La práctica del salto de mata en las Pirámides

11 Abr

Las ciudades nunca se extienden y planifican de forma uniforme. Eso es algo que sólo se consigue en caso de incendio, terremoto, ensanche decimonónico o en nuestros días, en países poco ejemplares como Corea del Norte.

En Málaga, sin ir más lejos, falta en nuestro escudo un rinconcito con un lema heráldico que resume nuestro crecimiento urbanístico en el último medio siglo: «A salto de mata».

Matas para saltar es lo que abundan entre la zona del Parque Litoral y la urbanización Las Pirámides, enormes solares dentro de la ciudad que desafían al tiempo y a la lógica. Uno de los más peculiares se encuentra en un lateral del parque, en la calle Villanueva de Algaidas. Se trata de una parcela que también da a la calle Villanueva de Tapia y al Camino del Pato.

Lo curioso de esta parcela es que en esta primavera está en buena parte florecida y cuenta con senderos por los que los peatones acortan para llegar a la avenida de Moliere y por lo que se ve, tiene también mucho éxito entre los perros.

La parcela está claramente partida en dos por una antigua carretera, que sería la que antiguamente cruzaba la zona, hasta el punto de que al pie de esta carretera que ya no lleva a ninguna parte, hay una casa pintada de blanco y con buen aspecto.

En la fachada podemos leer un cartelito municipal que informa de que este rincón es el diseminado 026.

No tenemos que imaginarnos, no hace muchos años, esta vivienda situada en el fin del mundo, en uno de los extremos más perdidos de Málaga y hoy, una isla en medio de florecientes urbanizaciones.

Precisamente, al lado de la casa hay otra en ruinas, de la que sólo queda parte de la fachada, sin techar. Es imposible entrar dentro porque la fuerza de la Naturaleza ha irrumpido con tal ímpetu, que ha colocado una recia muralla de flores que ni siquiera Messi es capaz de driblar.

Una segunda parcela muy peculiar la tenemos en el cruce de las calles Lilí Álvarez con Pilar Lorengar. En realidad se trata de un enorme terrizo, ideal para que los perros correteen y cuando se tercie, hagan de las suyas, como en los pipi can.

Se encuentra vallado de forma parcial, pues en algunos tramos el respetable ha roto el perímetro. Aderezado con grandes vallas publicitarias, en una esquina del solar hay un nuevo vallado para separar el terrizo de un profuso cañaveral que nos da una idea de cómo era toda esta zona antes de las urbanizaciones.

Si seguimos el contorno del campito llegaremos al bulevar que recuerda a Pilar Miró, donde una calzada casi de tiempos de los romanos maltrata a los conductores ilusos que se meten por donde no deben. Para acrecentar el aspecto de periferia de esta zona, el bulevar está acompañado por postes de teléfono de, aproximadamente, 1830 (ese es al menos el año de invención de la polka).

Como vemos, este rincón de Málaga está lleno de posibilidades para practicar el salto de mata. Un museo arqueológico a campo abierto para ver cómo era eso tan viejo llamado así, el campo.

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