Las próximas generaciones tendrán hijos por un tubo. El sexo como método de procreación tiene sus días contados a favor de la industria genética que va desarrollando, día a día, sus técnicas de reproducción con cierto aire de gastronomía pre-cocinada. Los científicos nos van habituando a marchas forzadas a sus trapicheos con óvulos en conserva y espermatozoides de laboratorio como nueva cada vez menos insólita en el noticiero. De modo que tener un hijo de bote podría ser, visto lo visto, una tendencia generalizada en un futuro no tan remoto. Por el momento, el psicoanálisis no se pronuncia en torno a las relaciones paterno-filiales, siempre peliagudas, que pudieran resultar entre un bote y su retoño e ignoramos si esta nueva etnia futurista mejorará la especie humana con tal herencia genética:
-Éste niño es tonto del bote.
-Sí, es que es entero a su padre.
Los nostálgicos desconfiamos siempre del progreso y nos cerramos en ocasiones a sus posibles ventajas; tal vez, quién lo sabe, el bote no lo haga tan mal como progenitor; ser hijo de un bote en todo caso es preferible a ser un hijo de perra y quizá no deje traumas infantiles de los que desahogarse luego en el diván. Démosle, pues, una oportunidad al futuro y rindámonos a sus avances. La procreación a mano pronto será una curiosidad artesanal propia de esas comunas de hippies donde a su vez amasan y hornean su propio pan y cocinan sus ensaladas con hortalizas del propio huerto o un hábito añejo adecuado a familias excesivamente tradicionales:
-¿Sabes que los Sañudo aún procrean a mano?
-Es que ésos siempre fueron medio del Opus.
Excepto en tales casos de claro y constante desafío a la modernidad, se prevé que el resto de los hogares, asuman la fecundación en conserva como otra práctica común que traen los nuevos tiempos, tan integrada a las costumbres cotidianas como el uso del móvil o internet. Un hallazgo más del avance de las ingenierías que haga más cómoda y sencilla la vida del ciudadano medio. Y, en especial, la de la ciudadana que se habrá de librar del engorro de tremendo barrigón, cursillos de preparación al parto indoloro que, como todas saben, nunca lo es hasta que llega la epidural. O no. Que esa es otra.
Rápido, fácil y normalizado por la oferta y demanda comercial, el niño del siglo XXI llegará del super a la cuna en un periquete con sólo algunos minutos de previa cocción. En la sección de congelados, junto al preparado de paella, el preparado de niño-a será otra opción con la que darle sustancia a los hogares contemporáneos:
-Ramiro, adivina lo que te he traído del supermercado; un pre-cocinado de niño rubio y con los ojos azules.
-Estupendo, Encarna, pero mira bien la fecha de caducidad, a ver si nos sale ya jubilado como la última vez.
Puede, es cierto, que en los primeros ensayos de uso, los pioneros, por la falta de costumbre, se encuentren con algunos problemillas técnicos:
-María, pon al niño unos minutillos más de microondas y a temperatura media, que siempre te sale crudo de barriga y tostado por las piernas. Tu prima, sí que le sabe dar el punto. Con quince minutos más le sale con carrera universitaria y carné de conducir.
-Es que mi prima los compra en El Corte Inglés y éste es de marca blanca.
-Lo que pasa es que tú no sabes cocinar. Aquí, en el paquete, ponía niño africano y te ha salido medio chino.
Por supuesto, la ingeniería genética no va a acabar con el machismo, el racismo y el clasismo; lacras endémicas de nuestra sociedad inhumana. Los niños de marca saldrán pijos, gastosos, con voz nasal y de derechas, mientras que los del ofertón del “Pibel” serán sobrios, campechanos y de bajo consumo:
-Pues mi amiga Josefa se ha comprado un pack de seis hijos por nada y menos en el “Pibel” y le han salido estupendos. Sólo comen potajes de legumbres y ya todos tienen beca.
El progreso no va a cambiar demasiado las cosas; habrá hijos baratos e hijos caros, hijos de oro e hijos de su madre. Yo, que nunca me decanto por un extremo y me conformo con la dorada medianía, calidad y precio en la balanza, me pido un hijo de Hacendado. Por ejemplo.
Estás en periodo de gracia, divertida, sagaz, ocurrente. Que sentido del humor y que maneras tan elegantes de ser crítica y simultaneamente amable con el mundo que nos rodea. Te animo a explorar en el mundo de la ciencia ficción, se te da muy bien, por cierto no te pierdas la lluvia de estrellas, el momento es de de 7 a 10 de la tarde del día 12