Por peor que uno sea, siempre será mejor que otro. Conviene, pues, para reafirmar la autoestima, buscar a ese otro peor cuanto antes y relajarse, en lugar de andar en el esforzado estrés de emular al mejor. Es lo que suele estilar el género humano, más aún si es español, quien, como sostenía Larra, nunca ha sido un dechado de laboriosidad. La relatividad que constatan estos sólitos comentarios es, sin duda, un desahogo recurrente y generalizado, “yo seré un inútil, pero anda que ése” o bien, “yo trabajaré poco, pero anda que aquel” –quien dice otro, dice ése o aquel, el caso es encontrar a alguien entre los demás que cargue con los defectos propios a peor-. Y ese peor, por fortuna, nunca falla, como cantaba Peret, rey de la rumba, antes de anunciar pipas en televisión, “Qué triste viviera yo, si yo fuera el hombre más feo, pero miro patrá y palante y veo a otro más feo que yo” y así con todo. Valga lo dicho para nuestra gloriosa Selección Española y sus discutidas actuaciones en el Mundial que nos ocupa. O sea, si es cierto que jugó peor que Suiza, no lo es menos que lo hizo mejor que Honduras y, en cualquier caso, si esta noche desmeritase ante Chile, siempre va a hacerlo mejor que Francia, cuyo comportamiento bochornoso en el actual torneo, incluida la derrota 2-1 ante Sudáfrica, va a ser bastante difícil de superar. Pero no imposible; por malo que sea cualquiera, nunca le falta otro peor. Como bien aseveraba ese pedazo de filósofo que era Calderón en la célebre retahíla de versos que todos nos aprendimos de chicos, antes de que la LOGSE viniese a desprestigiar la memoria, “Cuentan de un sabio que un día, tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. ¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo? Y, cuando el rostro volvió, halló la respuesta viendo que otro sabio iba cogiendo las hierbas que él arrojó”. Fábula moral que, para mayor beneplácito del individuo, enseña que no sólo hay siempre alguien que es peor, sino que está peor. Tal y como demuestra la última consigna del Gobierno, en esa misma línea de gratificante relatividad. Tal vez somos más pobres en renta per cápita que Luxemburgo o Alemania, pero menos pobres que Italia, lo cual quiere decir que, en cierto modo, somos ricos. Menudo alivio éste del silogismo y el desagravio comparativo; estando de por medio la grandeza de las letras y sus vericuetos dialécticos, no sé para que sufrimos con la mezquindad de los números. Y, caídos en esta cuenta, pues las cifras no parecen ser el fuerte de nuestros gobernantes, mejor será dorar la píldora con la filosofía. Por qué no, en lugar de asustar al personal en los informativos a base de estadísticas paupérrimas, enseñarles las corrientes del pensamiento universal. Un día Séneca; “No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.”, otro Schopenhauer, “la ambición del hombre es no tener ambiciones”, sin olvidar el toque oriental, que tanto enseña a lograr la felicidad con la renuncia a los bienes materiales. La pobreza es un estado mental, nada es lo que parece y, “a buena hambre, no hay pan duro”, por no dejar atrás tampoco los tópicos de la sabiduría popular. La sabiduría tal vez no ayude a encontrar trabajo, por aquello de los licenciados en paro, pero dispone de verdaderos argumentos para el consuelo. Será por eso que la Selectividad cada día pone más fácil el acceso a la Universidad. El joven, ocupado en cultivar su intelecto, da para años de retiro cultural a salvo del paro, las manifestaciones y las huelgas generales. Eso sí, la sabiduría parece poco compatible con la economía, Grecia fue cuna de los siete sabios y así les va.
Por lo demás, pues no es cuestión de adjudicarse más decepciones a costa del balompié, preparémonos alivio para cualquier cosa que pase. Si nos ganan los chilenos, siempre podemos consolarnos pensando que son más pobres que nosotros o que, agraciado en el juego, desgraciado en amores. A la relatividad nunca le faltan muletillas y no es de recibo cifrar tantas esperanzas de desagravio en un equipo de futbolistas, por bien pagados que estén. Oigo a unos comentaristas deportivos, muy repantingados, decir que la Selección no da todo el juego que podría, pero qué piernas no se bloquean cuando soportan todas las expectativas de la felicidad patria. Tal vez si el furor patriotero amainase un poco, la Roja podría relajarse y dar de sí todo su potencial, que es mucho. Y si no ganamos, al menos, en vista de lo que llevamos de Mundial y la pereza globalizada que ha predominado en casi todos los encuentros, va a ser difícil que seamos los peores, es decir, que, de alguna manera, somos mejores en cierto modo. A falta de victoria, siempre nos quedará el silogismo. Ánimo.
