lenguaje. Y hubo película, de humor de las de la época subsiguiente, no equis, con picardías y manoseos y poco más. Y ocurrió al Norte cercano de donde a tal vez y a la vez se criaba Lola Clavero, aunque puede que ella ni hubiese nacido. Claro que podría hablar de otra cosa, pero me someto a mi tierra, para lo bueno y lo malo, lo trágico y humor si lo hay.
Hablo de Archidona. Donde la señora y el señor de la fila de detrás, o quizá de delante, resultaron salpicados por aquella sustancia de vida que no paraba. Hubo denuncia en el Juzgado. Y reclamación de daños y perjuicios. El perjudicado presentó factura del traje que le mancharon. La perjudicada, factura del lavado de pelo en la peluquería con fecha del día siguiente a la noche de los hechos, y claro, se preguntarán, ¿toda la noche estuvo con la incipiente vida de la vida entre los pelos?…..y bla, bla, bla.
Vas a lograr que me emocione, Quintiliano. Existe algún amigo mío que estudiaba en Archidona por ese año, 1973, y la verdad es que, entre bromas y veras, se armó un buen revoleo, con la noticia de boca en boca. La famosa «paja de Archidona», devenida en jugada original de partido de fútbol, en aquellos versos que le dedicó D Camilo: «El mozo archidonero se corrió de cuchara / para atrás y por encima de la cabeza / como chutaba Zarra…»
Venga, un saludo para tod@s.
Viene muy a cuento esa historia de la escudilla de madera con la película «Arrugas» y otra también muy tremendista, no animada, pero muy cruda y sorprendente «Justino, un asesino de la tercera edad», donde el anciano se venga de la sociedad que lo considera material de desecho. Como un Robin Hood a lo bestia, pero, a veces, se te escapaba un olé. Era un picador jubilado. Muy buen relato, Winspector, quienes maltratan a los mayores han de prepararse para el mismo destino, si no se mueren antes…
Oí hablar de «El cipote de Archidona». Yo, alumna de un colegio de monjas, no sabía qué era un cipote y se lo pregunté a mi tía, maestra en ese pueblo. Ella me respondió, un cipote es un tío con muy malafollá. Tarde años en descubrir otros sentidos de la palabra y la enjundia de la historia. En el colegio nunca nos dieron educación sexual. Eso no ayudaba a entender la mayoría de los chistes, por ejemplo…
¡Qué bueno!…O sea, según doña Elvira, era lo que se dice «un tonto puesto en verea», más o menos…
Si hay alguien sabio en el mundo, ésa es mi tía, que conocía bien, como residente, la historia de «El cipote de Archidona», pero que no me quiso contar por considerarla vulgar e improcedente para mi tan tierna infancia. Así que me dio la acepción jienense de la palabra. Qué tío cipote, allí significa; gilipuertas. No me sale la otra terminación, que soy de monjas…
Por cierto, que luego supe que Don Camilo quería que en Archidona hiciesen de souvenirs, cipotitos de oro y plata, lo que disgustó enormemente tanto a lugareños como a mi propia tía…
Hablando de ancianos, a mi abuelo Fulgencio sus hijos no le hacen caso,por no hacer, ni le abren la puerta de la casa.
Creo que las clases de educación sexual están bien, pero a su debido tiempo,porque una maestra que tenía nos las dió en segundo de primaria. Tampoco hay que pasarse.
¿dónde está Pancho Panchito?
A ver, parece que con tanto cipote se ha olvidado lo realmente importante aquí y ahora, ¿Dónde está esa foto?
Por lo demás, no veo por qué la tía tuvo que disgustarse con la propuesta de Don Camilo.
Y, maldita sea, Paula, antes de poner a caer de un burro a esa maestra necesito detalles, ¿Se saltó ésta el programa oficial, o éste incluía las clases de educación sexual? ¿Esa materia integra clases practicas, o no?
Fantástico el relato de Winspector: donde las dan, las toman.
Al abuelo, por derramar la leche, lo desterraron, y a los novios, por apuntar con leche, los denunciaron. Habrá mala leche…
Por cierto, Lola, por qué sabes que las monjas de tu colegio no sabían lo que era lo que era. ¿Qué clase de preguntas le hicistes para llegar a esa conclusión? ¿Cuál fue el castigo por tan obsena pregunta, Lola?
Holden, no crees que aquellas generaciones que desconocían fondo y forma del telúrico miembro, lo más probable es que no hacian deporte.
Quintiliano, no crees que aquella leche lanzada hacia atrás fue una protesta por algo y acabó en malgato del excedente.
Saludos a todos.
«no crees que aquellas generaciones que desconocían fondo y forma del telúrico miembro, lo más probable es que no hacian deporte», señor Pancho Panchito, ¿Qué quiere usted decir?
Un saludo
«no crees que aquellas generaciones que desconocían fondo y forma del telúrico miembro, lo más probable es que no hacian deporte», señor Pancho Panchito, ¿Qué quiere usted decir?
Un saludo
FELIZ DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA, LOLA!!!
HOY HE RECIBIDO EL LIBRETO EN HOMENAJE A LA MUJER TRABAJADORA DE CC.OO DONDE APARECE TU RELATO. ES IMPRESIONANTE QUE A SIGLO XXI PASEN ESTAS COSAS, PUES CREO QUE LO QUE CONTASTE ES UN CASO REAL.
POR CIERTO, QUE ESTAS BROMAS CON LOS CIPOTES EN TU BLOG DESPIDEN TUFILLO MACHISTA.
Gracias, Sagrario, ese relato es real? Que lo juzguen los lectores si puede serlo. De no encontrarlo en libreto, está en la sección relatos de este blog con el nombre, «Mi querido desamor»
Por lo demás, creo que hablábamos de cine animado, no de pornografía…
Buenos días,
Lola, no entiendo por qué este blog se llama: Las malas lenguas. ¿No será algo promocional para tener gancho?.
Pues a resultas, creo que estaríamos todos más contentos y nos cuidaríamos más en el uso de la palabra, si se llamase algo así como: Blog de las lenguas castas, puras e inmaculadas.
Saludos.