El esplendor obrero se marchó de San Eugenio

10 Oct

En La Trinidad continúa, sin protección alguna, la colonia obrera de San Eugenio, en la que sobrevive un precioso arco de entrada y cerámicas con reglas vecinales

En el corazón de La Trinidad, en la calle Pacheco Maldonado, que desemboca en la calle Bailén, se encuentra uno de los rincones de Málaga más fascinantes y al mismo tiempo abandonados. Sin duda, sería estupendo que, ahora que se aproximan los tiempos electorales, algunos de nuestros representantes bajaran de la luna de Valencia y se dieran una vuelta por este olvidado trozo de la Trinidad.

Un paraje que, como no podía ser de otra manera, no se encuentra incluido ni por asomo en el escuchimizado catálogo de edificios protegidos del PGOU, pues nuestros sagaces expertos continúan demostrando que padecen una inexplicable alergia a todo lo que huela a clase obrera.

Y qué decir de una modesta colonia obrera como esta de San Eugenio, promovida por el propietario, Eugenio García Serrano, entre 1889 y 1918. Y eso que los diseños de las viviendas fueron realizados en ese último año, el del fin de la I Guerra Mundial, por Fernando Guerrero Strachan.

Lo peculiar de la colonia, que estuvo habitada por trabajadores de la fábrica Salyt y de los tejares de Monte Pavero, es que el propietario entregaba el solar y los materiales y eran los vecinos quienes levantaban sus casas, por las que luego pagaban un alquiler.

La colonia estaba acotada por varios arcos, dos de ellos con puertas, aunque sólo queda uno en pie, el de la calle principal, que antes llevaba el nombre del dueño. Todavía pueden verse curiosísimos paneles de cerámica con las normas vecinales como «Prohibido arrojar basuras a la calle bajo la multa de 1 a 5 ptas. Estas se aplicarán a fines benéficos» o esa en la que «se ruega la mayor cordura entre el vecindario» y en la que se señala que si alguien reincide en el incumplimiento «se le expulsará de la colonia».

Una de las calles, por cierto, conserva el rótulo con el nombre de Dolores García Serrano, la hermana del propietario, que vivía en una casa bastante grande en la colonia.

San Eugenio llegó a tener barbería, colegio guardería, taberna, panadería y carbonería y era por tanto autosuficiente. Muy poco queda de ese esplendor obrero. Los cables de teléfonos y de la luz cuelgan con saña de las fachadas hasta extremos grotescos. Persisten los postes de la luz de madera cuajados de guirnaldas y una de ellas atraviesa de parte a a parte el arco superviviente.

Las casas primitivas han ido cayendo y quedan pocas en pie. Una de ellas, además, ha perdido el tejado y hay huellas de algún incendio en las alturas.

Pese al diseño de Guerrero Strachan y la interesante historia vecinal que todavía conserva esta zona en forma de cruz, la veterana colonia obrera no tiene protección como conjunto y languidece casi en el anonimato.

Si recordamos una de las mayores barbaridades del largo mandato de nuestro alcalde, la demolición del barrio obrero de la antigua fábrica de gas del Paseo de los Tilos, no es exagerado temer por el futuro de la colonia obrera de La Trinidad.

Una respuesta a «El esplendor obrero se marchó de San Eugenio»

  1. ¡Qué mala suerte tenemos con los alcaldes!
    Aparicio nos desmontó nuestro armazón institucional, consintió la partición del municipio afirmaba que “yo no soy localista”, siendo contemporáneo de Pascual Maragall y aquel sevillano de infausta memoria para nosotros.
    Siguió la señora que peor imagen de los malagueños ha dado.
    Y este, que sí le importa Málaga, o es demasiado elitista o está mal asesorado. La Mundial, este San Eugenio y toda suerte de despropósitos estéticos y funcionales.

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