P.D: En la entrada de sueños obsesivos, procedemos a conceder el premio al mejor relato, convocando una nueva edición para la próxima semana. Agradecimientos a Manuel Laza por poner a nuestra disposición sus expertos conocimientos.
Buen fin de semana y besos a todos.
7 respuestas a «Pues anda que ése»
Lo que pasa es que falta Zidane, que era el alma del equipo, si no, verías la caña que daban los franchutes.
Lo que nos valió la derrota ante Suiza fue el filo de las pestañas de Sara Carbonero. Ante esos ojos verdes a Iker o a cualquiera le meten un gol ¿No se parece un poco a Lola?
Estoy con la opinión de Rafael: sin duda alguna, Lola se parece y tiene aires de Sara Carbonero. Cualquiera podría perder la cabeza y mucho más (como un partido de futbol, por ejemplo). Por la demás, hoy comparto las opiniones de Lola (pero que no sirva de precedente, ¿Vale!). Adiós
Posiblemente sea nuestra selección como cierta marca de cerveza: la mejor del mundo. Es verdad que nunca se le vio jugar como ahora, haciendo gala de una superioridad que encorajina y cabrea al contrario; ayer bastaba ver la cara y sobre todo la mirada del defensa portugués que marcaba a Villa, que casi lo mata a golpe de ojo. Suiza también ha mejorado en el tiempo. Recuerdo una vez, principios de 1970, antes del mundial de México, que la selección, con Iríbar de capitán, ganaba cómodamente en Lausana por 0-1. Han tardado en devolverlo pero con mérito. Eso, hoy, no está al alcance de cualquiera ante el equipo de España y como familiar de ex futbolista que fue del Córdoba, del Madrid y del Español, sintiendo los colores de nuestra camiseta desde un tiempo ya casi inmemorial, me alegro un montón que por fin vayamos saliendo del mero patrioterismo, que tantos sinsabores nos dio a nivel de equipos o de selección en el pasado cuando, pasado el espejismo placentero de los vivas y los olés, al son que tocaba Manolo el del Bombo, se te quedaba cara de silogismo: “post coitum omne animal triste est”. Más o menos. Saludos para todos.
Lo que pasa es que falta Zidane, que era el alma del equipo, si no, verías la caña que daban los franchutes.
Pues menudo franchute está hecho Zidane y todos los negros de la Selección. Para eso no es racista el Sarkozy.
Lo que nos valió la derrota ante Suiza fue el filo de las pestañas de Sara Carbonero. Ante esos ojos verdes a Iker o a cualquiera le meten un gol ¿No se parece un poco a Lola?
Que no nos puedan los complejos. Esta noche a los chilenos nos los llevamos de calle.
Rafael, además de un cursi, es usted un machista de capeonato.
Estoy con la opinión de Rafael: sin duda alguna, Lola se parece y tiene aires de Sara Carbonero. Cualquiera podría perder la cabeza y mucho más (como un partido de futbol, por ejemplo). Por la demás, hoy comparto las opiniones de Lola (pero que no sirva de precedente, ¿Vale!). Adiós
Posiblemente sea nuestra selección como cierta marca de cerveza: la mejor del mundo. Es verdad que nunca se le vio jugar como ahora, haciendo gala de una superioridad que encorajina y cabrea al contrario; ayer bastaba ver la cara y sobre todo la mirada del defensa portugués que marcaba a Villa, que casi lo mata a golpe de ojo. Suiza también ha mejorado en el tiempo. Recuerdo una vez, principios de 1970, antes del mundial de México, que la selección, con Iríbar de capitán, ganaba cómodamente en Lausana por 0-1. Han tardado en devolverlo pero con mérito. Eso, hoy, no está al alcance de cualquiera ante el equipo de España y como familiar de ex futbolista que fue del Córdoba, del Madrid y del Español, sintiendo los colores de nuestra camiseta desde un tiempo ya casi inmemorial, me alegro un montón que por fin vayamos saliendo del mero patrioterismo, que tantos sinsabores nos dio a nivel de equipos o de selección en el pasado cuando, pasado el espejismo placentero de los vivas y los olés, al son que tocaba Manolo el del Bombo, se te quedaba cara de silogismo: “post coitum omne animal triste est”. Más o menos. Saludos para todos.