El Puerto adelanta 77 años la Guerra de Sucesión

La plancha explicativa de acero corten instalada esta primavera a la entrada del Puerto confunde el rey Habsburgo que visitó Málaga con el primer rey Borbón

Los arqueólogos submarinos que dentro de unos cuantos siglos buceen en busca de los restos del antiguo Puerto de Málaga de comienzos del siglo XXI se van a enfrentar a un reto de narices.

Ese crucial momento llegará en cuanto saquen a la superficie una enorme plancha explicativa de acero corten. Para su sorpresa, comprobarán que los siglos XVII y XVIII y con ellos, toda la historia europea, se han fundido en uno así que el Conde Duque de Olivares bien pudo estar al servicio de un rey Borbón, que adelantó en tres cuartos de siglo su llegada a España, con lo que Miguel de Cervantes y Quevedo fueron testigos de la Guerra de Sucesión y la Revolución Francesa tuvo lugar antes incluso de que por el horizonte asomara el Rey Sol.

Todo este sabroso gazpacho histórico bien se puede deducir de la plancha que desde el pasado mes de abril el Puerto de Málaga ha instalado a la entrada.

Salvador Jiménez, el siempre atento presidente de la Asociación Cultural Zegrí, ha sido quien nos comunica la noticia.

Resulta que la plancha explicativa transcribe a su vez la que tiene enfrente y que antes se encontraba en el Paseo de la Farola. Se trata de una lápida del siglo XVII que recuerda varios hitos de la historia del Puerto: el comienzo de las obras en 1588, en tiempos de Felipe II y la visita que al puerto hizo Felipe IV en 1624.

Desde ese año y hasta comienzos del XIX, con la visita de José Bonaparte, ningún otro rey visitó Málaga. Francisco Cabrera, experto en historia portuaria y académico de San Telmo, recalcaba ayer a un servidor que Felipe V, el primer Borbón, «por supuesto nunca estuvo en Málaga, anduvo por Sevilla unos meses hacia 1724 más o menos y se habló de que a lo mejor venía a Málaga pero no vino».

No vino, salvo para el Puerto de Málaga, porque la plancha explicativa nos informa de que en 1624, quien apareció por esta ciudad fue «FELIPE QUINTO», con letras mayúsculas, para que se note. Si caemos en la cuenta de que este monarca nació casi 60 años después de esa fecha, estaríamos ante un prodigio de los que fascinan a Iker Jiménez.

¿Qué diría el pobre de Felipe IV de este sucedáneo de damnatio memoriae, la supresión que los romanos hacían en las inscripciones de nombres de personas caídas en desgracia?.

Lo cierto es que en la lápida original falta la parte superior izquierda, con lo que del rey sólo puede leerse «PHE… RTO» pero un mínimo de lógica, de conocimiento histórico o una consulta habrían evitado el disparate.

Esta anécdota también puede verse desde otro punto de vista: ¿Cuánto ha costado la plancha?, ¿supervisó alguien el texto?, ¿se puede devolver si está mal transcrita?, porque hay algún error más aunque no sea tan importante. Quizás haya que añadir una segunda plancha con la siguiente inscripción: «Por un despiste hemos adelantado en más de tres cuartos de siglo la Guerra de Sucesión Española. Disculpen las molestias. El Puerto de Málaga». La errata nos va salir cara.