La ordenanza de convivencia y los grafitis que merecen la pena

13 Abr

El proyecto se llama ‘ordenanza para la garantía de la convivencia ciudadana y protección del espacio urbano’ y una de sus funciones es frenar el vandalismo que, con demasiada impunidad, se extiende en Málaga por las paredes de viviendas, iglesias, calles comerciales como calle San Juan o monumentos como la entrada de los Baños del Carmen.

Pocas expresiones públicas contienen tanta carga de incultura y egolatría como la firma mema de un espécimen en una pared impoluta. El desprecio que manifiestan por las cosas ajenas es en muchas ocasiones el reflejo de una iniciación ‘de tribu’ de adolescentes todavía sin un ‘centro de gravedad permanente’. Mientras lo localizan, todo el patrimonio de Málaga corre el riesgo de ser guarreado.

Pero como bien señala Izquierda Unida, hay que distinguir entre esta lamentable ‘reafirmación de la personalidad’ (esto último lo señala un servidor, no IU) y las obras artísticas que cuentan con autorización. Ahí tenemos en la calle Héroe de Sostoa una surrealista pintada en la antigua fábrica de Óxidos Rojos, cuya fachada fue renovada hace un par de años con un precioso derroche de arte.

Contamos con otra pintada digna de subrayar junto al colegio Alfonso X el Sabio, en la calle Conde de Belalcázar. Se trata de una obra que quiere resaltar las capacidades artísticas de la infancia y adolescencia, así que vemos a un violinista, bailarina, niños al piano… realmente precioso.

Pero quizás la pintada más notable de las hechas hasta la fecha en la ciudad se encuentra en la calle Bolivia, a la altura de la calle Ángel Guimerá, frente a la playa de las Acacias. Su autor es Fernando Irigoyen y la pintó en el verano de 2009, por encargo de una comunidad de propietarios, harta de que los nenes ensuciaran con sus firmas la pared. El mural, que fue expuesto por primera vez en este periódico, es un homenaje a Málaga en el que no faltan sus principales monumentos, puestas de sol, marengos y la pareja formada por Pablo Picasso y María Zambrano.Desde que se realizó esta obra de arte, la tribu de los pintarrajeos no ha dejado sus huellas unguladas en el muro.

Por eso, habría que distinguir entre obras de arte autorizadas y mero vandalismo y no mezclar en una ordenanza churras con merinas. Hay un grafiti de calidad que merece la pena conservar y exhibir.

La ignición

Ayer, en mitad de una visita de turistas británicos por la calle Granada, se escuchó algo parecido a la ignición del motor de un avión Tupolev. Varios guiris miraron para atrás sorprendidos por el jaleo y descubrieron a uno de esos malagueños de edad media, en el ‘trance’ de largar un gargajo.

Este malagueño, como miles en nuestra ciudad, todavía no se ha enterado, a su edad, de que sólo se puede escupir en el suelo en las películas del Oeste e incluso en ese caso, únicamente suelen hacerlo ‘los malos’.

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