El prometedor gamberrismo bilingüe

2 May

Cada año nuestros vándalos están mejor formados, de ahí que abunden las pintadas en la lengua de Justin Bieber, sin olvidar los guiños a las redes sociales

Más de una vez nos hemos detenido en esta sección en las pintadas callejeras. La evolución en estos últimos cuarenta años ha sido muy peculiar, porque vivimos un regreso de las pintadas de indignación política, a causa de la crisis.

Recordemos, por ejemplo, esa legendaria pintada en una calle de Málaga, que proclamaba que «El juicio del 23-F es una farsa». A los pocos días, un bienintencionado anónimo, en la creencia de que exhibía una falta de ortografía, cambió la erre de farsa por la una ele, dando como resultado que el juicio era una falsa.

Pero en el universo de los adolescentes siempre han imperado dos grandes escuelas. La primera de ellas, la del submundo chusmeta, ávido de plasmar en la pared amenazas («te voy a reventá la cabeza»), apodos insultantes («María la pestosa puerca») o laudatorios («Cristóbal el culo atleta»), sin olvidar el amplio catálogo de partes pudendas, especialmente las masculinas.

Junto a esta escuela, que por lo menos envía un mensaje al paseante –aunque sea un mensaje lamentable–, convive la escuela minimalista, que se limita a escribir en las paredes los nombres de los autores de la gesta, jóvenes infractores de las ordenanzas municipales.

Pero incluso esta escuela del trazo escueto, mera constatación de que una serie de personas irrelevantes dejó su nombre en una escultura, una fachada o en la pared exterior de una iglesia recién restaurada, cambia con el tiempo.

En este sentido, resulta curiosísimo darse una vuelta por el recinto musical Eduardo Ocón, que suele estar hecho unos zorros gracias a estos ases del spray y el rotulador.

En concreto, los paneles del recinto del Parque se encuentran atiborrados de nombres pero, y aquí está el signo de los tiempos, la mayoría de las pintadas son alias de twitter.

En casi todas ellas, por cierto, se aprecia una marcadísima influencia norteamericana como el sujeto o sujeta que firma «Justin Bieber Believer», un creyente en el cantante canadiense, famoso por sus canciones y por un perfeccionado grado de analfabetismo (el adolescente demostró en una entrevista desconocer cuáles son los cinco continentes).

Pero hay más toque de América del Norte: ahí tenemos por ejemplo a @canadiandream y a @americanwhishes, sin olvidar a quien escribe «Follow us», para que le sigamos en las redes sociales incluso después de ensuciar este espacio público.

También hay espacio para el amor, porque un corazón une a «Marina the Diamonds» con «Teen idle» (adolescente ocioso). Si ya en la adolescencia le van los vagos a Marina, empezamos bien.

En resumen, podemos resaltar con orgullo que en Málaga caminamos con paso firme hacia un vandalismo bilingüe. Puede que las iglesias, casas y monumentos se ensucien en idéntico grado, pero lo harán malaguitas que dominan el inglés mucho mejor que el manual de Urbanidad. Congratulations.

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