Hay cierta sensación de desvalimiento cuando acaba una semana singular, ya sea la pasada Semana Santa o la Feria de Agosto. El respetable anda tan perdido como una cabra en un garaje y una vez más, ayer lunes se escenificó esta sensación de no encontrar el norte. Los primeros de todos, los turistas.
Llegar a Málaga un lunes, con los museos cerrados y con el agravante de no haber visto ni siquiera el trono del Resucitado es para desnortar a cualquiera.
Los visitantes, eso sí, encuentran huellas notorias de los días pasados como el collage de ceras de colores que ayer todavía seguía en el mármol blanco de calle Echegaray, o esa construcción alienígena, recubierta de chapas, que ha dejado a miles de turistas sin las vistas de la plaza más famosa de la ciudad, la plaza de la Constitución –en efecto, es una tribuna de saldo corregida y lamentablemente, aumentada–.
Tenemos que compadecernos de estos turistas dejados de la mano de los cruceros que visitan nuestra ciudad el día de la resaca, cuando además la actividad cultural se reduce al mínimo.
Ayer lunes, el firmante atendió a dos de estas parejas. La primera de ellas, de origen desconocido aunque chapurreando inglés, quería asegurarse de que los Jardines de Puerta Oscura eran de acceso gratuito. «¿No son privados?», preguntaban.
Cierto que en tiempos romanos un antepasado nuestro se construyó un chalecito, pero eso queda bastante lejos. «No, es público y gratuito», contestó un servidor. En realidad, lo que la pareja quería saber es si la Alcazaba podía visitarse gratis subiendo por los jardines gratuitos. Sentí decepcionarles.
La segunda pareja, dos turistas hispanoamericanos que paseaban por la calle Císter, preguntó por «la casa de Picasso» y quedón algo desconcertada al saber que se encontraba en la plaza de la Merced, pero más lo estuvo al saber que la plaza de toros distaba un kilómetro y medio de donde se encontraba.
Y es que, oteando la ciudad desde su crucero, los turistas pensaron que la Catedral era la plaza de toros. Uno no quiso entrar en detalles sobre el mal estado de la Catedral, inconclusa por una mezcla de abulia administrativa y proteccionismo cultural mal entendido, pero de ahí a que dentro haya tendidos de sombra hay un majao.
Algo hay que hacer con estos visitantes bienintencionados y sin mucho que hacer en una ciudad que despierta a la normalidad. Igual que se organizan operaciones salida, habría que preparar operaciones entrada para días como estos, carentes de bastantes alicientes y con la ciudad con el paso cambiado. Cualquier cosa antes de colgar un cartelito con eso de «Vuelva usted mañana».
El anuncio
Como un anuncio de la proximidad de la primavera, desde hace muchos años cumple ese cometido una bauhinia, en estos primeros días de abril con una floración creciente, y que se encuentra en la esquina de la avenida del Pintor Sorolla con el Paseo de Miramar. Es muy probable que el árbol acompañara la casa original, hoy un bloque con supermercado.