La calle de Antonio Soler, pero el músico

3 May

La calle dedicada en Huelin al compositor Antonio Soler, pues la del escritor está en Soliva, cuenta con un precioso mural lleno de colorido de una guardería infantil

La calle principal de Soliva, el nuevo barrio de Málaga que pelea por preservar una laguna artificial, desecada también de forma artificial, está dedicada al escritor malagueño Antonio Soler.

Hay sin embargo otro Antonio Soler anterior en el callejero de Málaga. La calle Antonio Soler atraviesa el barrio de Huelin y es una de las más bonitas y agradables del barrio. Recuerda al padre Soler, gran compositor y clavecinista del siglo XVIII. Si la memoria no le falla a un servidor, y todo pudiera ser, una de sus piezas sirvió de sintonía a Televisión Española durante los años ochenta, alrededor del Mundial 82.

La calle Antonio Soler es la continuación de calle Las Navas, que transcurre muy cerca de ese vetusto armazón que es el mercado de Huelin, un equipamiento que la asociación de vecinos quisiera ver sustituido por otro en mejor estado una década de estas. De momento no hay dinero, aunque eso no quita para que la eterna promesa se cuele probablemente en las municipales del año que viene.

Junto a la sombra que proporcionan los ficus, también ayuda a elevar la confortabilidad de la calle Antonio Soler –el músico, no el escritor– el que, como horizonte, tengamos un frondoso lateral del Parque Huelin.

Además, una insulsa fachada ha sido sustituida por un precioso mural infantil, realizado para una guardería que en realidad tiene la entrada por el otro lado, la calle Mendoza. Por el mural pululan osos, ovejas, caballos, perros, gatos… parece realizado por un antiguo seguidor de El hombre y la tierra. Un paisaje verde y alegre es atravesado por un tren en uno de cuyos vagones hay un lápiz gigante, una bola del mundo y un libro que no se lo salta un galgo.

Y si seguimos por esta calle y atravesamos los verdores del Parque Huelin, que alguno de estos años lucirá finalmente una valla, nos toparemos con otra vía cuajada de sombra, la calle Orfila, en recuerdo del doctor Mateu Orfila, que era un experto en venenos (en luchar contra ellos, no lo confundan con uno de los los Borgia).

En esta calle parece que por fin el Ayuntamiento ha reaccionado en parte a las quejas vecinales y ha logrado que se retranquee algo la valla que rodea a un bloque de viviendas finalizado pero sin permiso municipal por exceso de volumen.

Entre las fotos tomadas en julio del año pasado por este diario y las de hace unos días se aprecia una leve mejoría y un poco de más espacio para que los vecinos puedan pasear sin apreturas por la amplia pero acotada acera.

Reducción planificada

Lo comentaban ayer los compañeros de Cultura y muchos habituales del Muelle Uno el pasado 1 de mayo. Más intrigante que el paradero de la Atlántida es el horario de la Feria del Libro. Si la gente acude al Muelle Uno sobre todo a comer, ¿qué hacen las casetas cerradas de 2 a 6 de la tarde? Sin duda es una forma muy eficaz de reducir las ventas.

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