Si pensáramos al fin con el corazón y no con el bolsillo, nos daríamos cuenta de lo preocupado que anda el Gobierno por la felicidad de los ciudadanos que es, en resumidas cuentas, asunto mucho más importante que la dichosa Economía. Nuestros gobernantes no van a hacernos ricos pero sí felices, que es de lo que se trata, en definitiva, desde tiempos de Aristóteles. La felicidad la da el amor y no el dinero, por eso, los vigilantes de nuestro bienestar, andan en campaña para que nos amemos los unos a los otros y lo hagamos con la constancia que tal ejercicio precisa y no de la forma escasa y farfullera que revela el resultado de las encuestas, según las cuales los españoles dedican al sexo poco más de una hora a la semana.
El resto parece que lo emplean -con perdón- en cuestiones tan fútiles y materialistas como atribularse por llegar a fin de mes con los cuatrocientos euros de las prestaciones de desempleo o deprimirse por estar en el paro, lo cual, según dicen los estudios psicosomáticos pertinentes, marchita lo suyo la libido. De otro modo, si el español se ocupase no tanto de su estómago como de su bajo vientre su existencia sería mucho más productiva. Resulta siempre más probable, en estos tiempos, que cualquier desempleado encuentre el punto G antes que encuentre trabajo y, en esas tareas placenteras por demás, entretendrá esas valiosas horas de la semana que ahora, en cambio, dedica a cabrearse con el Gobierno y deprimirse. El sexo genera endorfinas y hace así una ciudadanía afable con tendencia a ver el panorama de color de rosa, aparte de suponer un ahorro considerable para los hogares y el Estado. Mucho mejor será entonces, bajo todo punto de vista, tener a los gobernandos haciendo el amor que haciendo la puñeta. Urge, pues, animar al personal a ese ejercicio que, además de sano, es del todo gratis -cuando se trata, claro, de sexo conyugal que es el que más se incentiva-. Pero, dado lo que cantan las encuestas, el español -y la española- parecen reacios a hacer los deberes en casa y para el sexo de pago no hay fondos. De modo que las instituciones ponen en promoción el sexo en casa o incluso el “hágalo usted mismo”, solventando, en este caso, de paso, el cómo y el con quién. Al adolescente se le imparten cursillos oficiales de onanismo, mientras al adulto se le recomienda el cibersexo, aunque a tal fin aún no se ha comentado si piensan subvencionar la compra del portátil. Parece, no obstante, que ahora que el sexo, lejos de ser pecado, cuenta con el beneplácito y patrocinio del estado como práctica recomendable y saludable, está perdiendo puntos. Más parecían incentivarles a los púberes las condenas apocalípticas de sus padres confesores, quienes auguraban que la masturbación llevaba a la ceguera que esos folletos a todo color que, como las instrucciones de un electrodoméstico, ilustran del pajilleo paso a paso. Y los presuntos usuarios del cibersexo se ve que disfrutaban más autosatisfaciéndose en parques públicos u otras abiertas naturalezas en compañía de su amada fauna campestre. Está visto que a la libido la estimula más la prohibición que la recomendación. Se amaba más, y quizá mejor, en tiempos revueltos -siniestros e incluso más paupérrimos- cuando el beso en la calle era motivo de arresto por escándalo público y habían de mitigarse los ardores en la oscuridad de cines y portales que, hoy día, que precisamente lo políticamente incorrecto es la castidad o la infrecuencia. Si usted no realiza sus tareas sexuales con asiduidad será tachado de sospechoso por la revista “Cosmopolitan” y el Estado. El gobierno está en todo y, después del sondeo, podría estudiar la posibilidad de instalar cámaras en los dormitorios de sus ciudadanos por comprobar si hacen los deberes. También en la nevera por si, en contrapunto, la abren en demasía. A las personas que se abstienen del ejercicio sexual, les puede dar por comer y eso, además de traer colesterol, hipertensión y diabetes, está ya saliendo por un pico. Si abandonásemos este vil materialismo, esta servidumbre al estómago y el bolsillo y pensáramos con el corazón, nos amaríamos los unos a los otros o, en su defecto, a nosotros mismos como recomienda este Gobierno que tanto se preocupa por nuestro bienestar y nuestra salud. Olvidémonos, de camino, del cigarrillo de después. Y seamos felices.
Recuerda que en nuestra entrada de abajo “Se buscan mujeres malas”, seguimos esperando ese relato sobre la mujer más perversa de la que hayas tenido noticia. Valen malas de la historia, de la mitología o el cine, pero, sobre todo, casos reales. Ahí van algunas sugerencias que te pueden servir de inspiración:
-Esa suegra que te hacía (o hace) la vida imposible.
-La cuñada ladina con sus comentarios y tretas malignas.
-La novia que te hizo perder los nervios y los ahorros con sus cambios de humor y sus caprichos y luego te abandonó por tu mejor amigo/os –o peor aún, con tu enemigo-.
-La coqueta que jugaba con tus sentimientos para darle celos a su novio.
-La mujer que, a cada momento, de modo más o menos sutil, te recuerda (recordaba) que eres un inútil.
-Etcétera
Sólo necesitarás un poco de tiempo, abrir tu corazón -y tal vez un pseudónimo, si la susodicha sigue viva-. Hay damas que las carga el diablo…Atrévete y cuenta con nosotros.
¿Pero esta Lola no era cuñada de la ministra Trinidad Jiménez?
Te lo aclaro, Lola no es cuñada de la ministra sino concuñada. Ya ves que podía haber aprovechado el tirón de la influencia y a vivir del cuento con el peloteo, pero ha preferido abrirse camino por sus propios méritos y mantener su libertad de opinión. Aunque parezca raro, todavía queda gente honesta. Para eso hay que valer.
mala,mala,mala de verdad:la que no descubra mi capacidad de sacrificio;mi voluntad de anularme a cambio de servir como objeto de chanza,mofa,befa,burla y escarnio;mi firme voluntad de no tener vida propia ni intimidad a cambio de una breve y desganada sesión de pseudosexo a la semana;mi abandono de raíces,ancestros,amigos y gustos propios…de todos modos como estoy loco tampoco importa mucho.la mala es como teresa de calcuta:una redentora que me redimiría si yo pudiera dejar que me salvaran.hala,buena suerte.